VATICANO - Miles de fieles en la plaza de San Pedro para la Vigilia Mariana en el primer aniversario de la muerte de Juan Pablo II. El Papa Benedicto XVI: "Él continua estando presente en nuestra mente y en nuestro corazón, continua comunicándonos su amor a Dios y su amor al hombre"

lunes, 3 abril 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En el primer aniversario de la muerte del Siervo de Dios, el Papa Juan Pablo II, la Diócesis de Roma ha promovido una Vigilia mariana que tuvo lugar en la plaza de San Pedro la tarde del domingo 2 de abril. Los miles de fieles romanos que llenaban la plaza, a los que se unieron numerosos peregrinos de otras naciones, inundaron la plaza de luces procedentes de las antorchas encendidas. La Vigilia comenzó con la lectura de algunos textos de Karol Wojtyla, intercalados con cantos ejecutados por el Coro de la Diócesis de Roma. Después, a las 21horas, el Santo Padre Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio para dirigir el rezo del Santo Rosario. Al término de la oración, cerca de la hora de la muerte de Juan Pablo II, el Santo Padre se dirigió a los presentes con un breve discurso. "Ha pasado ya un año de la muerte del Siervo de Dios Juan Pablo II, ocurrida casi a esta misma hora - dijo Benedicto XVI -, pero su memoria continua más viva que nunca entre nosotros, como lo testimonian las numerosas manifestaciones programadas en estos días, en todas las partes del mundo. Él sigue estando presente en nuestra mente y en nuestro corazón; sigue comunicándonos su amor a Dios y su amor al hombre; sigue suscitando entre todo, especialmente entre los jóvenes, el entusiasmo del bien y el valor de seguir a Jesús y sus enseñanzas”.
Para intentar resumir la vida y el testimonio de este gran Pontífice, el Papa Benedicto XVI utilizó dos palabras: "fidelidad" y "dedicación", es decir "fidelidad total a Dios y dedicación sin reservas a su misión como Pastor de la Iglesia universal". "Fidelidad y entrega que resultaron todavía más convincentes y conmovedoras en los últimos meses … Su enfermedad, afrontada con valentía, hizo que todos prestarán más atención al dolor humano, a todo dolor físico y espiritual; dio al sufrimiento dignidad y valor, testimoniando que el hombre no vale por su eficacia, por su apariencia, sino por sí mismo, porque ha sido creado y amado por Dios. Con las palabras y los gestos el querido Juan Pablo II no se cansaba de indicar al mundo que si el hombre se deja abrazar por Cristo, no mortifica la riqueza de su humanidad; si le ama con todo su corazón, no le faltará nada. Por el contrario, el encuentro con Cristo hace nuestra vida más apasionante. Precisamente porque se acercó cada vez más a Dios en la oración, en la contemplación, en el amor por la Verdad y la Belleza, nuestro querido Papa pudo hacerse compañero de viaje de cada uno de nosotros y hablar con autoridad incluso a quienes están lejos de la fe cristiana."
El Papa Benedicto XVI exhortó después "a acoger de nuevo la herencia espiritual que nos ha dejado": vivir buscando incansablemente la única Verdad que satisface nuestro corazón, no tener miedo de seguir a Cristo, para llevar a todos el anuncio del Evangelio, que es fermento de una humanidad más fraterna y solidaria. Después el Papa se ha dirigido a los fieles reunidos en la plaza frente la Curia Arzobispal de Cracovia, para el rezo del Vía Crucis dirigido por el Card. Stanislaw Dziwisz, que estaban conectados con la plaza de San Pedro: "Está vivo entre nosotros el recuerdo de Juan Pablo II y no se apaga el sentido de su espiritual presencia - dijo Benedicto XVI en polaco. La memoria del particular amor que nutrió por sus compatriotas sea siempre para vosotros la luz en el camino hacia Cristo". (S.L) (Agencia Fides 3/4/2006 - Líneas: 42 Palabras: 650)


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