VATICANO - La catequesis del Papa en la audiencia general: "tenemos que derribar los muros de las divisiones, de la hostilidad y del odio, porque la familia de los hijos de Dios se encuentra en armonía al único comedor, a bendecir y a alabar al Creador por los regalos que él prodiga a todo"

miércoles, 17 noviembre 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Salmo 66 titulado “Que todos los pueblos alaben al Señor” (Vísperas del miércoles de la II semana; lectura: Sal 66,2-4.7-8) ha sido el objeto de la catequesis del Santo Padre, Juan Pablo II, durante la audiencia general de esta mañana, en el Aula Pablo VI. "La tierra ha dado su fruto" exclama el Salmo 66: "la frase nos hace pensar en un himno de acción de gracias dirigido al Creador por los dones de la tierra, signo de la bendición divina. Pero... los frutos de la naturaleza son considerados como una ocasión para pedir repetidamente que Dios bendiga a su pueblo" ha explicado el Papa en su discurso. “La composición tiene, por tanto, una perspectiva universal y misionera, tras las huellas de la promesa divina hecha a Abraham: "En ti serán bendecidas todas las naciones de la tierra".
La bendición divina solicitada por Israel se manifiesta concretamente en la fertilidad de los campos y en la fecundidad, es decir, en el don de la vida. "Gracias a la bendición implorada por Israel, toda la humanidad podrá conocer "el camino" y "la salvación" del Señor, es decir su proyecto salvador. A todas las culturas y a todas las sociedades se les revela que Dios juzga y gobierna los pueblos y las naciones de todas las partes de la tierra, conduciendo a cada uno hacia horizontes de justicia y paz."
"El auspicio del Salmo anuncia al acontecimiento descrito en la Carta a los Efesios cuando alude quizás al muro que separaba en el templo de Jerusalén los judíos de los paganos: "En Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad... Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios". En ello hay un mensaje para nosotros: tenemos que derribar los muros de las divisiones, de la hostilidad y del odio, para que la familia de los hijos de Dios se encuentre de nuevo en armonía en la única mesa, para bendecir y alabar al Creador por los dones que El prodiga a todos, sin distinciones".
Por último el Papa ha recordado que la tradición cristiana ha releído el Salmo 66 en clave cristológica y mariológica: "Para los Padres de la Iglesia "la tierra que ha dado su fruto" es la virgen Maria que da a la luz a Cristo Señor". (S.L) (Agencia Fides 17/11/2004 Líneas: 32 Palabras: 480)


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