VATICANO - En el Ángelus el Papa recuerda el martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo, “considerado como la auténtica acta de nacimiento de la Iglesia de Roma… Su sangre se fundió en un único testimonio de Cristo”. Llamamiento por la paz en Tierra Santa

viernes, 30 junio 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Los Santos Pedro y Pablo, “Apóstoles de Cristo, columnas y fundamento de la ciudad de Dios” como canta la liturgia, han sido recordados por el Santo Padre Benedicto XVI antes de la oración del Ángelus, en el día de su fiesta litúrgica. “Su martirio es considerado como la auténtica acta de nacimiento de la Iglesia de Roma - dijo el Papa -. Estos dos Apóstoles dieron su testimonio supremo a poca distancia de tiempo y de espacio uno de otro… Su sangre se fundió en un único testimonio de Cristo”. El Papa citó después a San Ireneo y a Tertuliano, el cual escribió: “¡Cuán feliz es esta Iglesia de Roma! Fueron los Apóstoles mismos quienes derramaron en ella, juntamente con su sangre, toda la doctrina” y explicó: “Precisamente por esto, el Obispo de Roma, Sucesor del apóstol Pedro, desempeña un ministerio peculiar al servicio de la unidad doctrinal y pastoral del pueblo de Dios esparcido por todo el mundo”.
La entrega del Palio a algunos Arzobispos Metropolitanos, acontecida poco antes durante la Solemne Concelebración Eucarística en la Basílica Vaticana, dio pie a Benedicto XVI para recordar que el antiguo signo litúrgico, “expresa la comunión especial de estos pastores con el Sucesor de Pedro” e invitó a rezar por estos Pastores y por las Iglesias locales a ellos confiadas. Otro motivo de alegría recordado por el Papa era la presencia en Roma, con ocasión de la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, de una Delegación enviada por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomeo I. “A los miembros de esta delegación les reitero con afecto mi bienvenida y de corazón doy las gracias al Patriarca por haber hecho aún más manifiesto, con este gesto, el vínculo de fraternidad que existe entre nuestras Iglesias”. El Santo Padre tras esto invitó a invocar con confianza a María, Reina de los Apóstoles, para que “obtenga a los cristianos el don de la unidad plena” y la Iglesia que está en Roma y todo el pueblo de Dios puedan dar “al mundo testimonio de unidad y de valiente entrega al Evangelio de Cristo”.
Tras haber recitado la oración mariana del Ángelus, el Papa hizo el siguiente llamamiento por la paz en Tierra Santa: “Sigo con inquietud cuanto sucede en Tierra Santa y rezo para que todas las personas raptadas sean prontamente restituidas a los suyos. Hago un llamamiento a los Responsables israelitas y palestinenses para que, con la generosa contribución de la comunidad internacional, busquen responsablemente un reglamento negociado del conflicto, única forma de asegurar la paz a la que aspiran sus pueblos”. (SL) (Agencia Fides 30/6/2006 Líneas: 33 Palabras: 492)


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