VATICANO - "Yo soy siempre TOTUS TUUS"

sábado, 26 febrero 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Cuando preguntaron a Juan Bautista "qué dices de ti mismo" él contestó "yo soy la voz que grita en el desierto" (Jn1, 22-23). Después de dos mil años de aquella confesión del precursor de Cristo, otro confesor de la fe que lleva también el nombre de aquel Juan del desierto, el Vicario de Cristo en el solio de Pedro en nuestro tiempo, retumban de nuevo esas palabras. También el nos dice algo de si mismo, justo ahora que el mundo se interroga sobre de él y su Pontificado, casi hasta el punto de preguntarle: ¿qué dices de ti mismo? Y él nos certifica: "¡Yo soy siempre Totus Tuus!"
Esta excepcional confesión del Papa, parece llegar ahora como para ayudarnos a no dejarnos desorientar por el sufrimiento, sino a continuar teniendo fe y a confesar nuestra identidad cristiana indisolublemente ligada a la cruz; casi para corroborarnos en la firme certeza de que en el sufrimiento Dios no nos deja nunca, dice escribiendo: "¡yo soy siempre Totus Tuus!"
¡Parece una frase enigmática para quien no conoce a Cristo y Maria su Madre, para quién no conoce la profunda verdad evangélica de la maternidad espiritual y universal que Maria ejerce sobre cada uno que la reconoce, por voluntad de Dios, como su propia madre! "He aquí a tu madre” (Jn19, 27).
Este extraordinario Sumo Pontífice anclado en el sufrimiento de Cristo, no disminuye, antes bien, intensifica desde el hospital su testimonio cristiano, según la lógica de la cruz que rompe todos los esquemas del mundo, rompe toda lógica humana, incluso las más lógica. Maria está en silencio bajo la Cruz pero continua siendo el testigo más eficaz de la verdad salvadora del Ofrecimiento de su Hijo que se inmola. Quizás también nosotros, cristianos del nuevo Milenio, debemos aprender de Maria a volver a la esencialidad de la fe, del ruego y del credo cristiano, esencialidad hecha de pocas palabras que son los más importantes.
Esas pocas palabras escritas del Santo Padre, son más incisivas que nunca: “Pero yo soy siempre Totus Tuus". Ese "pero" parece un refuerzo del “yo soy” y ese "siempre" parece hacer brillar más el acto de amor y confianza filial en Maria del "Totus Tuus."
"Totus Tuus", parece casi el "apellido" de Juan Pablo II: "Juan Pablo II" (nombre), "Totus Tuus" (apellido). El apellido queda "siempre", como el "Totus Tuus" del Papa. Cuando nos presentamos decimos el nombre y el apellido. El jueves por la tarde, después de la pequeña operación a la que fue sometido, Juan Pablo II quiso casi presentarnos, una vez más, su carné de identidad, el mismo que nos presentó al inicio de su Pontificado. Muchos en estos días, en efecto, le han repetido las palabras de los discípulos de Emaús: "quédate con nosotros". Estas palabras escritas nos sugieren que no tenemos que preocuparnos, porque él "siempre es Totus Tuus". Es decir, no se pertenece a si mismo sino que pertenece a Aquella que todo lo puede, que todo lo consigue de su Hijo Jesús, como en Caná. Según la consagración mariana, enseñada por S. Luis Grignion de Montfort, que el Papa vive desde su juventud, uno se consagra completamente a Cristo por las manos de Maria; se entrega uno completamente: cuerpo y alma, alegría y dolor, salud y sufrimiento, vida y muerte. Maria no es el centro de la salvación, solo Cristo lo es, pero Él la ha puesto junto a si, en el sitio central de la redención. Uno se consagra a Ella para estar más consagrado a Cristo. Junto a si, Juan Pablo II, que es Vicario de Cristo, encuentra, como su Señor , a la Madre.
“Mi madre desde siempre". Estas palabras, de las más conmovedoras del Magisterio mariano de Juan Pablo II, manifiestan la relación personal del Santo Padre con la Madre de Dios, la que todo cristiano debería vivir. Las pronunció en Fátima, el 13 mayo de 1991, dónde se acercó, a diez años del atentado, para agradecer a la Virgen del peligro del que le había salvado, de la vida que le fue devuelta por intercesión de la Madre de Dios. Una vez más, el Papa nos invita a mirar a Maria, a renovar con Ella nuestra confianza en la infinita potencia salvadora de la misericordia divina. (L.A) (Agencia Fides 26/2/2005; Líneas: 49 Palabras: 722)


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