VATICANO - Carta del Santo Padre al Honorable Berlusconi con ocasión del G8: “Que se escuche la voz del África y de los países menos desarrollados económicamente”

lunes, 6 julio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- El Santo Padre Benedicto XVI envió una carta al Honorable Silvio Berlusconi, Presidente del Consejo Italiano, en ocasión del G8, que se reúne en L’Aquila, del 8 al 10 de julio del 2009, bajo la Presidencia Italiana. En la carta, que tiene por fecha el 1º de julio, el Pontífice envía un cordial saludo a todos los participantes y afirma querer “ofrecer un aporte a la reflexión sobre las temáticas del encuentro”.
“La participación de Jefes de Estado o Gobierno, no solo del G8 sino de muchas otras Naciones –escribe el Papa- hará que las decisiones adoptadas, para encontrar soluciones compartidas para los principales problemas que inciden sobre la economía, paz y seguridad internacional, puedan reflejar fielmente los puntos de vista y las expectativas de las poblaciones de todos los Continentes”. Tal “participación ampliada” es oportuna “teniendo en cuenta las múltiples problemáticas del mundo actual altamente interrelacionado e interdependiente”. Benedicto XVI cita en particular los desafíos de la crisis económico financiera en curso y el fenómeno del cambio climático.
El Santo Padre cita el empeño de Juan Pablo II, particularmente en ocasión del Gran Jubileo del año 2000, en la búsqueda de soluciones adecuadas a las problemáticas relativas a la deuda y a la vulnerabilidad económica del África y de otros países pobres. Constata que el periodo de “extraordinario crecimiento” del que ha podido gozar la mayor parte de los países menos desarrollados, que ha consentido a muchos tener expectativas en vencer la pobreza extrema dentro del 2015, ha sido puesto a la prueba por la crisis financiera y económica que involucra a todo el planeta desde el inicio del 2008, “al punto que es real el riesgo, no solo de apagar las esperanzas de salir de la pobreza extrema, sino también de que poblaciones hasta hoy beneficiarias de un mínimo de bienestar material caigan en miseria”.
“Además –prosigue el Papa-, la actual crisis económica mundial comporta la amenaza de la cancelación o de la drástica reducción de planes de ayuda internacional, especialmente a favor del África y de los otros países económicamente menos desarrollados”. Por lo tanto Benedicto XVI lanza un llamado “a los miembros del G8, a los Estaros representados y Gobiernos del mundo entero, para que la ayuda para el desarrollo, sobre todo dirigido a ‘valorar’ el ‘recurso humano’ sea mantenido y potenciado, no solo no obstante la crisis, sino justamente porque este valorar es una de las principales salidas a la crisis”. Invirtiendo en el hombre –todos los hombres y mujeres de la tierra- “se podrá lograr alejar en modo eficaz las preocupantes perspectivas de recesión mundial”. Esto implica también asegurar la instrucción de base para todos, en cuanto “la educación es condición indispensable para el funcionamiento de la democracia, para la lucha contra la corrupción, para el ejercicio de los derechos políticos, económicos y sociales y para la mejoría efectiva de todos los estados, pobres y ricos. Y aplicando rectamente el principio de la subsidiariedad, el apoyo al desarrollo no puede no tener en cuenta la capilar acción educadora que realizan la Iglesia católica y las otras Confesiones religiosas en las regiones más pobres y abandonadas del Globo”.
Benedetto XVI recuerda también que es necesario tener presente las concretas exigencias humanas y familiares, “por ejemplo me refiero a la efectiva creación de puestos de trabajo para todos, que consientan a los trabajadores proveer en modo digno a las necesidades de la familia, y de absolver la primaria responsabilidad que tienen en educar a los hijos y en el ser protagonistas en las comunidades a las que pertenecen”. El Santo Padre desea un renovado empeño por la eliminación de la pobreza extrema dentro del 2015: “Es un deber reformar la arquitectura financiera internacional para asegurar la coordinación eficaz de las políticas nacionales, evitando la especulación crediticia y garantizando una amplia disponibilidad internacional de crédito público y privado al servicio de la producción y del trabajo, especialmente en los países y en las regiones más afectadas”.
En la parte conclusiva de la carta, el Pontífice destaca la necesidad de “reforzar el multilateralismo, no solo por las cuestiones económicas, sino por el entero espectro de las temáticas relacionadas con la paz, la seguridad mundial, el desarme, la salud, el cuidado del ambiente y de los recursos naturales para las generaciones presentes y futuras. En el momento de las negociaciones y decisiones concretas y operativas, es necesario estar atentos a todas las instancias, no solo a las de los países más importantes o con mayor éxito económico. Solo esto puede hacer tales decisiones realmente aplicables y sostenibles en el tiempo. Se escuche por lo tanto la voz del África y de los países menos desarrollados económicamente. Se busquen modos eficaces para vincular las decisiones de las varias agrupaciones de países, incluido el G8, a la Asamblea de las Naciones Unidas, donde cada Nación, sea cual sea su peso político y económico, puede legítimamente expresarse en una situación de igualdad con las otras”.
Tras haber manifestado aprecio por la decisión de tomar L’Aquila, el Santo Padre concluye implorando “la asistencia de Dios sobre todos los presentes en el próximo G8 de L’Aquila y sobre iniciativas multilaterales miradas a resolver la crisis económico financiera y garantizar un futuro de paz y de prosperidad para todos los hombres y mujeres sin exclusión alguna”. (S.L.) (Agencia Fides 6/7/2009, líneas 63, palabras 912)


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