VATICANO - Benedicto XVI a las Superioras Generales: “en vosotras agradezco al inmenso ejército de testigos del amor de Cristo que trabajan en las fronteras de la evangelización, de la educación y de la caridad social”

martes, 8 mayo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - A las Superioras Generales, representantes de 794 familias religiosas femeninas que trabajan en 85 países de los cinco continentes, el Santo Padre Benedicto XVI dirigió un afectuoso agradecimiento durante la audiencia del lunes 7 de mayo, con ocasión de la Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales: “en vosotras agradezco al inmenso ejército de testigos del amor de Cristo que trabajan en las fronteras de la evangelización, de la educación y de la caridad social”.
Recordando el tema de la Asamblea Plenaria - “Llamadas a tejer una nueva espiritualidad que genere esperanza y vida para toda la humanidad” -, el Santo Padre subrayó: “el Señor os impulsa, queridas Religiosas, a ‘tejer’ hoy el tejido vivo de un servicio proficuo a la Iglesia y de un elocuente testimonio evangélico ‘siempre antiguo y siempre nuevo’, en cuanto fiel a la radicalidad del Evangelio y valientemente encarnado en la realidad contemporánea, especialmente allí donde hay más pobreza humana y espiritual”. Luego Benedicto XVI subrayó que no son pocos los desafíos sociales, económicos y religiosos con los que la Vida Consagrada se debe hoy poner en diálogo, y los ámbitos pastorales puestos en evidencia por la Asamblea - la mujer, los inmigrantes, la tierra y su carácter sagrado, los laicos, el diálogo con las religiones del mundo - “constituyen otros tantos ‘hilos’ por tejer y entretejer en la trama compleja de la vida cotidiana, en las relaciones interpersonales y en el apostolado. Se trata no pocas veces de recorrer inexplorados caminos misioneros y espirituales, manteniendo sin embargo siempre bien sólida la relación interior con Cristo. Sólo de esta unión con Dios surge efectivamente y se alimenta el rol ‘profético’ de vuestra misión, que consiste en el anuncio del Reino de los cielos, anuncio indispensable en todo tiempo y en toda sociedad”.
Asimismo el Papa exhortó a las religiosas a no dejarse “capturar excesivamente por los intereses y por los problemas de la vida cotidiana”, y a seguir a sus respectivos Fundadores y Fundadoras que “se han esforzado por comunicar con palabras y gestos concretos el amor de Dios a través del don total de sí mismos, manteniendo siempre la mirada y el corazón fijos en Él”. Luego prosiguió: “si queréis recorrer vosotras mismas fielmente las huellas de vuestros Fundadores y de vuestras Fundadoras y ayudar a vuestras hermanas a seguir sus ejemplos, cultivad la dimensión ‘mística’ de la Vida Consagrada, mantened siempre unida vuestra alma a Dios a través de la contemplación. Como enseña la Escritura, el ‘profeta’ primero escucha y contempla, luego habla dejándose compenetrar totalmente por aquel amor de Dios que no teme nada y que es más fuerte incluso que la muerte. El auténtico profeta, por lo tanto, no se preocupa tanto de hacer obras, cosa sin duda importante, pero jamás esencial. Él se esfuerza sobre todo por ser testigo del amor de Dios, tratando de vivirlo entre las realidades del mundo”.
La preocupación prioritaria de las Superioras Generales debe ser la de ayudar a sus hermanas “a buscar en primer lugar a Cristo y a ponerse con generosidad al servicio del Evangelio”. El Papa Benedicto XVI insistió además en la necesidad de cuidar en modo particular la formación humana, cultural y espiritual de las personas, y exhortó a las Superioras a ser “las primeras en dar el ejemplo en huir de las comodidades, de los bienestares, de las conveniencias”, a compartir las riquezas de los respectivos carismas “con cuantos están comprometidos en la única misión de la Iglesia que es la construcción del Reino de Dios”, para instaurar “una serena y cordial colaboración con los sacerdotes, los fieles laicos, y especialmente las familias para ir al encuentro de los sufrimientos, las necesidades, las pobrezas materiales y sobre todo espirituales de tantos nuestros contemporáneos. Cultivad, asimismo, una comunión sincera y una colaboración discreta con los Obispos, primeros responsables de la evangelización en las Iglesias particulares”. El Santo Padre concluyó su discurso manifestando a las Superioras Generales su augurio de que sean mensajeras de la alegría pascual, “como las mujeres que, yendo al sepulcro, lo encontraron vacío y recibieron el don de encontrar a Cristo resucitado. Alegres entonces corrieron a dar el anuncio a los Apóstoles”. (S.L.) (Agencia Fides 8/5/2007 - líneas 48, palabras 706)


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