OCEANIA/AUSTRALIA - ¿Dónde estaba Dios el día del tsunami? ¿Es el desastre un castigo de Dios? El Cardenal George Pell, Arzobispo de Sydney, interviene en el debate filosófico desencadenado por la tragedia en el Sudeste asiático

jueves, 13 enero 2005

Sydney (Agencia Fides) - ¿Por qué el tsunami? ¿Por qué permite Dios tanta muerte y devastación? ¿Por qué el dolor en el mundo? Son algunos de los interrogantes a los que da respuesta el Card. George Pell, Arzobispo de Sydney, después del tsunami. El Cardenal ha intervenido en el debate que ha ocupado la prensa de todo el mundo sobre las razones de la tragedia y la presencia de Dios. Fides publica el texto integral del Cardenal.

"Cuando se movieron las placas tectónicas cerca de Sumatra tuvimos un fuerte terremoto en todos los sentidos. La tierra se desplazó ligeramente sobre su eje y algunas islas vecinas han sido desplazada unos veinte metros. Las noticias sobre el número de muertos van llegando poco a poco, pero de momento son más de 150.000 los muertos y cinco millones los que han perdido su casa. Nos esperan años para la obra de reconstrucción.
Surgen muchas preguntas: si Dios es bueno, cuida de los hombres y es Omnipotente ¿cuál es su puesto en este sufrimiento y en todas sus consecuencias?
Los Judíos y Cristianos, a pesar de los desastres humanos y naturales en la historia, han creído siempre en el único y verdadero Dios por más de tres mil años. Los Judíos recuerdan a Noé y el diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra. Un salmista proclama que el Señor es siempre nuestro refugio y nuestra fortaleza. "Por ello, no tememos aunque tiembla la tierra o se derrumban los montes en el mar, aunque bramen las olas, y tiemblen los montes con su fuerza. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob". (Salmo 45).
Los Cristianos han tomado la imagen del Siervo sufriente del profeta hebreo Isaías aplicándolo a la muerte salvífica de Jesús y a su Resurrección. Aún más, los cristianos han sido acusados de dar demasiado relieve al sufrimiento, a la muerte de Cristo en la cruz y a la cruz como símbolo. Dios es omnipotente, pero en el pesebre en Belén y en la cruz, el Hijo de Dios estaba sin poder.
Los Cristianos creen que todos los hombres pueden salvarse, ante todo, por medio de una respuesta al sufrimiento. Jesús ha enseñado incluso que los que lloran son bienaventurados porque serán consolados. (Mt 5,4)
Hace treinta años me encontré con un estudioso de otra tradición cristiana que tenía un pergamino con una lista de los grandes desastres de la historia que para el, eran las pruebas de la existencia de Dios. Esto yo nunca lo he aceptado, porque para los creyentes, estos males son un problema, un capítulo difícil de colocar en el cuadro total de la vida.
El universo es imperfecto, cósmicamente defectuoso, pero va hacia la perfección. Dios ha dado la libertad a sus criaturas, que puede ser usada para fines malvados, mientras que la naturaleza avanza y cambia, por el contrario, según reglas fijas.
Es inexacto decir que el tsunami ha sido un acto de Dios porque no ha sido Dios quien ha provocado este desastre. Podríamos preguntarnos porque Dios no ha creado un mundo más perfecto, porque permite tanto sufrimiento. No lo sabemos. El mal continua siendo un misterio, pero nosotros estamos llamados a combatirlo, y el mal es sólo una parte de nuestra historia.
También es equivocado decir que el tsunami ha sido algo parecido al juicio final de Dios, porque el tsunami ha matado y destrozado caprichosamente, sin hacer ninguna distinción.
Por el contrario, el juicio final de Dios, será hecho con justicia y misericordia y sólo serán castigados los malvados empedernidos e impenitentes.
Para los ateos no existe una explicación. Por ellos la vida es pura fortuna, sin ningún objetivo. Sólo un Dios bueno pide y da un sentido al amor universal y puede hacer cuadrar todos los sufrimientos humanos en la próxima vida.
Ahora nuestra tarea es llevar a la práctica este amor que nosotros profesamos y ofrecer ayuda a los supervivientes". (+Cardinal George Pell, Arzobispo de Sydney). (PS) (Agencia Fides 13/01/2005 Líneas: 51 Palabras: 699)


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