ASIA/ TIERRA SANTA - Padre Neuhaus: las políticas y quimeras que siembran muerte en la tierra de Jesús

jueves, 9 noviembre 2023 Áreas de crisis  

Por Gianni Valente

Jerusalén (Agencia Fides) - Las atrocidades que nuevamente han provocado muerte y sufrimiento en la tierra de Jesús tienen profundas raíces. Este desastre se nutre de una mezcla tóxica de "políticas basadas en un nacionalismo extremista, justificadas como fervor religioso, tanto en Israel como en Palestina". Así lo destaca el padre David Neuhaus, jesuita israelí y profesor de Sagrada Escritura, en una entrevista con la Agencia Fides.
Nacido en Sudáfrica de padres judíos alemanes que huyeron de Alemania en los años 30, el padre David ha sido también Vicario Patriarcal del Patriarcado Latino de Jerusalén para los católicos de expresión hebrea y para los emigrantes en el pasado.

-Padre David, el camino trazado por la reciente tragedia en Tierra Santa está sembrando muerte y dolor. En medio de todo esto, ¿realmente tiene sentido la solución militar elegida, la idea de "erradicar" militarmente a Hamás? ¿O existen otros factores que impulsan estas decisiones?

-El Papa Francisco desde el Ángelus del 8 de octubre, al inicio de este ciclo de violencia, expresó: "¡La guerra es una derrota! ¡Cada guerra es una derrota! Recemos por la paz en Israel y Palestina". Tal vez sea un error pensar que la opción militar está dictada por la lógica. Parece más una reacción emocional a la conmoción del 7 de octubre: 1.400 hombres, mujeres y niños muertos y 250 secuestrados. La pérdida de tantas vidas alimenta el deseo de venganza. Este ataque ha desmitificado algunas creencias fundamentales. En primer lugar, la suposición de que el ejército israelí es invencible: ¿cómo pudieron cientos de milicianos atravesar la frontera? En segundo lugar, la creencia de que los judíos han encontrado una patria segura: ¿cómo pudo ocurrir aquí una masacre semejante? El intenso dolor por la pérdida de seres queridos, la ansiedad y la frustración por los secuestrados se mezclan con la rabia de que el ataque haya podido suceder realmente.

La opción militar ha alimentado la mentalidad que acompaña a la guerra. En primer lugar, se sostiene que se debe luchar hasta alcanzar la victoria, pero ¿qué significa realmente la victoria en este caso? ¿Erradicar a Hamás? Esta idea se ha traducido operativamente en la destrucción de Gaza, cobrándose la vida de miles de personas y dejando a decenas de miles de hombres, mujeres y niños heridos, además de destruir la ciudad y sus alrededores. El otro bando es visto como la encarnación del mal. El periodista israelí Alon Goldstein escribe: "Tan terrible como es, también es tan simple: en cada generación, hay quienes pretenden aniquilarnos porque somos judíos. Ahora nos enfrentamos a criaturas despreciables, nazis reencarnados, Amalek... Israel no debe detenerse, ni pestañear, ni dudar, ni escuchar a nadie más que a los ojos de nuestros hijos, nietos y bisnietos... Debemos golpear al enemigo árabe con una fuerza que lo ponga de rodillas, hiriendo a cada familia...".

Por supuesto, existen otros factores en juego. Más del 80% de los israelíes culpan a Netanyahu por los fallos evidentes que permitieron el atentado del 7 de octubre. Sabiendo que su carrera política está llegando a su fin, parece tener poco interés en poner fin a la guerra. Además, la guerra también sirve como una distracción para las maniobras en Cisjordania, donde se fomenta la presencia judía y se intenta expulsar a los palestinos de sus tierras.

-Diplomáticos y políticos están reviviendo la fórmula de los "dos Estados" y tratando de restablecer la credibilidad y el peso político de Al Fatah y Abu Mazen. Sin embargo, ¿sigue esta perspectiva abierta y siendo posible?

- Hay que recordar que en 1947, las Naciones Unidas decidieron la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro palestino. La legitimidad del Estado de Israel se basa en el establecimiento de un Estado palestino. Sin embargo, el Estado palestino nunca se ha establecido. En la actualidad, 2 millones de palestinos son ciudadanos de segunda clase en Israel y más de 5 millones viven en los territorios ocupados por Israel tras la guerra de 1967. Más de la mitad del pueblo palestino vive en el exilio, fuera de la Palestina histórica. Hay dos pueblos, pero un solo Estado.

En la década de 1990, israelíes y palestinos parecían haber llegado a un compromiso. Los dirigentes palestinos exiliados, en su mayoría Fatah, regresaron a una Palestina que estaba tomando forma en Cisjordania y la Franja de Gaza. Sin embargo, Israel siguió construyendo asentamientos y controlando la mayor parte del territorio. La Autoridad Palestina quedó confinada a zonas densamente pobladas. En 2005, Israel se retiró unilateralmente de la Franja de Gaza, una zona densamente superpoblada, de la que casi el 70% son refugiados expulsados del Estado de Israel en 1948. La miseria de Gaza ha sido un caldo de cultivo para el extremismo y Hamás tomó el control de la Franja en 2007. Ese mismo año, Israel impuso un asedio a Gaza, convirtiéndola en lo que se ha calificado de "prisión al aire libre". En 2008, 2012, 2014 y 2021 estallaron guerras esporádicas.

Hamás ha expresado su firme oposición a la solución de los dos Estados, al igual que los grupos extremistas judíos. Sin embargo, ha sido el Primer Ministro israelí Netanyahu quien ha obstaculizado concretamente la realización de la solución de los dos Estados desde la década de 1990. En su actual gobierno hay quienes exigen el traslado de palestinos a través de las fronteras, negándose a reconocer que son un pueblo. Durante la última ronda de hostilidades, un ministerio israelí ha trabajado en un plan para trasladar a cientos de miles de palestinos de Gaza a la península del Sinaí, gobernada por Egipto.

Paralelamente a esta postura inflexible, la Autoridad Palestina, que está completamente a merced de la benevolencia de Israel, ha caído en la corrupción y una gestión ineficiente. Su posible recuperación, después de tantos años de desmantelamiento del concepto de dos Estados y de la decadencia interna de la Autoridad Palestina, podría ser ahora simplemente una mera ilusión.

-En medio de esta nueva tragedia, ¿cómo debemos evaluar las palabras y acciones de las Iglesias locales, y especialmente las palabras del Papa Francisco?

- Libre de las ataduras de los intereses políticos, la Iglesia puede ser profética, recordando a todos que todo ser humano, sea militante de Hamás o colono sionista, ha sido creado a imagen de Dios. La Iglesia puede permitirse ser "ingenua" y promover la convicción de que mañana puede ser diferente de hoy, que los errores de ayer no tienen por qué condicionar el mañana. En una carta dirigida a los fieles el 24 de octubre de 2023, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén, escribe: "Tener hoy aquí el coraje del amor y de la paz significa no dejar que el odio, la venganza, la ira y el dolor ocupen todo el espacio de nuestros corazones, de nuestras palabras, de nuestros pensamientos (...) nuestras palabras deben ser creativas, vivificantes, deben dar perspectiva y abrir horizontes".
Con sus palabras, la Iglesia puede abrir nuevos horizontes. En Tierra Santa, en Israel y Palestina, en sus instituciones, escuelas, hospitales, orfanatos y hogares, la Iglesia sirve a todos, israelíes y palestinos.

Además, la Iglesia ha mantenido una posición sensata sobre Israel y Palestina desde la década de 1920, cuestionando la promoción del etnocentrismo judío en Palestina. La Iglesia debe seguir desempeñando este papel crucial, que implica tanto condenar el terrorismo de Hamás como abordar las causas subyacentes de la inestabilidad en la región, tal como lo hace el cardenal Pizzaballa en su carta a los fieles: "Sólo poniendo fin a décadas de ocupación y a sus trágicas consecuencias, y dando una perspectiva nacional clara y segura al pueblo palestino, podrá iniciarse un proceso de paz serio. Si no se resuelve este problema de raíz, nunca habrá la estabilidad que todos esperamos. (...) Se lo debemos a las numerosas víctimas de estos días y de los años pasados. No tenemos derecho a dejar esta tarea en manos de otros".

- El editorial de Haaretz del 6 de noviembre ("Fire Israel Far Right") habla de "extrema derecha mesiánica y kahanista" que goza ahora de gran poder en Israel y en el gobierno israelí, y que ve en esta guerra una oportunidad, una ocasión. ¿Qué peso tiene este factor en el escenario de la guerra y en las decisiones individuales del gobierno israelí?

- Los impulsos mesiánicos han estado presentes en el sionismo desde su fundación, una preocupación que ha sido enfatizada por la oposición ultraortodoxa al movimiento desde sus inicios. La mezcla particularmente nociva de nacionalismo etnocéntrico, religión y fundamentalismo bíblico se volvió prominente tras la guerra de 1967. En este contexto, ignorando tanto el derecho internacional como los derechos de la población palestina nativa, los colonos se establecieron en ciudades bíblicas recién conquistadas, como Hebrón y Nablús. Para estos colonos, estas áreas tenían un valor simbólico y religioso superior incluso a ciudades como Tel Aviv o Haifa. Creían firmemente en un mandato divino para colonizar estas tierras, lo que exacerbó su discurso racista y sus acciones violentas. La resistencia palestina quedó aplastada por un ejército que rara vez reaccionó ante la violencia de los colonos, incluso cuando ésta ponía en peligro al propio ejército. La ocupación israelí de Jerusalén Este ha dado visibilidad a grupos mesiánicos que pretenden establecer una presencia judía en el interior del Haram al-Sharif, el tercer lugar más sagrado del Islam. Estos grupos, que se refieren a él como el Monte del Templo, no sólo han solicitado permiso para rezar allí, sino que también han tratado de eliminar todo rastro de presencia no judía. Estos grupos incluso han empezado a planear la construcción de un Tercer Templo, siguiendo antiguos rituales de sacrificio descritos en el Antiguo Testamento.
Cada vez más israelíes han ingresado al Haram al-Sharif para rezar, amparados por una intensa protección policial, a pesar de las enérgicas protestas palestinas.

Según estos grupos, los palestinos sólo podrían permanecer en la tierra de Israel si reconociesen la hegemonía judía. En el actual gobierno israelí, los líderes de estos grupos ahora ocupan cargos como ministros y controlan recursos clave. La política basada en el nacionalismo extremista, justificado como fervor religioso, tanto en Israel como en Palestina, representa la oposición más sólida a cualquier intento de resolver el conflicto.
(Agencia Fides 9/11/2023)


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