Misión, la “vía maestra” del Papa Francisco

domingo, 4 mayo 2025 papa francisco   misión   evangelización  

Por Stefania Falasca*

Publicamos amplios extractos del capítulo dedicado a la misión del libro de Stefania Falasca “Papa Francesco. La “vía maestra” (Edizioni San Paolo, 2025). El libro recorre el curso esencial seguido por el Magisterio del Papa Francisco durante los años de su Pontificado (2013-2025)

Roma (Agencia Fides) - El renovado espíritu misionero pedido por el Concilio Vaticano II se realiza de manera elemental: primero con el encuentro, después con la palabra, porque el anuncio del Evangelio es testimonio vivido del amor misericordioso de Dios.

Por tanto, ésta no podía ser sino la primera de las grandes vías del Concilio que el Papa Francisco ha querido retomar en su magisterio. Es la vía maestra que conduce al centro de su magisterio, pero también al corazón mismo de la transmisión de la fe hoy. Un camino que -desde la primera exhortación Evangelii gaudium, pasando por las catequesis papales de las audiencias generales dedicadas al redescubrimiento de la «pasión evangelizadora», hasta las fuentes del «celo apostólico»- está siempre ahí para recomenzar, para indicar lo que es de vital importancia, mueve y constituye la identidad misma de la Iglesia. Es la vía: la misión, «el oxígeno de la vida cristiana».

El anuncio del Evangelio «no es un aspecto opcional o marginal», sino «una dimensión vital, ya que la Iglesia nació apostólica y misionera». La misión, por tanto -repite el Papa Francisco-, «es oxígeno para la vida cristiana, que sin ella enferma y se marchita y se vuelve fea, fea». Y lo esencial para la Iglesia que nace misionera y está llamada a ser testigo del anuncio de salvación de Cristo, Francisco siempre lo ha asumido:

«Nuestro anuncio empieza hoy, ahí donde vivimos. Y no empieza tratando de convencer a los otros, convencer no: sino testimoniando cada día la belleza del Amor que nos ha mirado y nos ha levantado y será esta belleza, comunicar esta belleza la que convenza a la gente, no comunicarnos nosotros, sino al mismo Señor. Nosotros somos los que anunciamos al Señor; Nosotros somos los que anuncian al Señor, no nos anunciamos a nosotros mismos, ni anunciamos un partido político, una ideología».

En esta afirmación está todo. Dice qué es la misión, de qué fuente brota y cuál es su dinámica, cómo continúa hoy. Por eso, en los años de su magisterio pontificio, el Papa Francisco ha dedicado la máxima atención a esta dimensión vital de la eclesialidad de la obra apostólica, recurriendo ante todo a las fuentes de la Escritura y sugiriendo, en cada ocasión, que la misión no concierne a iniciados especializados o a sujetos eclesiales selectos, sino que sus movimientos brotan del corazón mismo del Misterio de la salvación y sus caminos conciernen a la fe de la Iglesia en los acontecimientos históricos del mundo.

Son tres los puntos clave que se retoman continuamente en su magisterio con respecto a la misión.

Primero: «Sin Él no podemos hacer nada», afirma el Papa Francisco en uno de sus textos clave sobre la misión y el significado del anuncio del Evangelio en el mundo de hoy. Una convicción que repitió también el 11 de mayo de 2023, al recibir a los miembros de la Conferencia de los Institutos Misioneros Italianos: «La misión es ante todo un misterio de la Gracia. La misión no es obra nuestra, sino de Dios; no la hacemos solos, sino movidos por el Espíritu y dóciles a su acción».

Con estas palabras, el Papa volvió a indicar a toda la Iglesia la fuente viva de toda obra apostólica y su auténtica dinámica. Para el Sucesor de los Apóstoles, la experiencia misma de los Apóstoles constituye un paradigma válido para siempre.

«Basta pensar en cómo las cosas en los Hechos suceden libremente, sin forzar… no se necesitan estratagemas para convertirse en anunciadores del Evangelio. Basta con el bautismo. La misión, la Iglesia en salida, no es un programa que deba realizarse por esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. La misión es obra suya».
(…).

Así lo expresó el Papa Francisco en uno de sus discursos a las Obras Misionales Pontificias: «La salvación es el encuentro con Jesús, que nos ama y nos perdona, enviándonos el Espíritu, que nos consuela y nos defiende. La salvación no es la consecuencia de nuestras iniciativas misioneras, ni siquiera de nuestros razonamientos sobre la encarnación del Verbo. La salvación de cada uno puede ocurrir sólo a través de la perspectiva del encuentro con Él, que nos llama. Por esto, el misterio de la predilección inicia -y no puede no iniciar- con un impulso de alegría, de gratitud».

