ASIA/BAHRÉIN - El viaje del Papa y la aventura de seguir a Cristo en la cuna del Islam

jueves, 3 noviembre 2022 papa francisco   iglesias locales   islam   migrantes   misión   fraternidad  

Por Gianni Valente

Manama (Agencia Fides) - El recién iniciado viaje apostólico del Papa Francisco al Reino de Bahréin (del 3 al 6 de noviembre) es también una ocasión propicia para reconocer los sorprendentes modos en que la promesa de Cristo ("Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo") puede resplandecer en la vida de los hombres y mujeres en cualquier contexto y situación, a lo largo de las vicisitudes de la historia.

Una Iglesia florecida “sin mandato”
En los primeros siglos del cristianismo, la península arábiga fue alcanzada por la apasionante progresión misionera llevada a cabo en Asia por la antigua Iglesia de Oriente, de ascendencia nestoriana. Una aventura de la que quedan rastros en los vestigios de antiguas iglesias dispersas por Arabia Saudí. En las últimas décadas, los flujos migratorios también han llevado a millones de cristianos en busca de trabajo a los países de la península. De este modo, aquellas naciones unidas por un orden político y social de firme matriz islámica se han convertido en el escenario de un singular fenómeno de florecimiento eclesial.
Entre los 1,5 millones de residentes actuales del Reino de Bahréin, los cristianos son más de 210.000. Los católicos, según datos de los responsables pastorales de la región, son al menos 80 mil. En toda la Península Arábiga hay actualmente más de dos millones de católicos, pertenecientes a nacionalidades y tradiciones eclesiales diferentes: indios, filipinos, pakistaníes, esrilanqueses, libaneses, jordanos, egipcios, o de diferentes países de Europa y América... Un cristianismo multilingüe y multi-ritual, surgido de forma imprevista, sin ayuda de ninguna campaña de reclutamiento. Una comunidad eclesial reunida a partir de los intereses vitales y concretos que impulsan a millones de personas a abandonar su tierra natal para buscar un salario digno en la Península Arábiga en las plantas de extracción de petróleo, en las obras de construcción de rascacielos de vidrio y hormigón armado, en las casas de los ricos locales, en las redes de servicios e infraestructuras que han crecido con el auge económico de la región. El efecto -imprevisto y no buscado- es que nunca ha habido tantos cristianos en la Península Arábiga como ahora.
La variada comunidad católica de Bahréin -como las demás diseminadas por la Península- comparte también una condición de temporalidad móvil que en otras formas y situaciones caracteriza la vida cotidiana de gran parte de la humanidad, en la época de la globalización y de los grandes flujos migratorios. Lo que une a la multitud de expatriados cristianos que viven en la Península Arábiga no es el arraigo en tradiciones étnicas, familiares o culturales comunes. Lo que une a las personas son sus propias dinámicas -en primer lugar las sacramentales- que constituyen la fuente única y auténtica de toda experiencia eclesial.
En las parroquias a las que acuden comunidades con lenguas y ritos diferentes, cada Pascua y Navidad se administran muchos bautismos y cientos de miles de comuniones, mientras que miles de jóvenes se preparan para los sacramentos en las clases de catecismo. Mientras tanto, la labor educativa de las escuelas contribuye a aumentar el aprecio generalizado hacia la comunidad cristiana.

Realismo misionero
El florecimiento de las comunidades católicas en Bahréin y en la Península Arábiga también ha sido acompañado y apoyado por el servicio de los misioneros -religiosas, frailes, obispos, sacerdotes, laicos- que con un realismo flexible han encontrado la manera de asegurar la atención pastoral de los bautizados adaptándose al entorno. La Asamblea Anual de los Obispos Latinos en los países árabes en 2014 había sugerido que los inmigrantes católicos deberían respetar siempre «la cultura y las tradiciones de los países que los acogen». Y los obispos-misioneros de la Península Arábiga siempre han ejercido un enfoque realista y no antagónico con el orden establecido de la matriz islámica, trabajando con paciencia y discreción para obtener los permisos necesarios para la construcción de nuevas iglesias. Frente a quienes pretenden intercambiar la construcción de lugares de culto cristianos en esos países como el equivalente a las mezquitas construidas en Occidente, según la fórmula del "quid pro quo", el obispo capuchino Paul Hinder (vicario apostólico emérito de Arabia del Sur y actual administrador apostólico de Arabia del Norte) ya repitió hace tiempo que «insistir en la reciprocidad en sentido matemático no funciona». También su predecesor Bernardo Gremoli (1926-2017), que estuvo al frente del Vicariato Apostólico de Arabia desde 1976 hasta 2015, insistió en que hay que ser realistas. Y no era el caso de empeñarse en exigir reciprocidad en cuestiones marginales. De la misma opinión era el difunto obispo comboniano Camillo Ballin, que falleció por enfermedad en abril de 2020 cuando era vicario apostólico de Arabia del Norte. A las preguntas de quienes querían subrayar la oposición entre el cristianismo y el islam, Mons. Ballin respondía que en los países incluidos en el vicariato que le fue confiado «no hay persecuciones en curso», y reiteraba que nunca ha ideado estrategias para convertir a los musulmanes al cristianismo recordando que incluso en esas tierras la misión consiste «en imitar a Jesús».
El respeto por el contexto determinado caracteriza la vida ordinaria de muchas comunidades eclesiásticas en Bahréin, como en el resto de la Península Arábiga. Muchos cristianos mendigan la compañía y el consuelo de Cristo en medio de las dificultades y los sacrificios cotidianos, soportando pequeñas y grandes limitaciones sin posturas antagónicas. Saben que no se toleran las formas de proselitismo hacia los musulmanes. Y que las iglesias no pueden tener campanas que resuenen o una cruz izada en el techo.

