VATICANO - En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Benedicto XVI indica los tres ámbitos en los que los jóvenes están particularmente llamados a manifestar el amor de Dios: la Iglesia, la preparación de cara al futuro, los diversos aspectos de la vida cotidiana

martes, 6 febrero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Como yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a los otros" (Jn 13,34): este versículo evangélica constituye el tema del Mensaje que el Santo Padre Benedicto XVI ha enviado a los Jóvenes del mundo con ocasión de la XXII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el 1 de abril del 2007, domingo de Ramos, a nivel diocesano.
Al inicio de su Mensaje el Papa subraya que "cada persona siente el deseo de amar y de ser amado", sin embargo es difícil amar, y “hay quien incluso llega a dudar si el amor es posible". El Papa Benedicto XVI busca pues contribuir a reavivar en los jóvenes "la fe en el amor verdadero, fiel y fuerte; un amor que genera paz y alegría; un amor que une a las personas, haciéndolas sentirse libres en el mutuo respeto". Trazando un breve itinerario a la "búsqueda" del amor, el mensaje parte de la afirmación de que la única fuente del amor verdadero es Dios. "Dios es amor" (1 Jn 4,8.16) no "no quiere decir sólo que Dios nos ama, sino que el ser mismo de Dios es amor. Estamos aquí ante la revelación más luminosa de la fuente del amor que es el misterio trinitario". Ya en la creación están claros los signos del amor divino, sin embargo "la revelación plena del misterio íntimo de Dios se ha realizado en la Encarnación, cuando Dios mismo se hizo hombre. En Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, hemos conocido el amor en todo su alcance. … La manifestación del amor divino es total y perfecta en la Cruz… Cristo es el Cordero de Dios, que carga con el pecado del mundo y erradica el odio del corazón del hombre. Ésta es su verdadera "revolución": el amor". En la cruz Cristo grita: "Tengo sed" (Jn 19,28) revelando "una ardiente sed de amar y de ser amado por cada uno de nosotros. Sólo si llegamos a percibir la profundidad y la intensidad de tal misterio, nos damos cuenta de la necesidad y de la urgencia de amarlo por nuestra parte "como" Él nos ha amado. Esto conlleva el empeño de dar también, si fuera necesario, la propia vida por los hermanos sostenidos por el amor de Él.… La novedad de Cristo consiste en el hecho de que amar como Él nos ha amado significa amar a todos, sin distinción, también a los enemigos, ‘hasta el extremo’” (cfr. Jn 13,1).
Luego el Santo Padre indica tres ámbitos de la vida cotidiana donde los jóvenes son particularmente llamados “a manifestar el amor de Dios". El primero es la Iglesia, compuesta por todos los discípulos de Cristo. Benedicto XVI exhorta a los jóvenes: "alimentad, con vuestro entusiasmo y vuestra caridad, las actividades de las parroquias, de las comunidades, de los movimientos eclesiales y de los grupos juveniles a los que pertenecéis.... No dudéis en renunciar con alegría a algunas de vuestras diversiones, aceptad de buena gana los sacrificios necesarios, dad testimonio de vuestro amor fiel por Cristo anunciando su Evangelio especialmente entre vuestros coetáneos" El segundo ámbito es la preparación del futuro. "Si estáis prometidos, Dios tiene un proyecto de amor en vuestro futuro de matrimonio y de familia y por eso es esencial que vosotros lo descubráis con la ayuda de la Iglesia, libres del prejuicio difundido que el cristianismo, con sus mandamientos y sus prohibiciones, ponga obstáculos a la alegría del amor e impida en particular disfrutar plenamente aquella felicidad que el hombre y la mujer buscan en su recíproco amor… Aprender a amarse como pareja es un camino maravilloso, aunque necesita un aprendizaje laborioso. El período del noviazgo, fundamental para construir el matrimonio, es un tiempo de espera y de preparación, que hay que vivir en la castidad de los gestos y de las palabras. Esto permite madurar en el amor, en el cuidado y en la atención para con el otro; ayuda a ejercitar el autodominio, a desarrollar el respeto del otro, características del verdadero amor que no busca en primer lugar la propia satisfacción ni el propio bienestar. En la oración común pedid al Señor que cuide y acreciente vuestro amor y lo purifique de todo egoísmo. Non dudéis en responder generosamente a la llamada del Señor, porque el matrimonio cristiano es una verdadera y auténtica vocación en la Iglesia. Igualmente, queridos y queridas jóvenes, estad preparados a decir "sí", si Dios os llama a seguirlo en el camino del sacerdocio ministerial o de la vida consagrada"
El tercer ámbito de empeño es el de la vida cotidiana: la familia, la escuela, el trabajo y el tiempo libre. "Cultivad vuestros talentos no sólo para conquistar una posición social, sino también para ayudar a los demás "a crecer". Desarrollad vuestras capacidades, no sólo para ser más "competitivos" y "productivos", sino para ser "testigos de la caridad”. En particular el Papa exhorta a los jóvenes a profundizar en la doctrina social de la Iglesia, para que su acción en el mundo se inspire e ilumine en ella.
Por último, el Papa invita a los jóvenes a "osar al amor" ya que " amor es la única fuerza capaz de cambiar el corazón del hombre y de la humanidad entera" como vemos de la vida de los Santos, entre ellos, la Madre Teresa, “humilde testigo del amor divino". "Sólo la ayuda del Señor nos permite huir de la resignación frente a la enormidad de la tarea a llevar a cabo y nos infunde el valor de realizar lo que humanamente es impensable" exhorta el Santo Padre, recordando la necesidad del contacto con el Señor en la oración y en la eucaristía, la gran escuela del amor. Maria, Madre de Cristo y la Iglesia, ayudas los jóvenes " hacer resonar en todas partes el grito que ha cambiado el mundo: "¡Dios es amor!". (S.L) (Agencia Fides 6/2/2007, Líneas: 65 Palabras: 1024)


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