VATICANO - Benedicto XVI a los participantes en el Congreso por el XX aniversario del "Mulieris dignitatem": "es necesario recordar el designio de Dios que ha creado al ser humano varón y mujer, con una unidad y al mismo tiempo una diferencia originaria y complementaria”

martes, 12 febrero 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Se necesita una renovada investigación antropológica que, basándose en la gran tradición cristiana, incorpore los nuevos progresos de la ciencia y las actuales sensibilidades culturales, contribuyendo de este modo a profundizar no sólo en la identidad femenina, sino también en la masculina, que con frecuencia también es objeto de reflexiones parciales e ideológicas. Ante corrientes culturales y políticas que tratan de eliminar, o al menos de ofuscar y confundir, las diferencias sexuales inscritas en la naturaleza humana considerándolas como una construcción cultural, es necesario recordar el designio de Dios que ha creado al ser humano varón y mujer, con una unidad y al mismo tiempo una diferencia originaria y complementaria”. Lo ha afirmado el Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en el Congreso Internacional "Mujer y varón, la totalidad del humanum", promovido por el Consejo Pontificio para los Laicos en el XX aniversario de la publicación de la Carta Apostólica Mulieris dignitatem, recibidos en audiencia el 9 de febrero.
El Santo Padre ha evidenciado la actualidad del tema del Congreso, ya que "la relación hombre-mujer en su respectiva especificidad, reciprocidad y complementariedad constituye, sin duda, un punto central de la ‘cuestión antropológica’, tan decisiva en la cultura contemporánea”. Entre las numerosas intervenciones y documentos pontificios sobre la cuestión femenina, el Papa Benedicto XVI ha recordado los de Juan Pablo II, en particular la "Carta" a las mujeres” (1995) y la Carta apostólica "Mulieris dignitatem", de la que el Congreso celebra el 20° aniversario. En la "Mulieris dignitatem", Juan Pablo II quiso profundizar en "en las verdades antropológicas fundamentales del hombre y de la mujer, en la igualdad de dignidad y en la unidad de los dos, en la arraigada y profunda diversidad entre lo masculino y lo femenino, y en su vocación a la reciprocidad y a la complementariedad, a la colaboración y a la comunión. Esta unidad dual del hombre y de la mujer - ha continuado Benedicto XVI - se basa en el fundamento de la dignidad de toda persona, creada a imagen y semejanza de Dios, quien ‘les creó varón y mujer’, evitando tanto una uniformidad indistinta y una igualdad estática y empobrecedora, como una diferencia abismal y conflictiva. Esta unidad de los dos lleva en sí, inscrita en los cuerpos y en las almas, la relación con el otro, el amor por el otro, la comunión interpersonal … Por tanto, cuando el hombre o la mujer pretenden ser autónomos y totalmente autosuficientes, corren el riesgo de encerrarse en una autorrealización que considera como una conquista de la libertad la superación de todo vínculo natural, social o religioso, pero que en realidad les reduce a una soledad opresora”.
En la conclusión de su discurso, el Papa ha recordado la persistencia de "una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al hombre. Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer, en los que se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para defender la disparidad de los sexos, en los que se perpetran actos de violencia contra la mujer, haciendo de ella objeto de malos tratos o de abusos en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión". Ante esta situación el Santo Padre ha exhortado a los cristianos a un empeño urgente para promover en todas partes "una cultura que reconozca a la mujer la dignidad que le compete, en el derecho y en la realidad concreta”.
Dios confía a la mujer y al hombre "una específica vocación y misión en la Iglesia y en el mundo", ha dicho por último el Papa. "Ya desde su concepción los hijos tienen el derecho de poder contar con un padre y una madre para que les cuiden y les acompañen en su crecimiento. El Estado, por su parte, tiene que apoyar con políticas sociales adecuadas todo lo que promueve la estabilidad y la unidad del matrimonio, la dignidad y la responsabilidad de los cónyuges, su derecho y tarea insustituible como educadores de lo hijos. Además, es necesario que se le permita a la mujer colaborar en la construcción de la sociedad, valorando su típico ‘genio femenino’”. (S.L) (Agencia Fides 12/2/2008; Líneas: Palabras:


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