VATICANO - El Santo Padre Benedicto XVI en la ciudad natal de Juan Pablo II: “Wadowice no podía faltar en el curso de la peregrinación que estoy realizando en tierra polaca tras sus huellas. He querido detenerme justamente aquí, en los lugares donde su fe se ha despertado y madurado”

lunes, 29 mayo 2006

Cracovia (Agencia Fides) - El sábado por la mañana, 27 de mayo, el Santo Padre Benedicto XVI dirigió sus pasos hasta Wadowice, ciudad natal de Juan Pablo II. El Papa visitó la Basílica de la Inmaculada Concepción, donde Karol Wojtyla recibió el bautismo y, a continuación, la casa natal de Juan Pablo II, convertida ahora en Museo. A las 11 horas el Santo Padre tuvo el encuentro con la población en la Plaza Rynek. “He llegado con gran emoción al lugar del nacimiento de mi gran predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, la ciudad de su infancia y de su juventud - dijo el Santo Padre Benedicto XVI -. Wadowice no podía faltar en el curso de la peregrinación que estoy realizando en tierra polaca tras sus huellas. He querido detenerme justamente aquí, en los lugares donde su fe se ha despertado y madurado, para rezar junto con vosotros para que pronto sea elevado a la gloria de los altares”.
En particular el Papa ha recordado que Juan Pablo II cuando se refería a los años de su infancia, volvía frecuentemente al signo de la fuente bautismal, “que él rodeaba de una particular veneración”, en la “profunda conciencia de la gracia divina, del gratuito amor de Dios por el hombre que, mediante el bautismo con el agua y la efusión del Espíritu Santo, introduce al catecúmeno en la multitud de sus hijos redimidos por la Sangre de Cristo. Pero debe estar presente la conciencia de que el bautismo que justifica es también una llamada a tener cuidado de la justicia nacida de la fe. El programa más común de una vida auténticamente cristiana se resume en la fidelidad a las promesas del Santo Bautismo”. La Basílica de Wadowice y la parroquia nativa eran señalados por Juan Pablo II como “lugares de particular importancia para el desarrollo de su vida espiritual y de la vocación sacerdotal - dijo Benedicto XVI - Su amor por la Iglesia nació en la parroquia de Wadowice. En ella vio el ambiente de la vida sacramental, de la evangelización y de la formación a una fe madura”. Finalmente el Papa Benedicto XVI recordó el profundo amor de los habitantes de Wadowice a la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro: “En el espíritu de esta devoción, ante esta Imagen quiero dar gracias a Dios por el pontificado de Juan Pablo II y pedir como él a la Virgen que cuide de la Iglesia, de la que por voluntad de Dios, se me ha confiado la guía”.
Terminada la visita a Wadowice, el Santo Padre se trasladó al Santuario de la Virgen de Kalwaria, dedicado a la Pasión de Jesús y a la Virgen de los Dolores. A la comunidad franciscana a la que está confiado el Santuario y a los fieles presentes, el Santo Padre dijo: “Siguiendo el ejemplo de Juan Pablo II, también yo me dirijo a vosotros con la cordial petición de rezar por mí y por toda la Iglesia. Querría decir también yo, como el querido Cardenal Estanislao, espero que la Providencia nos conceda pronto la Beatificación y Canonización de nuestro amado Papa Juan Pablo II”.
De camino hacia Cracovia, el Papa se ha detenido en el Santuario de la Divina Misericordia en Lagiewniki, recogiéndose en oración ante la tumba de Santa Faustina Kowalska.
Dentro de la Basílica, el Santo Padre dirigió un pequeño discurso a los 800 enfermos presentes: “En esta circunstancia estamos frente a dos misterios: el misterio del sufrimiento humano y el misterio de la Divina Misericordia. De primeras estos dos misterios parecen contraponerse. Pero cuando tratamos de profundizar en ellos a la luz de la fe, vemos la armonía que existe entre ambos. Esto sucede gracias al misterio de la Cruz de Cristo… Vosotros, queridos enfermos, marcados por el sufrimiento en el cuerpo o en el alma, sois los más unidos a la Cruz de Cristo pero, al mismo tiempo los más elocuentes testigos de la misericordia de Dios… Sois vosotros los que, diciendo en el silencio del corazón: “Jesús confío en Ti”, nos enseñáis que no hay una fe más profunda, una esperanza más viva y un amor más ardiente que la fe, la esperanza y el amor de quien en el desconsuelo se pone en las manos seguras de Dios. Y las manos de aquellos que os ayudan en el nombre de la misericordia sean una prolongación de estas grandes manos de Dios”. (S.L.) (Agencia Fides 29/5/2006 Líneas: 55 Palabras: 790)


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