Márgenes de la benevolencia islámica
El cuidado por evitar choques innecesarios con la mentalidad y los aparatos políticos locales ha contribuido a menudo a ganarse la condescendencia y la abierta simpatía hacia los católicos y sus obispos por parte de emires y autoridades que ejercen su poder en la península arábiga con formas muy alejadas de los modelos occidentales.
Desde hace décadas, excepto en Arabia Saudí, las iglesias se construyen en la Península en terrenos cedidos por emires y soberanos, como ocurrió en Bahréin con la nueva Catedral de Nuestra Señora de Arabia, consagrada el 10 de diciembre de 2021 durante una celebración eucarística presidida por el cardenal Luis Antonio Tagle (véase Fides 10/12/2021).
En el Estado de Bahréin, un emirato que se convirtió en reino en 2002, gobernado desde el siglo XVIII por la familia real Al Khalifa bajo el dominio británico y que se independizó en 1971, la sharia (ley islámica) es la principal fuente de legislación. La Constitución protege la libertad de conciencia y la inviolabilidad de los lugares de culto, pero reitera que estas garantías se ejercen de acuerdo con las costumbres observadas en el país. Así, por ejemplo, a los musulmanes no se les permite convertirse a otros credos, aunque no se hayan aprobado leyes que penalicen la conversión. En este marco establecido, los gobernantes de la familia Al Khalifa han mostrado una activa benevolencia hacia la Iglesia católica y sus comunidades. La iglesia del Sagrado Corazón de Manama, construida en 1939 en un terreno donado por el emir de la época, fue el primer lugar de culto católico construido en los países del Golfo en los tiempos modernos. En 2008, el actual Rey Hamad Bin Isa Al Khalifa fue recibido en Castel Gandolfo por el Papa Benedicto XVI, e invitó al Pontífice a realizar un viaje apostólico al Reino. Ese mismo año se acreditó el primer embajador de Bahréin ante la Santa Sede. 13 años más tarde, el 25 de noviembre de 2021, el propio rey Hamad envió a Roma a un estrecho colaborador para entregar una invitación oficial al papa Francisco para que visitara Bahréin (véase Fides 26/11/2021). En la carta de invitación, el Soberano se detenía en el «papel fundamental y protagonista del Papa Francisco para establecer y promover el diálogo interreligioso y el entendimiento entre las diversas culturas y civilizaciones, así como para difundir los valores de la fraternidad humana y la convivencia entre todos». El Rey de Bahréin también manifestó al Sucesor de Pedro su pleno consentimiento al Documento sobre la Hermandad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común -firmado el 4 de febrero de 2019 en Abu Dhabi por el Obispo de Roma y el Jeque Ahmed al Tayyeb, Gran Imán de al Azhar- junto con la convicción de que sobre los principios contenidos en ese texto se puede intentar construir «un futuro más próspero para toda la humanidad».

La visión de los “obispos misioneros” y el documento de Abu Dhabi
La adhesión expresada por monarcas y altos funcionarios musulmanes al Documento de Abu Dhabi confirma que el tono y el contenido de ese texto firmado por el Pontífice y el Gran Imán de Al Azhar han despertado resonancias singulares y reacciones positivas en sectores influyentes de los países de mayoría islámica. Un signo más que en ese documento destinado a fomentar la convivencia y la cooperación fraternal entre cristianos y musulmanes se hace eco también del realismo y la perspicacia que han caracterizado los recientes acontecimientos eclesiales en la Península Arábiga. El enfoque básico del Documento de Abu Dhabi parece estar en sintonía con la perspicacia pastoral de los obispos católicos que han trabajado en esas tierras en las últimas décadas. Lo que hasta ahora ha funcionado como un factor propicio para facilitar la vida e incluso el crecimiento de las comunidades cristianas en las tierras que son la cuna del Islam.
(Agencia Fides 3/11/2022)


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