VATICANO - Benedicto XVI cierra el Año dedicado a San Pablo: “él sigue siendo el ‘maestro de las gentes’ que quiere llevar el mensaje del Resucitado a todos los hombres, porque Cristo los ha conocido y amado a todos; ha muerto y resucitado por todos ellos”

martes, 30 junio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En la tarde del Domingo 28 de junio, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió a la Basílica de San Pablo Extramuros, donde presidió la Celebración de las primeras Vísperas de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, con ocasión de la clausura del Año Paulino. “El año conmemorativo del nacimiento de San Pablo se cierra esta tarde – dijo el Papa en la homilía –. Estamos reunidos en la tumba del Apóstol, cuyo sarcófago, conservado bajo el altar papal, ha sido recientemente objeto de un atento análisis científico... (que) parece confirmar la unánime y constante tradición de que se trata de los restos mortales del apóstol Pablo. Todo esto llena nuestra alma de profunda emoción”.
Después de haber recordado que en estos meses muchas personas han “seguido los caminos del Apóstol, aquellos externos y más aún aquellos interiores, que él recorrió durante su vida”, Benedicto XVI subrayó: “El Año Paulino concluye, pero estar en camino junto a Pablo, con él y gracias a él conocer a Jesús y, como él, ser iluminados y transformados por el Evangelio – esto será siempre parte de la existencia cristiana. Y siempre, yendo más allá del ambiente de los creyentes, él sigue siendo el ‘maestro de las gentes’, que quiere llevar el mensaje del Resucitado a todos los hombres, porque Cristo los ha conocido y amado a todos; ha muerto y resucitado por todos ellos”.
Deteniéndose en particular en la segunda parte de la carta a los Romanos, sobre los primeros dos versículos del capítulo doce, el Papa explicó que San Pablo en ese pasaje “ante todo afirma, como algo fundamental, que con Cristo ha iniciado un nuevo modo de venerar a Dios – un nuevo culto. Consiste en el hecho de que el hombre viviente llega a ser él mismo adoración, ‘sacrificio’ incluso en el propio cuerpo. Ya no se ofrecen cosas a Dios. Es nuestra misma existencia la que debe llegar a ser alabanza a Dios”. Esto puede suceder, siempre según San Pablo, si nos hacemos “hombres nuevos, transformados en un nuevo modo de existencia... Con la palabra acerca de hacerse nuevos, Pablo alude a su propia conversión: a su encuentro con Cristo resucitado... Él se ha hecho nuevo, otro, porque ya no vive para sí mismo y en virtud de sí mismo, sino para Cristo y en Él. A lo largo de los años, sin embargo, ha visto asimismo que este proceso de renovación y de transformación continúa por toda la vida”.
El Santo Padre siguió: “Pablo hace aún más claro este proceso de ‘resarcimiento’ diciendo que nos hacemos nuevos si transformamos nuestro modo de pensar... Nuestra razón debe hacerse nueva... Nuestro modo de ver el mundo, de comprender la realidad – todo nuestro pensar debe mutarse desde su fundamento... es necesario aprender a comprender la voluntad de Dios, de modo que ella plasme nuestra voluntad. Para que nosotros queramos lo que Dios quiere, para que reconozcamos que aquello que Dios quiere es lo bello y lo bueno”.
La necesidad de una renovación de nuestro ser persona humana es expresada por Pablo también en dos pasajes de la Carta a los Efesios, sobre los que se detuvo el Papa: “En el cuarto capítulo de la Carta el Apóstol nos dice que con Cristo debemos alcanzar la edad adulta, una humanidad madura... Pablo desea que los cristianos tengan una fe ‘responsable’, una ‘fe adulta’” que no debe ser hoy entendida como “la actitud de quien ya no escucha a la Iglesia y a sus Pastores, que escoge lo que quiere o no quiere creer”. Benedicto XVI indicó asimismo como ejemplos de la fe adulta, el compromiso “por la inviolabilidad de la vida human desde el primer momento” y “reconocer el matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida como orden del Creador, establecido nuevamente por Cristo”, y subrayó que “la fe adulta no se deja transportar de un lado a otro por cualquier corriente. Ella se opone a los vientos de la moda. Sabe que estos vientos no son el soplo del Espíritu Santo”.
Pablo describe la fe madura, verdaderamente adulta en modo positivo con la expresión “actuar según la verdad en la caridad” (cf. Ef 4, 15). “El poder de la fe, el poder de Dios es la verdad. La verdad sobre el mundo y sobre nosotros mismos se hace visible cuando miramos a Dios – explicó el Pontífice –. Y Dios se hace visible en el rostro de Jesucristo. Mirando a Cristo reconocemos una cosa más: verdad y caridad son inseparables... El Apóstol nos dice que, actuando según la verdad en la caridad, nosotros contribuimos a que todo el universo crezca tendiendo a Cristo... El objetivo último de la obra de Cristo es el universo – la transformación del universo, de todo el mundo humano, de creación entera. Quien junto con Cristo sirve la verdad en la caridad, contribuye al auténtico progreso del mundo”.
En el tercer capítulo de la Carta a los Efesios el Apóstol Pablo habla de la necesidad de ser “fortalecidos en el hombre interior” (3, 16). El Santo Padre destacó que “el vacío interior – la debilidad del hombre interior – es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo. Debe ser reforzada la interioridad – la perceptividad del corazón; la capacidad de ver y comprender el mundo y el hombre desde dentro, con el corazón. Tenemos necesidad de una razón iluminada por el corazón, para aprender a actuar según la verdad en la caridad. Esto, sin embargo, no se realiza sin una íntima relación con Dios, sin la vida de oración”. Pablo nos dice asimismo que “sólo en la comunión con todos los santos, es decir en la grande comunidad de todos los creyentes – y no contra o sin ella – podemos conocer la amplitud del misterio de Cristo... El Cristo crucificado abraza a todo el universo en todas sus dimensiones. Él toma el mundo en sus manos y lo eleva hacia Dios”.
Benedicto XVI concluyó su homilía invitando a rezar al Señor “para que nos ayude a reconocer algo de la grandeza de su amor, para que su amor y su verdad toquen nuestro corazón. Pidamos que Cristo habite en nuestros corazones y nos haga hombres nuevos, que actúan según la verdad en la caridad”. (S.L.) (Agencia Fides 30/6/2009; líneas 67, palabras 1043)


Compartir: