ÁFRICA/MOZAMBIQUE - “Antiquum ministerium” y el sueño realizado del Centro Catequético de Uncanha, la “ciudadela de los catequistas”

sábado, 17 junio 2023 catecismo   catequistas   iglesias locales   evangelización   misión  

Por Stefano Lodigiani

Tete (Agencia Fides) – “En 2017, cuando llegué a Uncanha, estaba empezando a tomar forma el sueño de un centro de formación para catequistas, un 'Centro Catequético', que abarcase a toda la familia, no solo a cada uno de los catequistas, y ofreciese así una formación más completa y profunda durante un período de tiempo bastante largo. El modelo en el que se inspiraba era el centro de formación de catequistas de Guiua”.
Así lo relata a la Agencia Fides el padre Carlo Biella, misionero de la Consolata (IMC) desde 1989, que ha vivido en Mozambique en tres períodos de su vida: durante su tiempo de formación, en 1992, antes de su ordenación sacerdotal en 1994; de 2000 a 2007 en Niassa; desde 2015 hasta la actualidad, primero en Niassa durante dos años y desde 2017 en la diócesis de Tete, para compartir el compromiso misionero en los distritos de Maravia y Zumbo, de los que los misioneros de la Consolata se hicieron cargo en 2013, después de 40 años durante los cuales un sacerdote solo podía visitar estas comunidades una vez al año. En la actualidad, el padre Biella forma parte del equipo de formadores del Centro Catequético de Uncanha, en la diócesis de Tete, por lo que ha apreciado de modo especial la Carta Apostólica Antiquum ministerium.
El padre Biella señala que, desde su llegada a Uncanha, el Centro de Formación de Catequistas era un tema recurrente, tanto en las reuniones pastorales como en las del equipo misionero, suscitando el interés y la aportación de todos. En aquella época, el padre Franco Gioda estaba reformando la casa de los misioneros: la misión de Uncanha, de hecho, había sido fundada en 1958 por misioneros de Burgos, pero había sido abandonada en 1971. En 2017, los Misioneros de la Consolata asumieron el cuidado pastoral de la zona, atendiendo a las comunidades cristianas que tenían como referencia las tres parroquias locales. A través de encuentros pastorales, se inició el diálogo y se promovió el crecimiento comunitario. Y también se hizo evidente la necesidad de garantizar la formación de los agentes pastorales.
Desde el principio de su puesta en marcha, se acordó que el centro debía cumplir ciertos requisitos considerados esenciales: ser "familiar", estar activo todo el año y tener una dimensión interparroquial, con la posibilidad de modificar de forma inmediata las direcciones o los programas para adaptarse mejor a las necesidades y urgencias que fueran surgiendo a lo largo del proyecto. “Implicamos a los 5 consejos de las 5 regiones que acompañábamos -continúa el padre Biella-, preguntándoles si estaban de acuerdo, si sentían la necesidad, de qué manera podían colaborar, sin descuidar la necesaria identificación de las personas disponibles para ser formadas para este servicio. Nuestro Centro de Formación no estaba destinado única y exclusivamente a los catequistas de la zona, sino abierto a todos aquellos que tenían responsabilidad pastoral y, por tanto, necesitaban ser acompañados en su camino de fe y en su formación”.
“Con el apoyo de nuestro superior regional, el padre Diamantino Guapo Antunes, ahora obispo de Tete, y de la diócesis, y contando con la ayuda de las comunidades y los animadores, conseguimos construir cinco casitas para alojar a las familias de los que querían prepararse para el servicio de catequista", recuerda el padre Biella. "Después de las cinco familias alojadas en las primeras casitas que estaban listas, llegaron otras 11 familias que se construyeron casas de bambú, paja y barro. En 2018, estas familias fueron acompañadas en su camino de formación por el padre Gioda, diácono, ahora párroco, por mí y por otro misionero: los visitábamos regularmente, ofreciendo garantizando también la sustitución de los formadores cuando era necesario. Así comenzó la aventura del Centro Catequético de Uncanha”.
