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Guadalajara (Agencia Fides) - El Card. Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevilla (España), Delegado de Europa, intervino el lunes 11 de octubre en el Congreso Eucarístico Internacional señalando que hoy Europa ofrece quizás más interrogantes e inquietudes que esperanzas: "Grandes crisis de valores, apostasía silenciosa de Dios, cerrada con frecuencia a la trascendencia, sofocada por comportamientos consumistas, presa fácil de antiguas y nuevas idolatrías y, al mismo tiempo, sedienta de algo que vaya más allá de lo inmediato. Por lo tanto resulta difícil vivir la propia fe en Jesús en un contexto social y cultural que desdeña y amenaza a lo cristiano, hoy es más fácil declararse agnóstico que creyente. A la Iglesia en Europa le toca una tarea laboriosa y fascinante, orientada a recobrar su auténtica vocación cristiana, a hacer redescubrir el sentido del misterio; a renovar las Celebraciones litúrgicas para que sean signos aún más elocuentes de la presencia de Cristo; a crear nuevos espacios para el silencio, la oración y la contemplación; a volver a los sacramentos, especialmente a la Eucaristía y la Penitencia como fuente de libertad y esperanza nueva".
El Card. Bernard Law, Arzobispo emérito de Boston (Estados Unidos) han afirmado que en América del Norte y en Canadá la devoción a la Eucaristía está viva, permanece la práctica de la comunión frecuente así como de la adoración Eucarística fuera de la Misa. Sin embargo se ha perdido el sentido del domingo como día dedicado al Señor y por lo tanto ha disminuido el número participantes en la Santa Misa. En muchos ha crecido el concepto de que el simple hecho de estar presente en la Misa y desear comulgar, constituye un derecho para comulgarse aunque no se esté en gracia de Dios, es decir sin pecado mortal. El Card. Law también ha notado la falta de instrucción sobre el Misterio y el carácter sagrado de la Eucaristía entre los católicos.
Mons. Emilio Carlos Berlie, Arzobispo de Yucatán (México), Delegado de América Latina, ha señalado que en América Latina está vivo el sentido del domingo como "Día del Señor”. Además en las últimas décadas ha crecido el amor a la Eucaristía, como lo demuestran los miles de niños, adolescentes y jóvenes que se acercan a recibirla; hay una mayor participación del pueblo en la Celebración Eucarística y han aumentado los Ministros extraordinarios de la Comunión que llevan a los enfermos el consuelo de la Eucaristía; ha crecido el impulso que mana de la eucaristía para comprometerse en la construcción de un mundo más justo; la adoración Eucarística es fuente de santidad en los pueblos latinoamericanos, etc... Sin embargo, paralelamente también existen sombras amenazadoras: reducción del valor sacrificial de la Misa a simple banquete de acción de gracias, convite social para las interrelaciones humanas; improvisaciones arbitrarias que reducen la anáfora eucarística a una inspiración personalista del celebrante; abandono de la Misa dominical y festiva especialmente entre las nuevas generaciones de las zonas periféricas, en los entornos rurales - largamente descuidados desde el punto de vista pastoral - y en las capas sociales urbanas que han entrado de lleno en el movimiento económico, social y cultural de un modo secularizado y hedonista. Se ha descuidado también una seria y permanente formación litúrgica; no se tiene todavía una clara conciencia del ejercicio del sacerdocio común como participación plena, consciente, activa, aunque esencialmente distinta del ejercido por el sacerdote ordenado. Por último, la unión entre Eucaristía y Caridad no siempre se ha presentado de manera explícita en la vida de las comunidades. (R.Z) (Agencia Fides 12/10/2004; Líneas: 43 palabras: 600)
