EUROPA/ITALIA - Para profundizar: enfermedades infecciosas y globalización. Contribución del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Andrés de la Universidad La Sapienza de Roma

viernes, 10 septiembre 2004

Roma (Agenzia Fides) - La civilización humana ha producido cambios medioambientales extraordinariamente importantes y ha modificado radicalmente la forma de vida de los seres humanos. El Prof. Antonio Aceti y el Dr. Simone Lanini, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Andrés, II Facultad de Medicina, Universidad La Sapienza de Roma han ofrecido a Fides su contribución sobre un tema cada vez más actual en el campo de la medicina: las enfermedades infecciosas en la era de la globalización.
Las enfermedades infeccioss son el fruto del encuentro entre dos mundos, el mundo de las bacterias y el de la fisiología humana. Ambos mundos son gobernados por las mismas leyes físicas pero presentan algunas diferencias fundamentales. En primer lugar el mundo de los microorganismos es aproximadamente mil veces más antiguo que el de la fisiología humana y empezó su evolución cuando nuestro planeta presentaba condiciones extremas, incompatibles con la supervivencias de cualquier otro organismo; en segundo lugar, el mundo de los microorganismos se caracteriza por una biodiversidad y una biomasa enormes; basta con pensar que los tres mil millones de especies de microorganismos conocidas representan más del 60% de la biomasa que vive en el planeta.
La evolución de estos dos mundos ha sido muy lenta durante muchísimo tempo hasta hace 4-5 milenios en que sufrió una aceleración que ha adquirido caracteres aún más importantes en los últimos 2 siglos, debido a la entrada en la historia natural de nuestro planeta de un nuevo acontecimiento: la civilización humana.
La civilización ha producido cambios medioambientales extraordinariamente importantes y ha modificado radicalmente la forma de vida de los seres humanos, destruyendo el medio ambiente “natural”, sustituyéndolo por un nuevo ambiente “humanizado” y permitiendo a los hombres invadir las regiones más remotas del planeta. De esta forma, los microorganismos, que una vez vivían “lejos”, entraron en contacto con el hombre adaptándose a las nuevas condiciones medioambientales. Es de señalar que algunas bacterias pertenecientes al género Legionellae, que en la naturaleza viven dentro de las Amoebe, hayan aprendido con el tiempo a vivir en las instalaciones de aire acondicionado, causando en el hombre enfermedades del aparato respiratorio. Después, los rápidos cambios a los que el planeta está sometido, crean nuevas ocasiones de contacto entre el Hombre y los diferentes microorganismos, favoreciendo la manifestación de nuevas enfermedades infecciosas.
Es convicción común que el número de enfermedades infecciosas que afectan al hombre ha aumentado enormemente en los últimos años; la OMS, por ejemplo, ha difundido la noticia que, en los últimos 20 años, han surgido nada menos que 30 nuevas enfermedades infecciosas humanas. Este dato es sin duda de gran relieve y de alguna manera alarmante pero necesita algunas aclaraciones.
En realidad podemos subdividir estas nuevas enfermedades en 3 grandes categorías. Un primer grupo está constituido por enfermedades, ya conocidas desde el punto de vista clínico, pero de las que aún no se conocía la causa. Forman parte de esta categoría, las hepatitis virales para las cuales en los últimos 25 años se han identificado por lo menos, 5 virus diferentes responsables de enfermedades hepáticas graves y crónicas. Un segundo grupo está constituido por enfermedades causadas por microorganismos llamados oportunistas, es decir capaces de producir enfermedades sólo en sujetos que estén en situaciones de especial vulnerabilidad. Estas enfermedades son la consecuencia de la mejora y de la mayor difusión de los tratamientos médicos, que permiten la supervivencia también de aquellos sujetos que en el pasado habrían muerto, como en el caso de la terapia de las neoplasias. Por último, existen algunas enfermedades realmente nuevas, causadas por ejemplo por la mutación casual de algunos microorganismos que han adquirido la capacidad de infectar al hombre, como en el caso del HIV, la BSE y el SARS, o más bien a causa de la invasión por parte del hombre, de nuevos ambientes, como ocurrió con la sífilis importada a Europa después del descubrimiento de América.
Las enfermedades infecciosas que forman parte de los 2 primeros grupos son en realidad el signo mismo del progreso que, por un lado identifica las causas de los procesos patológicos y por otro, tras haber encontrado la respuesta a algunos problemas, está en condición de solucionar otros que considera nuevos, pero en realidad hay que considerar efectivamente “nuevas” las otras.
La globalización (entendida como velocidad de intercambios de noticias y de mercancías, facilidad de movimiento de las personas a nivel planetario y logro de la uniformidad de las costumbres y consumos) plantea nuevos problemas de difusión de las epidemias. Además, el crecimiento de la población y el aumento de la demanda de alimentos ha favorecido el desarrollo de nuevas técnicas de producción de víveres no exentas de riesgos para el hombre, como en el caso de la BSE (enfermedad “de la vaca loca”). Hay que recordar también la alarmante posibilidad de volver a introducir en los países industrializados enfermedades consideradas ya vencidas, a través de los flujos migratorios procedentes de las regiones más pobres del planeta.
En realidad, si por un lado la globalización ha planteado nuevos problemas, por otro, por lo menos hasta el momento actual, ha brindado los medios para solucionarlos. La rapidez con que se ha enfrentado la epidemia del SARS ha sido posible gracias a una red integrada de infraestructuras sanitarias y científicas y a una red de información capaz de hacer llegar en poco tempo noticias sobre las difusión y las características de este nuevo microorganismo de un lado a otro del planeta. Es realista pensar que los daños causados por la SARS, tanto en términos de vidas humanas como de daños materiales, habrían sido en el pasado algo enormemente más grave que lo sucedido recientemente.
La gran difusión de enfermedades infecciosas no es una característica sólo de nuestro tiempo, la historia está llena de testimonios, como por ejemplo las pestes, desde la narrada por Tácito, que mató al mismo Pericles en el siglo V antes de Cristo, hasta la que nos cuenta Manzoni en tiempos más cercanos.
Como ya ha pasado anteriormente, se cree que, a través de la inmigración, pueden reaparecer enfermedades ya vencidas desde hace mucho tiempo en los países industrializados. Sin embargo, en Italia, igual que en otras naciones, ha sido el saneamiento del territorio y la introducción de programas de diagnóstico y tratamiento de los casos de enfermedad lo que ha permitido reducir la difusión y las víctimas de enfermedades también muy graves como el paludismo y la tuberculosis. Por lo que se refiere al paludismo, igual que a todas las enfermedades transmitidas por vectores, es indispensable que un gran número de personas infectadas entren en contacto con el vector, y los datos estadísticos actuales revelan que son unos 1000 los casos de paludismo importados cada año en Italia, número absolutamente insuficiente para permitir la reaparición de la enfermedad en nuestro país.
En la era de la globalización, las enfermedades infecciosas representan sin duda un grave peligro para la humanidad, debido a su rápida difusión en el mundo y a la posibilidad de que se difundan nuevas epidemias letales. Resulta entonces impostergable programar importantes inversiones en la investigación científica igual que en la formación de especialistas y en la creación de estructuras adecuadas, a fin de crear una red eficaz y eficiente de vigilancia sanitaria. (AA/SL)(AP) (10/9/2004 Agencia Fides; Líneas: 92 Palabras: 1225)


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