EUROPA/ITALIA - El hambre en el mundo no se satisface sólo con dinero

viernes, 20 noviembre 2009

Roma (Agencia Fides) - Nadie quiere que los niños y las personas mueran de hambre. Sin embargo en la actualidad, a pesar de las iniciativas mundiales que se realizan desde 1996 para lograr acabar con el fenómeno antes del 2015, en el mundo 120,000 millones de personas sufren hambre y cada año mueren cinco millones de niños por la misma razón. Esto mientras el 1% de la población mundial (que vive en los países industrializados) acumula casi la mitad de la riqueza del planeta. Pero este no es el único tipo hambre. En los países “desarrollados” casi la mitad de las familias están divididas, la depresión está convirtiéndose en la primera causa de invalides permanente, los niños están cada vez más solos y obesos. Frente a esta situación no podemos continuar a proponer planes basados en fondos estatales o en incentivos a la producción. El verdadero motor del desarrollo, tanto al norte como al sur del mundo, no es el dinero o las “organizaciones”, sino la liberación de las energías potenciales, sagradas y naturales, de cada persona, hasta la subsistencia y la globalización de la solidariedad. Antes que nada se necesita una nueva cultura de la vida. Cada persona es única, pero desde hace siglos somos testigos de una cultura que atropella a la persona misma y las grandes energías que Dios ha puesto en ella. Esto nos condiciona a todos, gobernantes y gobernados, y golpea a cada uno en su identidad, en la espiritualidad y por lo tanto en la capacidad de amar y de trabajar bien. El nudo crucial no es económico, sino cultural. Y de esto no se habla lo suficiente, ni siquiera con ocasión de un evento mundial como la cumbre sobre la seguridad alimentaria organizada por la FAO que se acaba de clausurar en Roma.
Con esta base cultural la asociación privada de fieles laicos “Italia Solidaria – Mundo Solidario” propone desde hace algunos años la adopción a distancia como una manera simple y eficaz para romper con el circulo vicioso del hambre del espíritu y del hambre del cuerpo en el mundo, poniendo en relación personas de distinta religión y cultura. Con esta cultura de la vida todos experimentamos el “prestamos solidario” que no es un préstamo de dinero sino de vida. El dinero proveniente de la solidaridad de los “voluntarios donantes” comprometidos es entregado como pequeños préstamos económicos destinados a la pequeña empresa. Las familias no devuelven el dinero sino que lo utilizan para ayudar a otras familias amigas o lejanas a realizar el mismo camino de desarrollo de vida y de misión. En la actualidad existen “comunidades solidarias” en India que han adoptado a distancia niños de comunidades en África o en América del Sur y viceversa. (AP) (20/11/2009 Agencia Fides; Líneas: 29; Palabras: 467)


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