VATICANO - Benedicto XVI presenta en la audiencia general su tercera encíclica "Caritas in veritate": " La caridad en la verdad es la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad”

jueves, 9 julio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La caridad en la verdad es la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. Por esto, en torno al principio "caritas in veritate", gira toda la doctrina social de la Iglesia. Sólo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un valor human y humanizador.". Son las palabras del Santo Padre Benedicto XVI quien ha dedicado la catequesis semanal durante la audiencia general del miércoles 8 de julio, a su tercera Encíclica, "Caritas in veritate".
Según ha explicado el Pontífice, el texto de la encíclica, que “se inspira en su visión fundamental en un pasaje de la carta de san Pablo a los Efesios, en el que el apóstol habla del actuar según la verdad en la caridad", recuerda en la introducción dos criterios fundamentales: la justicia y el bien común. "Como otros documentos del Magisterio - ha recordado Benedicto XVI -, también esta Encíclica retoma, continúa y profundiza el análisis y la reflexión de la Iglesia sobre cuestiones sociales de vital interés para la humanidad de nuestro tiempo. De modo especial, enlaza con cuanto escribió Pablo VI, hace ahora más de cuarenta años, en la "Populorum progressio", piedra angular de la enseñanza social de la Iglesia”
El Santo Padre ha recordado a continuación los "no pequeños problemas" de la actual situación mundial y el "escándalo" de desigualdades clamorosas, que continúan a pesar de los compromisos asumidos en el pasado. "Por una parte, se registran signos de graves desequilibrios sociales y económicos; por la otra, se invocan desde muchas partes reformas que no pueden demorarse por más tiempo para superar la brecha en el desarrollo de los pueblos. El fenómeno de la globalización puede, en este sentido, constituir una oportunidad real, pero por esto es importante que se acometa una profunda renovación moral y cultural y un discernimiento responsable sobre las elecciones que hay que realizar para el bien común. Un futuro mejor para todos es posible, si se funda en el descubrimiento de los valores éticos fundamentales. Es necesaria por tanto una nueva proyección económica que vuelva a diseñar el desarrollo de forma global, basándose en el fundamento ético de la responsabilidad ante Dios y ante el ser humano como criatura de Dios”.
Aun no ofreciendo "soluciones técnicas a las grandes problemáticas sociales del mundo actual", porque no es esta la competencia del Magisterio de la Iglesia, la encíclica recuerda los grandes principios indispensables para construir el desarrollo humano de los próximos años: "la atención a la vida del hombre, considerada como centro de todo verdadero progreso; el respeto del derecho a la libertad religiosa, siempre unido íntimamente al desarrollo del hombre; el rechazo de una visión prometeica del ser humano, que lo considera artífice absoluto de su propio destino”. El Papa ha puesto a continuación en evidencia la necesidad de "hombres rectos tanto en la política cuanto en la economía, que estén sinceramente atentos al bien común", llamando la atención de la pública opinión sobre el drama del hambre y la seguridad alimenticia, que "interpela nuestra conciencia”, y debe ser solucionado "eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los Países más pobres". Se debe revaluar el papel y el poder político de los Estados, sin descuidar la participación de los ciudadanos en la política nacional e internacional, "gracias también a un compromiso renovado de las asociaciones de los trabajadores llamados a instaurar nuevas sinergias a nivel local e internacional". Un papel de primer plano es el juegan los medios de comunicación social para potenciar el dialogo entre las culturas y tradiciones diversas.
Benedicto XVI invita a continuación a todos a "una seria reflexión sobre el sentido mismo de la economía y sobre sus finalidades. Lo exige el estado de salud ecológica del planeta; lo pide la crisis cultural y moral del hombre que aparece con evidencia en cada lugar del globo. La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; necesita recuperar la importante contribución del principio de gratuidad y de la "lógica del don" en la economía de mercado, en el que la regla no puede ser el provecho propio”. Para alcanzar este objetivo hace falta "una formación de las conciencias que dé fuerza a los criterios morales en la elaboración de los proyectos políticos y económicos". Hace falta "un estilo diverso de vida por parte de toda la humanidadLa humanidad es una sola familia y el diálogo fecundo entre fe y razón no puede más que enriquecerla, haciendo más eficaz la obra de la caridad en lo social, constituyendo además el marco apropiado para incentivar la colaboración entre creyentes y no creyentes, en la perspectiva compartida de trabajar por la justicia y la paz en el mundo". Los criterio-guía por esta fraterna interacción, indicados en la encíclica, son los principios de subsidiariedad y solidaridad, en estrecha conexión entre ellos, mientras que también se hace necesaria una Autoridad política mundial regulada por el derecho, firmemente orientada a la realización del bien común.
En la parte conclusiva de su catequesis, el Santo Padre ha recordado que "todo programa de desarrollo debe tener presente, junto a lo material, el crecimiento espiritual de la persona humana, que está dotada de alma y cuerpo. Este es el desarrollo integral, al que constantemente se refiere la doctrina social de la Iglesia". Por último, ha invitado a rogar "para que también esta encíclica pueda ayudar a la humanidad a sentirse una única familia comprometida en realizar un mundo de justicia y de paz” y "para que los creyentes, que operan en los sectores de la economía y la política, adviertan cuán importante es la coherencia de su testimonio evangélico". La última exhortación ha sido a rezar por que los Jefes de Estado y de Gobierno del G8 que se encuentran en estos días en L’Aquila: "Que de esta importante cumbre mundial broten decisiones y orientaciones útiles para el verdadero progreso de todos los pueblos, especialmente de los más pobres". (S.L) (Agencia Fides 9/7/2009)


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