VATICANO - Santa Misa del Papa con sus exalumnos: “Si reflexionamos sobre la perplejidad del mundo de frente a las grandes cuestiones del presente y del futuro, entonces también dentro de nosotros tendría que florecer nuevamente la alegría por el hecho que Dios nos ha mostrado gratuitamente su rostro, su voluntad, a si mismo”

martes, 15 septiembre 2009

Castel Gandolfo (Agencia Fides) - La cuestión de la pureza del hombre delante de Dios, “uno de los temas fundamentales de la historia religiosa de la humanidad” ha sido el argumento de la homilía pronunciada por el Santo Padre Benedicto XVI durante la Celebración Eucarística con sus antiguos alumnos, el domingo 30 de agosto, en Castel Gandolfo, cuyo texto ha sido difundido hoy por la Sala de prensa de la Santa Sede. Basándose en el Evangelio del domingo, el Papa ha dicho: “Volviendo la mirada hacia Dios, el hombre reconoce estar 'contaminado' y de encontrarse en una condición en la que no puede acceder al Santo. Emerge así la pregunta sobre cómo él pueda convertirse en puro, librarse de la 'suciedad' que lo separa de Dios”. Nacieron así con este objetivo los rituales purificadores en las diversas religiones. También aquellos rituales arraigados en la tradición vetero-testamentaria, de la que habla el Evangelio del domingo, no servían ya para hacer abrir el hombre a Dios, no eran ya caminos de purificación y de salvación, en cuánto que el corazón del hombre no era alcanzado.
“La exégesis liberal dice que en este Evangelio se revelaría el hecho que Jesús habría reemplazado el culto con la moral - ha continuado el Papa -. Él habría arrinconado el culto con todas sus prácticas inútiles. La relación entre el hombre y Dios se basaría únicamente en la moral. Si esto fuese verdad, significaría que el cristianismo, en su esencia, es moralidad - es decir que nosotros mismos nos hacemos puros y buenos a través del nuestro actuar moral. Si reflexionamos de modo más profundo sobre tal opinión, resulta obvio que esta no puede ser la respuesta completa de Jesús a la cuestión de la pureza”. Hace falta pues “sentir y comprender plenamente el mensaje de Dios… En otras palabras, tenemos que leer completamente los Evangelios, todo el Nuevo Testamento y el Antiguo junto a este”.
Comentando la primera lectura de la Misa del libro del Deuteronomio, Benedicto XVI ha subrayado que “Israel es enviado por Dios mismo para ser agradecido y sentir un humilde orgullo por el hecho de conocer la voluntad de Dios y así de ser sabio” . En aquel tiempo la humanidad “trataba de entender lo que importa ... la sabiduría y el conocimiento de lo esencial… La lectura del Deuteronomio menciona que la sabiduría, en última instancia, es idéntica a la Torá - la palabra de Dios nos revela lo que es esencial, para qué y de qué manera debemos vivir. Así, la ley no aparece como una esclavitud, sino que es... causa de una gran alegría: no andamos a tientas en la oscuridad, no vamos vagando en vano en busca de lo que podría ser cierto, no somos como ovejas sin pastor, que no saben dónde está la justa vía...
Hay dos cosas que se dicen acerca de Dios: por un lado, que Él se ha manifestado y que nos muestra el camino justo; por otro lado, que Dios es un Dios que escucha, que está cerca de nosotros, nos responde y nos guía . Con esto se toca el tema de la pureza: su voluntad nos purifica, su cercanía nos guía”.
Deteniéndose en la “alegría de Israel por el hecho de conocer la voluntad de Dios y de haber recibido por ello el don de la sabiduría que nos cura y que no podemos encontrar por sí solos”, el Santo Padre ha preguntado: “¿Existe entre nosotros, en la Iglesia de hoy en día, un sentimiento de alegría similar por la cercanía de Dios y el don de su Palabra?... Si reflexionamos sobre la perplejidad del mundo ante los grandes problemas del presente y el futuro, entonces también dentro de nosotros tendría que florecer nuevamente la alegría por el hecho que Dios nos ha mostrado gratuitamente su rostro, su voluntad, a si mismo. Si esta alegría, surge en nosotros, tocará también el corazón de los no creyentes. Sin esta alegría nosotros no somos convincentes. Donde, sin embargo, tal alegría está presente, - incluso sin saberlo - posee una fuerza misionera. Suscita, de hecho, en los hombres la pregunta si no se encuentra quizás realmente aquí la vía - si esta alegría no conduce quizás efectivamente sobre las huellas del mismo Dios”.
La segunda lectura de la Misa ha sido tomada de la epístola de Santiago, que el Santo Padre dice de amar, “sobre todo, porque a través de ella podemos hacernos una idea de la devoción de la familia de Jesús”. Era una familia observante en el sentido que “vivía la alegría deuteronómica por la proximidad de Dios, que se nos dona en su Palabra y sus mandamientos”. “Para Santiago la Ley no es una exigencia que pretende demasiado de nosotros – ha continuado el Santo Padre - que nos encontramos de frente al exterior y no puede ser nunca satisfecha... en Cristo, Dios nos ha dicho todo, se ha manifestado plenamente. No somos siervos, sino amigos. Y la ley ya no es una prescripción para las personas no libres, sino el contacto con el amor de Dios – el estar introducidos como parte de la familia, acto que nos hace libres y "perfectos"... La ley, como palabra del amor, no es una contradicción a la libertad, sino una renovación desde dentro, a través de la amistad con Dios... Nosotros no creamos lo que es bueno - esto sería un simple moralismo – sino que es la verdad que nos sale al encuentro. Él mismo es la Verdad, la Verdad en persona. La pureza es una expresión dialógica. Esta inicia con el hecho de que Él viene a nuestro encuentro - El que es verdad y amor -, nos lleva de la mano, compenetra nuestro ser. En la medida en que nos dejemos tocar por Él, en el que el encuentro se convierte en amistad y en amor, nos convertimos nosotros mismos, a partir de su pureza, en personas puras y también personas que aman con su amor, personas que introducen a otros en su pureza y su amor”. (S.L.) (Agencia Fides 15/9/2009)
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