El padre Biella se detiene precisamente en la figura del padre Franco Gioda, animador incansable y entusiasta de toda la actividad pastoral y misionera en la zona, a la que llegó en 2013 junto con otros dos misioneros: el padre tanzano Giacinto, y el padre colombiano Edoardo. En ese contexto, la presencia de catequistas se reveló enseguida como importante, por no decir necesaria, ya que los misioneros tenían limitaciones culturales, lingüísticas, de salud, de adaptación..., y además debían hacer frente a las grandes distancias que dividían a las numerosas comunidades: en el territorio de las tres parroquias, había hasta 140 comunidades que seguir. “Sin duda -comenta el misionero de la Consolata- el padre Gioda era hijo del Concilio, de ese espíritu que ha acompañado a muchos misioneros en su obra de evangelización, fuerte en la conciencia de que la misión es parte constitutiva de la Iglesia y que está encomendada a todos los bautizados”.
Reconociendo la contribución fundamental de los catequistas a la obra de evangelización, el padre Gioda ya había comenzado a promover Semanas de Formación para catequistas en 2015 y 2016. “Pero su iniciativa -recuerda el padre Biella- se encontró con dos limitaciones: la dificultad de organizar las semanas de formación en todas las zonas (hoy son 34) y el acercamiento de nuevas personas durante la semana, lo que llevó a modificar el programa para facilitar su inclusión. De ahí nació la idea del centro Catequético”.
A finales de 2018, el padre Gioda fue trasladado a Tete, para reabrir la parroquia de San Pablo y asumir la tarea de animador misionero en la vasta zona anexa. El padre Carlo Biella se quedó para dirigir a los catequistas en formación, asistido por 2 seminaristas de la diócesis, que siempre ha garantizado la presencia de seminaristas o diáconos o sacerdotes en el centro. En la actualidad, hay 12 pequeñas viviendas construidas para alojar a las familias de los catequistas, además de la casa de los misioneros, la sala de formación y la escuela, para niños de primero y segundo curso.
“En estos seis años -cuenta el padre Biella- hemos llegado a formar a unas cincuenta familias. El equipo de formadores está compuesto por un seminarista, un sacerdote diocesano, dos Misioneros de la Consolata y tres Hermanas de la Inmaculada Concepción de Lishinga, presentes en la misión desde el año pasado. El camino se basa en cuatro pilares: espiritualidad, formación, comunión y misión. Comenzamos a las 6.30 h, cuando suena la campana y nos reunimos para la celebración de la Palabra o la celebración de la misa. A las 8.30 se inicia la formación, que en la segunda parte de la mañana incluye la reflexión bíblica sobre la Palabra de Dios escuchada por la mañana y la puesta en común por parte de los presentes. La tarde se dedica a actividades de promoción humana, como el estudio de la lengua portuguesa. La jornada termina con el Rosario o la adoración eucarística, el jueves”.
El padre Biella subraya el respaldo garantizado por la diócesis a la intensa labor de formación que lleva a cabo el Centro. La diócesis, en los dos últimos años ha pedido que se abra a todas las parroquias de su territorio. En las intenciones del Obispo está también la apertura de otro centro catequético, para los catequistas de las parroquias de habla cinyungue. “El Obispo -informa el padre Biella- viene a menudo a reunirse con catequistas y formadores, dentro de los límites que le imponen sus numerosos compromisos pastorales. Dicha presencia está garantizada al final del año de formación, cuando, durante la misa, entrega a las familias el mandato de envío misionero, que concierne a toda la familia, siguiendo el rito preparado después de Antiquum Ministerium. El Obispo pide expresamente la disponibilidad de los catequistas y de sus esposas para ponerse a disposición de los párrocos para las necesidades de la evangelización. El envío va acompañado de la entrega del crucifijo, la Biblia y la túnica blanca para dirigir las celebraciones, mientras que a las esposas se les entrega el rosario. El ambiente en esta ocasión es de fiesta y de alabanza al Señor por parte de toda la comunidad por los nuevos catequistas que enriquecen las filas de los obreros de la viña del Señor”.
(Agencia Fides 17/6/2023)


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