OCEANÍA/TAHITÍ - El Año Sacerdotal es la ocasión para conocer la vida de santos sacerdotes, como el padre Damián, y de misioneros que han difundido el Evangelio en Tahití: carta del Arzobispo de Papeete

jueves, 30 julio 2009

Papeete (Agencia Fides) – “Es importante que este Año Sacerdotal sea la ocasión para descubrir la vida de santos sacerdotes: el Cura de Ars sobre todo, pero también otras figuras de sacerdotes, y en particular los antiguos misioneros de Oceanía, como el padre Damián, que será canonizado este año, San Pierre Chanel… y pienso también en los misioneros que han dado brillo a la evangelización del antiguo vicariato apostólico de Tahití, y en particular en el padre Latuin Léveque, el apóstol de los Harorai”. Así escribe el Arzobispo de Papeete, Mons. Hubert Coppenrath, en su carta pastoral para el inicio del Año Sacerdotal.
Retomando lo que afirmó el Santo Padre Benedicto XVI y lo que ha escrito el Card. Claudio Hummes, Prefecto de la Congregación para el Clero, el Arzobispo de Papeete recuerda los tres objetivos fundamentales del Año Sacerdotal. Ante todo el Año se dirige a los sacerdotes, por lo que al final de este período esperamos que los sacerdotes sean “más felices, más fieles, más unidos y más santos”. Pero este Año es de toda la Iglesia, por lo que, escribe el Arzobispo, “todos deben renovar su visión del sacerdote, para colaborar mejor con él y ayudarlo en el modo mejor a cumplir su misión y crecer en santidad. Es importante que el sacerdote se sienta amado, pero en modo tal que sea estimulado a corresponder cada vez más a las expectativas de quien lo ha escogido, Jesús”.
Finalmente una atención especial debe ser dada a la promoción de las vocaciones al ministerio ordenado. “Plenamente humano como Jesús, el sacerdote es también, como él, consagrado… lo que significa que su persona y actividad pertenecen totalmente a Dios”. El Arzobispo prosigue: “Para ser un testigo de Jesucristo, el sacerdote debe vigilar para guardar su vida en perfecta transparencia, y debe aplicarse para mantener una coherencia constante entre lo que dice y lo que hace. Hombre de paz y de unidad, se esfuerza por reunir a los fieles en la caridad siguiendo el ejemplo del Buen Pastor. El celibato consagrado, que la Iglesia latina pide a sus sacerdotes, expresa bien dicha consagración… el sacerdote acepta el celibato consagrado para ser todo de Dios y todo a todos”. Finalmente Mons. Coppenrath subraya que el sacerdote “debe tener su mirada constantemente fija en su Maestro, y ser sacerdote como los apóstoles, es decir esforzándose por seguir a Jesús en su modo de vivir y de actuar”. (S.L.) (Agencia Fides 30/7/2009; líneas 26, palabras 404)


Compartir: