VATICANO - "Amor para el Dios encarnado y por su visibilidad en la Liturgia y en los iconos. Fidelidad al bautismo y a empeño a vivir en la comunión del Cuerpo de Cristo. Espíritu de pobreza, de sobriedad, de renuncia": las enseñanzas de San Teodoro Studita presentadas por Benedicto XVI

jueves, 28 mayo 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "El santo que encontramos hoy, san Teodoro el Estudita, nos lleva a un período desde el punto de vista religioso y político más bien turbulento" ha dicho el Santo Padre Benedicto XVI iniciando su catequesis durante la audiencia general del miércoles 27 de mayo. Recorriendo las etapas fundamentales de su vida, el Papa ha recordado que San Teodoro nació en 759 en una familia noble y piadosa. Abrazó la vida monástica a la edad de 22 años. Fue ordenado sacerdote por el patriarca Tarasio, pero rompió luego la comunión con él y fue desterrado a Tesalónica en 796. La reconciliación con la autoridad imperial ocurrió el año siguiente bajo la emperatriz Irene, cuya benevolencia indujo a Teodoro y a Platón a trasladarse al monasterio urbano de Studios, junto a la gran parte de la comunidad de los monjes de Sakkudion, para evitar las incursiones de los sarracenos. Teodoro se convirtió en el jefe de la resistencia contra la iconoclasia de Leon V el Armenio, y por este entre las 815 y las 821, fue flagelado, encarcelado y desterrado en muchos lugares de la Asia Menor. Al fin pudo volver a Constantinopla, y se estableció con sus monjes en la otra parte del Bósforo. Murió en Prinkipo, el 11 de noviembre de 826.
"Teodoro se distinguió en la historia de la Iglesia por ser uno de los grandes reformadores de la vida monástica y también como defensor de las imágenes sagradas durante la segunda fase iconoclasta" ha subrayado Benedicto XVI poniendo en evidencia que "Teodoro había comprendido que la cuestión de la veneración de los iconos implicaba la verdad misma de la Encarnación… abolir la veneración del icono de Cristo significaría cancelar su misma obra redentora, pues al asumir la naturaleza humana, la Palabra invisible se ha aparecido en la carne visible humana y de este modo ha santificado a todo el cosmos visible”.
Teodoro imprimió nuevo espíritu a la vida cenobítica: "En sus escrito, insiste en la urgencia de un regreso consciente a la enseñanza de los padres - ha recordado el Papa -. La contribución característica de Teodoro consiste en su insistencia en la necesidad del orden y de la sumisión por parte de los monjes. Durante las persecuciones éstos se habían dispersado, acostumbrándose a vivir cada uno según su propio juicio. Cuando fue posible reconstituir la vida común, era necesario comprometerse a fondo para volver a hacer del monasterio una auténtica comunidad viva, una auténtica familia o, como dice él, un auténtico "Cuerpo de Cristo". En una comunidad así, se realiza concretamente la realidad de la Iglesia en su conjunto”.
Teodoro enseña que "con respecto a los seglares, los monjes asumen el compromiso de observar los deberes cristianos con mayor rigor e intensidad". Su característica "es el compromiso de la pobreza, de la castidad y de la obediencia - ha continuado Benedicto XVI -. Dirigiéndose a los monjes, Teodoro habla de manera concreta, en ocasiones casi pintoresca, de la pobreza, pero ésta en el seguimiento de Cristo es desde los inicios un elemento esencial del monaquismo e indica también un camino para todos nosotros. La renuncia a la propiedad privada, la libertad de las cosas materiales, así como la sobriedad y la sencillez, sólo son válidas de forma radical para los monjes, pero el espíritu de esta renuncia es igual para todos. De hecho, no debemos depender de la propiedad material; debemos aprender la renuncia, la sencillez, la austeridad y la sobriedad. De este modo puede crecer una sociedad solidaria y se puede superar el gran problema de la pobreza de este mundo. Por tanto, en este sentido, el signo radical de los monjes pobres indica esencialmente también un camino para todos nosotros. Cuando ilustra las tentaciones contra la castidad, Teodoro no esconde las propias experiencias y demuestra el camino de lucha interior para encontrar el dominio de sí mismo y de este modo el respeto del propio cuerpo y del cuerpo del otro como templo de Dios”.
Las renuncias principales son para Teodoro las que requiere la obediencia: "tras el pecado original la tendencia del hombre consiste en hacer la propia voluntad, el primer principio es la vida del mundo, todo los demás queda sometido a la propia voluntad. Pero de este modo, si cada quien se sigue sólo a sí mismo, el tejido social no puede funcionar" ha explicado el Santo Padre. Al par de la obediencia y la humildad Teodoro pone luego el amor al trabajo: " quien es fervoroso en los compromisos materiales, quien trabaja con asiduidad, argumenta, lo es también en lo espiritual. Por ello, no admite que bajo el pretexto de la oración y de la contemplación, el monje quede dispensado del trabajo, incluido el trabajo manual, que en realidad es, según él y según toda la tradición monástica, el medio para encontrar a Dios”.
Incluso ejerciendo una actividad externa amplia, Teodoro “no se dejaba distraer de lo que consideraba íntimamente ligado a su función de superior: ser el padre espiritual de sus monjes" ha afirmado Benedicto XVI recordando la importancia que atribuyó a la dirección espiritual, ejercitada también hacia numerosas personas fuera del monasterio. Su "Regla", codificada poco después de la muerte de Teodoro, se revela singularmente actual.
Al término de la audiencia el Santo Padre ha retomado algunos de los elementos principales de la doctrina espiritual de Teodoro subrayando su actualidad: "amor por el Señor encarnado y por su visibilidad en la liturgia y en los iconos; fidelidad al bautismo y compromiso por vivir en la comunión del Cuerpo de Cristo, entendida también como comunión de los cristianos entre sí; espíritu de pobreza, de sobriedad, de renuncia; castidad, dominio de sí mismo, humildad y obediencia contra la primacía de la propia voluntad, que destruye el tejido social y la paz de las almas; as¡mor por el trabajo material y espiritual; amistad espiritual nacida en la purificación de la propia conciencia, de la propia alma, de la propia vida. Tratemos de seguir estas enseñanzas que realmente nos muestran el camino de la verdadera vida". (S.L) (Agencia Fides 28/5/2009)


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