VATICANO - “No podemos permitir que los niños indefensos, sus padres y los adultos de las comunidades más pobres del mundo sean cada vez más vulnerable a causa de la crisis económica global": el Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud a la 62 Asamblea Mundial de la Salud

jueves, 4 junio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En su primera intervención oficial en la 62 Asamblea Mundial de la Salud apenas concluida en Ginebra, Su Exc. Mons. Zygmunt Zimowski, Presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, ha querido expresar algunas reflexiones y preocupaciones de la Santa Sede sobre el impacto de la asistencia en la salud humana en este período de crisis económica global.
"La actual crisis económica ha hecho aflorar el espectro de la cancelación o de una drástica reducción de los programas de asistencia externa, sobre todo en los Países en vías de desarrollo. Eso pondrá dramáticamente en peligro sus sistemas sanitarios, que se encuentran ya en el colapso por la fuerte incidencia de enfermedades endémicas, epidémicas y virales", ha dicho el Arzobispo Zimowski.
Con respecto a la importancia y responsabilidad de las organizaciones religiosas y de las instituciones sanitarias administrada por la Iglesia, que ofrecen sostén y tratamientos a las personas que viven en pobreza, el Presidente del Consejo Pontificio ha recordado los principios de "equidad, solidaridad, justicia social y acceso universal a los servicios" articulados en la Resolución sobre tratamientos sanitarios primarios, examinados en la asamblea de la OMS.
Refiriéndose a los "millones de niños en todo el mundo que no alcanzan su pleno potencial a causa de las grandes diferencias e injusticias existentes en el campo sanitario" Mons. Zimowski ha añadido: “No podemos permitir que estos niños indefensos, sus padres y los adultos de las comunidades más pobres del mundo sean cada vez más vulnerable a causa de la crisis económica global, ampliamente alimentada por el egoísmo y el ansia. Como ha subrayado el Santo Padre, es necesario una fuerte solidaridad global entre Países ricos y Países pobres, además de dentro de los individuales Países, aunque sean ricos. Es necesario 'un código ético común, cuyas normas no tengan sólo un carácter convencional, sino que estén enraizadas en la ley natural inscrita por el Creador en la conciencia de todo ser humano (cfr Rm 2,14-15)". (AP) (Agencia Fides4/6/2009)


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