VATICANO - La catequesis de Benedicto XVI en la audiencia general: Simeón el nuevo teólogo “nos reclama a todos una atención a la vida espiritual, a la presencia escondida de Dios en nosotros, a la sinceridad de la conciencia y a la purificación, a la conversión del corazón, de modo que realmente el Espíritu Santo se haga presente en nosotros y nos guíe”

jueves, 17 septiembre 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – También al audiencia general de esta semana, 16 de septiembre, se ha celebrado en el Aula Pablo VI, del Vaticano, a donde el Santo Padre ha llegado de su residencia veraniega de Castel Gandolfo. En la catequesis en lengua italiana, continuando el ciclo dedicado a los grandes escritores de la Iglesia de Oriente y Occidente del Medievo, el Papa se ha detenido sobre Simeón el nuevo teólogo, monje oriental, “cuyos escritos ejercitaron un notable influjo en la teología y en la espiritualidad de Oriente, en particular por lo que respecta a la unión mística con Dios”.
nació en el 949 en Galatai en Paflagonia (Asia Menor), Simeón se traslado aun joven a Constantinopla para empezar sus estudios al servicio del Emperador. Sintiéndose poco atraído por la carrera civil, encontró en Simeón el Piadoso, un sencillo monje, del monasterio de Estudios, en Constantinopla, una guía espiritual que lo ayudó a resolver las dudas que estaba viviendo y a avanzar en el camino de unión con Dios. Simeón entró en el monasterio de los Estudios, y posteriormente se trasfirió al pequeño convento de San Mamas, siempre en Constantinopla, del cual, después de tres años, se convierte en jefe, en Igumeno. “Allí condujo una intensa búsqueda de unión espiritual con Cristo, que le otorgó gran autoridad” ha subrayado Benedicto XVI, recordando también que “sufrió incomprensiones y el destierro, pero fue rehabilitado por el Patriarca de Constantinopla, Sergio II”. Pasó el último período de su existencia en el monasterio de Santa Marina, “dónde escribió gran parte de sus obras”, convirtiéndose cada vez más célebre por sus enseñanzas y por sus milagros. Murió el 12 de marzo del 1022.
La obra de Simeón comprende nueve volúmenes, que se dividen en Capítulos teológicos, gnósticos y prácticos, tres volúmenes de Catequesis dirigidos a monjes, dos volúmenes de Tratados teológicos y éticos y un volumen de Himnos. Además nos han llegado numerosas cartas suyas. “Todas estas obras han encontrado un sitio de relieve en la tradición monástico oriental hasta nuestros días” ha afirmado el San Padre, explicando que “Simeón se centra en la presencia del Espíritu Santo en los bautizados, que han de ser conscientes de esta realidad espiritual… Simeón el Nuevo Teólogo insiste en el hecho de que el verdadero conocimiento de Dios no viene de los libros, sino de la experiencia espiritual, de la vida espiritual. El conocimiento de Dios nace da un camino de purificación interior, que comienza con la conversión del corazón, gracias a la fuerza de la fe y del amor; pasa por un profundo arrepentimiento y dolor sincero por los propios pecados, para llegar a la unión con Cristo, fuente de alegría y paz, invadidos por la luz de su presencia en nosotros. Para Simeón semejante experiencia de la gracia divina no constituye un don excepcional para algunos místicos, sino que es fruto del Bautismo en la existencia de todo fiel seriamente comprometido”.
Benedicto XVI ha puesto en evidencia la actualidad del pensamiento de Simeón: “Este santo monje oriental, que nos reclama a todos una atención a la vida espiritual, a la presencia escondida de Dios en nosotros, a la sinceridad de la conciencia y a la purificación, a la conversión del corazón de modo que realmente el Espíritu Santo se haga presente en nosotros y nos guíe”. Todo esto Simeón lo ha probado y lo ha transmitido describiendo la propia experiencia mística, de las turbaciones y de la lucha contra las tentaciones de los años juveniles, a la lectura de los libros espirituales en monasterio “que no le procuraba la paz que buscaba”, a las visiones de luz en las que Dios se le manifestaba, hasta advertir “un amor inmenso hacia los demás” por sus tantos enemigos que querían tenderle insidias y hacerle daño. “Evidentemente no podía venir de él mismo semejante amor,– ha explicado el Santo Padre -, sino que debía brotar de otra fuente. Simeón entendió que procedía de Cristo presente en él y todo se le aclaró... Así, por una parte podemos decir que sin cierta abertura al amor Cristo no entra en nosotros, pero, por otra, Cristo se convierte en fuente de amor y nos transforma… El amor de Dios crece en nosotros si permanecemos unidos a Él con la oración y la escucha de su palabra, con la abertura del corazón”.
Otro elemento relevante en la figura de Simeón el Nuevo Teólogo ha sido puesto de relieve por el Santo Padre, y concierne la importancia de tener un director espiritual: “sigue siendo válido para todos - sacerdotes, personas consagradas y laicos, y especialmente para los jóvenes - la invitación a recurrir a los consejos de un buen padre espiritual, capaz de acompañar a cada uno en el conocimiento profundo de sí mismo, y conducirlo a la unión íntima con el Señor, para que su existencia se conforme cada vez más al Evangelio. Para ir hacia el Señor tenemos siempre necesidad de una guía, de un diálogo; no podemos hacerlo solo con nuestras reflexiones y este es también el sentido de la eclesialidad de nuestra fe, encontrar esta guía”.
Concluyendo su catequesis, Benedicto XVI ha sintetizado con estas palabras la enseñanza y la experiencia mística de Simeón el Nuevo Teólogo: “en su incesante búsqueda de Dios, incluso en las dificultades que encontró y en las críticas de que fue objeto, se dejó conducir del amor. Supo vivir él mismo y enseñar a sus monjes que lo esencial para cada discípulo de Jesús es crecer en el amor y así crecemos en el conocimiento del mismo Cristo, para poder afirmar con San Pablo: ‘Ya no vivo yo, sino Cristo que vive en mí' (Gal. 2,20).” (S.L.) (Agencia Fides 17/9/2009)


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