VATICANO - El Papa Benedicto XVI en la audiencia general: "¿Qué podemos aprender nosotros de San Jerónimo? Sobre todo me parece lo siguiente: amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura … es importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la Palabra de Dios”

jueves, 8 noviembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - San Jerónimo puso la Biblia en el centro de su vida: “la tradujo al latín, la comentó en sus obras, y sobre todo se comprometió a vivirla concretamente en su larga existencia terrena". El Santo Padre Benedicto XVI se ha centrado en la figura de San Jerónimo, uno de los Padres de la Iglesia, durante la audiencia general del miércoles 7 de noviembre.
Nacido en Stridone hacia el 347 de una familia cristiana que le aseguró una esmerada formación, Jerónimo fue bautizado hacia el 366, se orientó a la vida ascética y, al ir a vivir a Aquileya, se integró en un grupo de cristianos fervorosos,. Partió luego para el Oriente y vivió como ermitaño, dedicándose en serio a los estudios y la meditación de la Palabra de Dios. En el 382 se trasladó a Roma, dónde fue asumido como consejero y secretario del Papa Dámaso, quien lo animó "a emprender una nueva traducción latina de los textos bíblicos por motivos pastorales y culturales". Después de la muerte del Papa Dámaso, Jerónimo abandonó Roma en el 385 y emprendió una peregrinación a Tierra Santa y Egipto. En el 386 se detuvo en Belén, dónde se quedó hasta la muerte, " continuando una intensa actividad: comentó la Palabra de Dios; defendió la fe, oponiéndose con vigor a las herejías; exhortó a los monjes a la perfección; enseñó cultura clásica y cristiana a jóvenes; acogió con espíritu pastoral a los peregrinos que visitaban Tierra Santa. Falleció en su celda, junto a la gruta de la Natividad, el 30 de septiembre de 419/420”.
"La formación literaria y su amplia erudición permitieron a Jerónimo revisar y traducir muchos textos bíblicos: un precioso trabajo para la Iglesia latina y para la cultura occidental - ha evidenciado el Papa Benedicto XVI en su catequesis -. Basándose en los textos originales en griego y en hebreo, comparándolos con las versiones precedentes, revisó los cuatro evangelios en latín, luego los Salmos y buena parte del Antiguo Testamento. Teniendo en cuenta el original hebreo y el griego de los Setenta, la clásica versión griega del Antiguo Testamento que se remonta a tiempos precedentes al cristianismo, y de las precedentes versiones latinas, Jerónimo, ayudado después por otros colaboradores, pudo ofrecer una traducción mejor: constituye la así llamada «Vulgata», el texto «oficial» de la Iglesia latina, que fue reconocido como tal en el Concilio de Trento y que, después de la reciente revisión, sigue siendo el texto «oficial» de la Iglesia en latín”.
El Santo Padre ha subrayado a continuación la importancia de los criterios observados por San Jerónimo en su obra como traductor: que respeta incluso el orden de las palabras de las Sagradas Escrituras, “pues en ellas, dice, ‘incluso el orden de las palabras es un misterio’, es decir, una revelación” y la necesidad de recurrir a los textos originales. Comentador de numerosos textos bíblicos, Jerónimo "confutó con energía y viveza a los herejes", demostró la importancia y la validez de la literatura cristiana, escribió biografías de monjes ilustrando el ideal monástico, tradujo varias obras de autores griegos.
Al término de la catequesis, el Papa Benedicto XVI planteó una pregunta: "¿Qué podemos aprender nosotros de San Jerónimo? Sobre todo me parece lo siguiente: amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura. Dice san Jerónimo: «Ignorar las escrituras es ignorar a Cristo». Por ello es importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la Palabra de Dios, que se nos entrega en la Sagrada Escritura". El Papa ha evidenciado después como tal diálogo tiene que tener siempre dos dimensiones: la personal, "pues Dios habla con cada uno de nosotros a través de la Sagrada Escritura y tiene un mensaje para cada uno" un mensaje que debemos esforzarnos por entender, y la comunitaria, en cuanto que la Palabra de Dios construye comunidad, construye la Iglesia. " Por ello tenemos que leerla en comunión con la Iglesia viva. El lugar privilegiado de la lectura y de la escucha de la Palabra de Dios es la liturgia, en la que al celebrar la Palabra y al hacer presente en el Sacramento el Cuerpo de Cristo, actualizamos la Palabra en nuestra vida y la hacemos presente entre nosotros". Por último, el Papa ha subrayado como la Palabra de Dios transciende los tiempos: "Las opiniones humanas vienen y van. Lo que hoy es modernísimo, mañana será viejísimo. La Palabra de Dios, por el contrario, es Palabra de vida eterna, lleva en sí la eternidad, lo que vale para siempre. Al llevar en nosotros la Palabra de Dios, llevamos por tanto en nosotros la vida eterna" (S.L) (Agencia Fides 8/11/2007 - Líneas: 55 Palabras: 820)


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