VATICANO - Benedicto XVI a la Delegación del International Jewish Committee on Interreligious Consultations: "El patrimonio espiritual atesorado por la Iglesia y por el pueblo judío es en sí mismo fuente de la sabiduría y de inspiración capaz de guiarnos hacia un futuro de esperanza"

viernes, 10 junio 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "En los años siguientes al Concilio, mis predecesores el Papa Pablo VI y, en particular, el Papa Juan Pablo II realizaron pasos significativos para mejorar las relaciones con el pueblo hebreo. Es mi intención continuar por este camino”, afirmó el Santo Padre Benedicto XVI el jueves 9 de junio al recibir en audiencia en la Sala de los Papas a la Delegación del International Jewish Committee on Interreligious Consultations.
El Papa ha recordado el cuadragésimo aniversario de la Declaración del Concilio Vaticano II "Nuestro aetate", que es la base de la relación de la Iglesia con el pueblo hebreo. "El Concilio afirmó la convicción de la Iglesia de que, en el misterio de la elección divina, los inicios de su fe se encuentran ya en Abraham, Moisés y los Profetas - prosiguió Benedicto XVI-. Basándose en este patrimonio espiritual y en la enseñanza del Evangelio, hizo un llamamiento a un mayor entendimiento mutuo y estima entre cristianos y judíos y deploró todas las manifestaciones de odio, persecución y antisemitismo. Al inicio de mi pontificado, quiero garantizaros que la Iglesia sigue firmemente comprometida en su catequesis y en todos los aspectos de su vida, para poner en práctica esta decisiva enseñanza".
Recordando luego que la historia de las relaciones entre las dos comunidades ha sido compleja y a menudo "dolorosa", el Papa se ha mostrado convencido de que "el patrimonio espiritual atesorado por la Iglesia y por el pueblo judío es en sí mismo fuente de la sabiduría y de inspiración capaz de guiarnos hacia un futuro de esperanza". "El recuerdo del pasado sigue siendo para ambas comunidades un imperativo moral y una fuente de purificación en nuestro esfuerzo por rezar y trabajar por la reconciliación, la justicia, el respeto de la dignidad humana y por la paz, que es en último término un don del Señor. Por su misma naturaleza este imperativo debe incluir una reflexión constante sobre las profundas cuestiones históricas, morales y teológicas planteadas por la experiencia de la Shoah".
Dando gracias al Señor por los progresos de estos años, el Santo Padre ha exhortado a los presentes a "perseverar en vuestra importante tarea poniendo los fundamentos para un diálogo constante y edificando un mundo reconciliado, un mundo cada vez más en armonía con la voluntad del Creador". (S.L) (Agencia Fides 10/6/2005, Líneas: 32 Palabras: 431)


Compartir: