VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - ¿Sacerdotes o “funcionarios”?

jueves, 23 julio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En este inicio del Año Sacerdotal, inaugurado el pasado 19 de junio en San Pedro, el Santo Padre Benedicto XVI, con el afecto por la verdad y la calma llena de amor que le son propias, está indicando algunos “focos” alrededor de los cuales debe concentrarse la atención de los sacerdotes y de la doctrina.
Las intervenciones de particular importancia, que sería un deber retomar para entrar en el espíritu auténtico del Año Sacerdotal (además de la Convocación que se remonta a la Alocución en la Plenaria del Clero, del 16 de marzo de 2009) son la hermosísima Carta a los Sacerdotes, conmovedora por su espíritu, fe y belleza, así como por el extraordinario amor a la Iglesia que se deja ver, la Homilía en las Vísperas del 19 de junio y las dos Catequesis durante las Audiencias de los miércoles, del 24 de junio y del 1 de julio. En este tiempo, en el que para muchos será posible dedicar algunos días al descanso, sería interesante profundizar la lectura, al menos, de estos textos, para comprender a qué somos invitados por el Sucesor de Pedro, y a donde se dirige su mirada, para poder también nosotros “mirar a donde Él mira”.
Dos énfasis, para estimular la lectura, parecen de extraordinaria actualidad y eficacia. El primero tiene que ver con la identificación del Sacerdote con el propio ministerio: en un tiempo en el que parece se deba “sucumbir” al “frenesí pastoral”, que no pocas veces afecta también el actuar de los Sacerdotes, se propone el modelo de San Juan María Vianney, Cura de Ars, que se identificó totalmente con su ministerio, no viviéndolo nunca como una “sustracción” a sí mismo, sino como “el altar del sacrificio de sí mismo”, es decir el lugar del ofrecimiento de la propia vida a Cristo, en obediencia humilde a las circunstancias que el Señor mismo permite para nuestra santificación. Es la vida del hombre nuevo, el que, abandonado todo por la perla encontrada, se olvida del pasado, está lanzado hacia el futuro, en alegre esperanza, que es certeza de que el Señor realizará su humanidad en la medida en que la libertad se adherirá totalmente y renovará el “sí” del primer instante. Toda la promesa de Dios al hombre y toda la fecundidad del ministerio sacerdotal está, en efecto, contenida en el primer “sí”.
Otro énfasis del Magisterio en este inicio del Año Sacerdotal, es dada por la corrección que, de hecho, el Santo Padre busca sugerir, a la contraposición “teológico-pastoral” entre sacerdocio entendido ontológicamente y servicio interpretado funcionalmente. Muchas veces recurre, en los varios discursos pontificios, la terminología clásica de “configuración ontológica” a Cristo. Parece escuchar verdades de fe demasiado descuidadas en los recientes tratados de sacramentaria o, como muchas veces sucede, de eclesiología; como si el Orden Sagrado fuese no un sacramento, entre los Siete, sino un “super-ministerio” al interno de una Iglesia “toda ministerial”. Si todo es gracia, nada es gracia, y si todo es “ministerio” nada es ministerio. La perspectiva ontológica, ciertamente, ha recordado Benedicto XVI, no excluye la del servicio, sino que indica objetivamente su causa: el Sacerdote está radicalmente al servicio de los hombres, porque está al servicio de Dios, y es dicho “cambio ontológico”, que se refiere por lo tanto al ser del ministro, que garantiza la eficacia de su actuar, la fecundidad de su ministerio y, dato no indiferente, su realización humana, si es dócilmente acogida, conscientemente asumida y, en la humildad de quien sabe que debe cuidar un tesoro que le ha sido confiado, defendida con orgullo. Pongámonos, en este tiempo estivo, a la escucha atenta del Magisterio de Benedicto XVI, que mira lejos e invita, en la simplicidad, a mirar con él a Cristo. (Agencia Fides 23/7/2009; líneas 41, palabras 625)


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