VATICANO - “La identidad del laico catequista en la evangelización de los pueblos”: Congreso en la Urbaniana por los 30 años del Colegio Misionero San José

miércoles, 29 abril 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La figura del laico catequista en la misión ad gentes está en el centro del Congreso promovido por el Colegio Misionero San José de Roma, en la Pontificia Universidad Urbaniana, el 28 y 29 de abril. “El Colegio – recordó el Rector, padre Sante Bisignano OMI, en su discurso de apertura – celebra este año los treinta años de fundación. Fue querido por el Cardenal Agnelo Rossi, Prefecto de Propaganda Fide, y por el Secretario del Dicasterio, el entonces Arzobispo Simon Lourdusamy, que haciéndose intérpretes del Decreto conciliar Ad Gentes instituyeron el 9 de setiembre de 1979 el Colegio Mater Ecclesiae, con sede en Castel Gandolfo, para preparar catequistas cualificados provenientes de los países de misión”.
Transferido recientemente a la Universidad Urbaniana con la nueva denominación, el Colegio sigue hoy acogiendo a jóvenes de los cinco continentes y ofreciéndoles una preparación doctrinal a nivel académico, con la obtención de títulos universitarios. “Objetivo del Congreso – precisa el Rector – es justamente el de narrar lo precioso para la Iglesia misionera de la figura del laico y de la laica catequistas, a través de la experiencia de estos tres últimos años con los jóvenes del Colegio, y de recorrer la vivencia histórica de la Iglesia y los desafíos del futuro”.
Presentando al auditorio la historia de los evangelizadores laicos en la vida de la Iglesia, el Padre Alberto Trevisiol, subrayó que “los catequistas son desde siempre el núcleo fundamental de la misión. Desde la llegada del cristianismo – explicó el decano de la Facultad de Misionología – el Evangelio se difundió en el mundo greco-romano sobre todo a través del testimonio de los que la Didaché llama los ‘misioneros errantes’, simples creyentes que se sintieron no sólo llamados por Cristo sino también invitados por Él a hacerse anunciadores de la Palabra en el mundo. Fue así que, una vez terminado el flujo migratorio en Europa que coincidió con la caída del Imperio Romano, los catequistas laicos, comenzando por Clemente Romano, se hicieron mediadores entre el kerigma y la cultura del contexto y lograron dar un alma a la sociedad europea, plasmaron la mentalidad y el modo de vivir sobre todo a través de las scholae medievales”. La edad moderna, con el fenómeno de los grandes viajes en países muy lejanos del contexto de origen, ha mostrado la exigencia de colaboradores laicos autóctonos.
“El modelo de San Francisco Javier – sugirió el Padre Trevisiol – es el ejemplo que hay que seguir todavía hoy. En sus cartas el misionero Jesuita contó los increíbles esfuerzos por anunciar a todos el Evangelio y se confió a los convertidos locales para hacerse comprender. Así sus colaboradores desvincularon la Palabra de una forma lingüística y la tradujeron en el idioma local, actuando como mediadores culturales y verdaderos ministros de la Palabra. Un modelo, en efecto, que aún hoy revela la esencia de la figura del catequista misionero”.
Desarrollando esta reflexión, Su Exc. Mons. Piergiuseppe Vacchelli (Secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y Presidente de las Obras Misionales Pontificias) destacó la gran importancia de educadores y ministros laicos para las necesidades pastorales de comunidades que de otro modo estarían aisladas o de difícil acceso. “Esta situación es común a las Iglesias en Asia, en África y en las comunidades cristianas dispersas en las miles de islas de Oceanía. No por casualidad las estadísticas más recientes nos dicen que en el 2008 el número de los catequistas ha aumentado en conjunto de 36 mil unidades, la mayor parte en Asia (28 mil) y en África (5 mil). Incluso con el aumento del clero local, sin la acción de los catequistas no sería posible garantizar a pequeñas fracciones étnicas y lingüísticas dispersas por territorios inmensos un mínimo de cuidado pastoral. Además, si son fundamentales para el primer anuncio a los no cristianos en virtud de la inserción en el propio ambiente y tejido social, hoy su acción evangelizadora es absolutamente insustituible especialmente en aquellas naciones donde el cristianismo está impedido o es perseguido. Allí, la acción evangelizadora del laicado y del catequista es tal vez la única posible”.
Mons. Vacchelli recordó el compromiso asumido por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos para sostener a los Centros de formación, diocesanos y nacionales, para la erogación de becas y de subsidios económicos para los catequistas a “tiempo pleno”. “Hay una exigencia creciente – añadió Mons. Vacchelli – por parte de las Diócesis de misión, de formar y emplear más catequistas, a su vez formadores de catequistas locales. Esto debe alentarnos a invertir más recursos, a actualizar los métodos de formación, a suscitar la vitalidad del laicado”.
La segunda parte del programa del 28 de abril fue dedicada a los testimonios de exalumnos del Colegio San José y se concluyó con la presentación de la “Carta de los catequistas a los catequistas”, en la que los estudiantes del Colegio invitan a “seguir las huellas de Cristo con la pasión apostólica de Pablo, el Apóstol de los gentiles”. (A.M.) (Agencia Fides 29/4/2009; líneas 56, palabras 828)


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