VATICANO - Benedicto XVI en Tierra Santa (11) - Visita al memorial de Yad Vashem: "Confirmo, como mis sucesores, el compromiso de la Iglesia de rezar y actuar sin descanso para asegurar que el odio no reine nunca más en el corazón de los hombres”

martes, 12 mayo 2009

Jerusalén (Agencia Fides) – “He venido aquí para detenerme en silencio ante este monumento, erigido para honrar la memoria de los millones de judíos asesinados en la horrenda tragedia de la Shoá. Perdieron la vida, pero no perderán nunca sus nombres: están indeleblemente grabados en los corazones de sus seres queridos, de sus compañeros de prisión, y de quienes están decididos a no permitir nunca que un horror así pueda volver a deshonrar a la humanidad. Sus nombres, en particular y sobre todo, están grabados para siempre en la memoria de Dios Omnipotente". Son las palabras pronunciadas por el Santo Padre Benedicto XVI durante su visita al memorial de Yad Vashem en Jerusalén, dónde ha ido la tarde del lunes 11 de mayo, después de la visita de cortesía al Presidente del Estado de Israel.
Después de haber recordado que "la Sagrada Escritura nos enseña la importancia del nombre cuando se le confía a una persona una misión única o un don especial", el Papa ha afirmado: “¡Que los nombres de estas víctimas no perezcan nunca! ¡Que sus sufrimientos nunca sean negados, disminuidos u olvidados!”. Después ha continuado: "la Iglesia Católica, comprometida en las enseñanzas de Jesús y decidida a imitar el amor por toda persona, siente profunda compasión por las víctimas aquí recordadas. Del mismo modo, está junto a quienes sufren persecuciones a causa de la raza, el color, la condición de vida, o la religión. Sus sufrimientos son los suyos y suya es su esperanza de justicia. Cómo obispo de Roma y sucesor del apóstol Pedro confirmo, como mis sucesores, el compromiso de la Iglesia de rezar y actuar sin descanso para asegurar que el odio no reine nunca más en el corazón de los hombres”.
Las Escrituras enseñan que es nuestro deber recordar al mundo que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob es el Dios de la paz, y que "Dios está vivo, aunque en ocasiones nos resulte difícil comprender sus caminos misteriosos e inescrutables" ha afirmado al Pontífice, evocando el grito de las víctimas de la Shoah que resuena todavía en nuestros corazones: "Es un grito que se eleva contra todo acto de injusticia y de violencia. Es una condena perenne de todo derramamiento de sangre inocente. Es el grito de Abel, que se eleva desde la tierra hacia el Omnipotente". (S.L) (Agencia Fides 12/5/2009)


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