Segundo: «No se puede evangelizar sin dar testimonio». El anuncio del Evangelio «es algo más que una mera transmisión doctrinal y moral»: se trata, ante todo, «del testimonio de un encuentro personal con Jesucristo». Por ello, el testimonio es «el primer medio de evangelización» y «una condición esencial para su eficacia».
En sus catequesis, el Pontífice ha retomado de forma reiterada y enfática las enseñanzas contenidas en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, de san Pablo VI, documento que Francisco no duda en definir como la «Carta Magna de la Evangelización en el mundo contemporáneo [...] siempre actual, como si hubiera sido escrita ayer».

Los énfasis del Papa muestran la vigencia de aquellas palabras en las que Pablo VI reconocía que «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros» o que «si escucha a los maestros lo hace porque son testigos». El testimonio incluye la «fe profesada» y se manifiesta, sobre todo, en la transformación interior que Cristo realiza en quienes lo anuncian. Según Francisco, el testimonio no es una “performance” visible, sino el reflejo concreto de un «camino de santidad» alimentado por la gracia del Bautismo. Es un «don de Dios» que debe ser acogido y dar fruto, tanto para quien lo vive como para quienes lo reciben.

Tercero: «La misión de la Iglesia no es proselitismo». Este es uno de los ejes fundamentales del pensamiento misionero del Papa Francisco, repetido con firmeza a lo largo de su magisterio. La misión, ha dicho en múltiples ocasiones, «no es un negocio o un proyecto empresarial, ni tampoco una organización humanitaria». La Iglesia «nace misionera, no proselitista», porque «ser misionero, ser apostólico, evangelizar no es lo mismo que hacer proselitismo. El Espíritu Santo es el autor y no un esfuerzo humano de conquista».

Desde el inicio de su ciclo de catequesis sobre la evangelización, Francisco ha querido citar una expresión significativa pronunciada por el Papa Benedicto XVI el 13 de mayo de 2007, durante la homilía inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida:
«La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por “atracción”». El seguimiento de Cristo y el anuncio de su Evangelio no nacen de una decisión calculada ni de un esfuerzo voluntarista, sino de una «atracción amorosa». Es esta atracción, suscitada por la belleza del encuentro con Cristo, la que está en el corazón de toda auténtica obra apostólica y de todo verdadero acto misionero.

El Papa Francisco ha insistido en que este dinamismo misionero no nace de estrategias humanas ni de esfuerzos por embellecer la imagen de la Iglesia. Ni de campañas orientadas a ganar consenso mediante herramientas de marketing. El verdadero atractivo, al que alude Francisco, es el de los vivos: es Cristo resucitado quien continúa ejerciendo hoy su fuerza de atracción sobre el corazón de los apóstoles, de los misioneros y también de aquellos que no lo buscan conscientemente. Por eso, a lo largo de su predicación, el Papa ha desvelado con claridad el engaño del proselitismo, que distingue a los auténticos misioneros de los simples reclutadores de adeptos, que actúan como si se pudiera evangelizar prescindiendo de Cristo.

Para Francisco, hay proselitismo allí donde se pretende hacer crecer a la Iglesia prescindiendo de la atracción de Cristo y de la obra del Espíritu. Por eso, en primer lugar, el proselitismo excluye a Cristo mismo y al Espíritu Santo de la misión, aunque pretenda hablar y actuar en nombre de Cristo. «El proselitismo es siempre violento… No puede soportar la libertad y la gratuidad con que la fe puede ser transmitida, por gracia, de persona a persona». Por eso el proselitismo, nos recuerda el Papa Francisco, no es sólo el de tiempos pasados, sino que también puede haber proselitismo hoy en parroquias, comunidades, movimientos, congregaciones religiosas. La atracción, en cambio, es otra cosa. Es lo contrario del proselitismo: «Es un testimonio que nos lleva a Jesús». En resumen, lo que el Papa Francisco señala como perennemente exitoso es precisamente esta dinámica siempre viva de la misión, que consiste en «dejarse guiar por el Espíritu Santo: que Él os empuje a anunciar a Cristo. Con el testimonio, con el martirio de cada día. Y si es necesario, también con la palabra».
(Agencia Fides 4/5/2025).

* Ensayista, columnista de “Avvenire”, Vicepresidente de la Fundación Vaticana Juan Pablo I.


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