ASIA/CHINA - La comunidad católica de Xi’an recuerda a su amado Pastor

miércoles, 31 mayo 2006

Xi’an (Agencia Fides) - Su Ecx. Mons. Antonio Li Du’an ha sido uno de los Obispos chinos más conocidos y estimados en China y en el extranjero: un hombre que ha creído verdaderamente en el diálogo. Firme en los principios de la fe católica, ha tratado de dialogar con todos, buscando siempre posibles puntos de entendimiento y espacios útiles para el anuncio del Evangelio. Su forma de comportarse no era para nada la contraposición. El Prelado ha mostrado también un estilo de diálogo que se podría definir como “verdaderamente evangélico”: firme en sus principios, sereno y manso al dar razón de su propia fe y siempre respetuoso con todos.
Al respecto son verdaderamente elocuentes y edificantes las amplias y numerosas descripciones de los terribles años de persecución, pasados en la cárcel o en trabajos forzados a causa de la fe.
Después del 1997, tras la muerte del Presidente del denominado “Colegio de los Obispos”, sus hermanos en el episcopado deseaban que Mons. Li Du’an aceptara el cargo de Presidente. Tras reflexionar largamente, él ofreció su disponibilidad para aceptar el cargo frente a los funcionarios del gobierno central, con tal de que fuera claro para todos que era un Obispo en comunión con el Papa y que no renunciaría jamás a la comunión visible con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal. Por este motivo fue elegido sólo Vicepresidente.
Debido a que su nombre aparecía siempre en la lista oficial de algunas instituciones centrales de la Iglesia en China, varios católicos le reprochaban no haber roto las relaciones con las autoridades gubernamentales, mientras declaraba oficialmente su fidelidad a Roma: muchos no han entendido sus declaraciones y su modo de obrar. Esta incomprensión fue para él un motivo de sufrimiento pero, como hombre de fe, lo afrontó siempre con serenidad de espíritu. Hablando con él se constataba inmediatamente la estima que sentía hacia los mensajes que el Papa Juan Pablo II, en los que se invitaba a los católicos chinos a la reconciliación y el diálogo.
Su no participación a las ordenaciones episcopales ilegítimas del 6 de enero de 2000 en Pekín, le puso en una situación más difícil, bajo una presión y vigilancia más constante por parte del Gobierno.
Mons. Li Du’an fue uno de los cuatro Obispos de la República Popular China que el Santo Padre Benedicto XVI invitó el año pasado a participar en el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía. Murió llevando en el dedo el anillo que Benedicto XVI le envió tras el Sínodo: a quien lo iba a visitar en el hospital, el Prelado le mostraba el anillo con orgullo: “Este es el signo de mi comunión con el Papa” decía, y lo mostraba como su tesoro más precioso.
Era un hombre de gran espiritualidad y esto le permitía afrontar serenamente las situaciones más difíciles, como la de la injusta expropiación del terreno cercano a la catedral, acontecido el año pasado: él prefirió volver a comprar el terreno, para evitar nuevos problemas a la Iglesia.
Todos han apreciado su gran optimismo respecto al futuro de la Iglesia en China. Con frecuencia repetía: “Este es el momento favorable para la evangelización de China”. A quien le hacía notar que los protestantes se difunden con más celeridad por el país él decía sin amargura que era un hecho positivo: “Es hermoso: así tantas personas conocen a Jesús. Además algunas de ellas, cuando conozcan la mayor riqueza de la fe católica se harán católicos”.
Mons. Li Du’an expresó el mismo optimismo respecto a las relaciones chino-vaticanas, pocos días después de las ordenaciones ilegítimas de dos Obispos, realizadas respectivamente en Kunming y Wuhu el pasado 30 de abril y el cercano 3 de mayo: “Las relaciones chino-vaticanas se realizarán en un plazo de tres a cinco años - dijo con convicción -, es un deseo de todos los católicos chinos. Hay dificultades, pero será posible establecer relaciones diplomáticas en un tiempo no excesivamente largo. Tengamos esperanza, querría que todos nosotros rezáramos para que las relaciones Santa Sede - Pekín sean una realidad y querría ver esta realidad en el curso de mi vida. Existen dificultades, pero las dos partes pueden llegar a un acuerdo. No es cuestión de una “doble fidelidad” de los católicos - a Pekín y al Papa - porque son esferas distintas a esto. Allí donde existen relaciones diplomáticas, éstas no crean obstáculos de este tipo. Sé que el Papa Benedicto XVI tiene en un gran aprecio a la Iglesia China: mi gran deseo es verle en China”.
Mons. Li Du’an nos ha dejado antes de ver realizado su deseo, pero desde el Cielo ciertamente podrá obtener este don para el bien del país, que él ha servido con lealtad, y por la Iglesia en China, por la que no ha ahorrado un minuto de su vida.
El llorado Arzobispo Metropolita de Xi’an, estimado y amado por sus sacerdotes y sus fieles, temido por las autoridades, apreciado en China y en el Extranjero tanto por los católicos “oficiales” como por los “clandestinos” como por los hermanos protestantes, se destaca como una de las figuras más luminosas del Episcopado chino. (Agencia Fides 31/5/2006 Líneas: 59 Palabras: 867)


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