VATICANO - Benedicto XVI invita a seguir el ejemplo de los nuevos Santos " para que también nuestra existencia se convierta en un canto de alabanza a Dios, siguiendo las huellas de Jesús, adorado con fe en el misterio eucarístico y servido con generosidad en nuestro prójimo”

lunes, 27 abril 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La luz del rostro de Cristo resucitado resplandece hoy sobre nosotros en particular a través de los rasgos evangélicos de los cinco beatos, que en esta celebración son inscritos en la lista de los santos: Arcangelo Tadini, Bernardo Tolomei, Nuno de Santa María Álvares Pereira, Gertrude Comensoli y Caterina Volpicelli. Las diferentes vicisitudes humanas y espirituales de estos nuevos santos nos muestran la renovación profunda que, en el corazón del hombre, realiza el misterio de la resurrección de Cristo; misterio fundamental que orienta y guía toda la historia de la salvación”. Son las palabras pronunciadas por el Santo Padre Benedicto XVI durante la solemne Concelebración Eucarística que ha presidido en la Plaza de San Pedro el domingo 26 de abril, Tercer domingo de Pascua, para la canonización de cinco Beatos.
Recorriendo la página evangélica del domingo, en el que san Lucas refiere una de las apariciones de Jesús resucitado (24,35-48) que, como había sucedido a los de Emmaus, se sienta a la mesa y come con sus discípulos, "ayudándoles a comprender las Escrituras y a volver a interpretar los acontecimientos de la salvación a la luz de la Pascua", el Santo Padre ha explicado: "Esta misma experiencia, la revive cada comunidad en la celebración eucarística, especialmente en la dominical… Nos reunimos a su alrededor para hacer memoria de sus palabras y de los eventos contenidos en la Escritura; revivimos su pasión, muerte y resurrección. Al celebrar la Eucaristía, comunicamos con Cristo, víctima de expiación, y en Él encontramos el perdón y la vida. ¿Qué sería nuestra vida de cristianos sin la Eucaristía?”
El Pontífice ha puesto de relieve a continuación que los nuevos Santos proclamados, nutridos del Pan eucarístico, “han llevado a cabo su misión de amor evangélico en los diversos campos, en los que han obrado con sus peculiares carismas".
"Largas horas pasaba en oración ante la Eucaristía san Arcangelo Tadini, quien teniendo en cuenta siempre en su ministerio pastoral a la persona humana en su totalidad, ayudaba a sus parroquianos a crecer humana y espiritualmente". Este santo sacerdote, dispuesto a dejarse conducir por el Espíritu Santo y al mismo tiempo disponible a acoger las urgencias del momento y a encontrarles remedio, asumió no poco iniciativas concretas y valietnes. " Él nos recuerda que sólo cultivando una constante y profunda relación con el Señor, especialmente en el Sacramento de la Eucaristía, podemos ser capaces de brindar la levadura del Evangelio a las diferentes actividades laborales y a cada ámbito de nuestra sociedad”.
"También en san Bernardo Tolomei, iniciador de un singular movimiento monástico benedictino, destaca el amor por la oración y por el trabajo manual. Vivió una existencia eucarística, totalmente dedicada a la contemplación, que se traducía en humilde servicio al prójimo". Reelegido abad por veintisiete años consecutivos, hasta la muerte, obtuvo de Clemente VI la aprobación pontificia de la nueva Congregación benedictina, llamada de "S. Maria de Monte Oliveto". Con ocasión de la gran peste del 1348, se fue al monasterio de san Benito en Puerta Tufi, en Siena para asistir a sus monjes afectados por el mal, y él mismo murió víctima del morbo. "El ejemplo de este santo es para nosotros una invitación a traducir nuestra fe en una vida dedicada a Dios en la oración y total entrega al servicio del prójimo, con el impulso de una caridad dispuesta incluso al sacrificio supremo”.
La vida de San Nuno de Santa Maria, héroe y santo de Portugal, se caracterizó por una intensa oración y una plena confianza en la ayuda divina. Valioso militar y grande caudillo, fue devoto de la Virgen Maria, a la cual atribuyó públicamente sus victorias. Al término de su vida se retiró a un convento carmelita que hizo construir. Esta figura ejemplar se propone a toda la Iglesia coo prueba que " en cualquier situación --incluso de carácter militar o bélico-- es posible actuar y realizar los valores y principios de vida cristiana, sobre todo si ésta se pone al servicio del bien común y de la gloria de Dios”.
"Una particular atracción por Jesús presente en la Eucaristía advirtió desde niña santa Gertrude Comensoli. La adoración del Cristo eucarístico se convirtió en el objetivo principal de su vida, casi podríamos decir la condición habitual de su existencia. Ante la Eucaristía santa Gertrude comprendió su vocación y misión en la Iglesia: dedicarse sin reservas a la acción apostólica y misionera, especialmente a favor de la juventud… En una sociedad desorientada y muchas veces herida, como la nuestra, santa Gertrude indica como punto firme de referencia el Dios que en la Eucaristía se hizo nuestro compañero de viaje”.
"Testigo del amor divino también fue santa Caterina Volpicelli… También para ella el secreto fue la Eucaristía. A sus primeras colaboradoras les recomendaba cultivar una intensa vida espiritual en la oración y, sobre todo, en el contacto vital con Jesús eucarístico. Esta es también hoy la condición para continuar la obra y la misión por ella iniciada y dejada como herencia a las Esclavas del Sagrado Corazón… Santa Caterina muestra a sus hijas espirituales y a todos nosotros el camino exigente de una conversión que cambie de raíz el corazón, y se traduzca en acciones coherentes con el Evangelio. Es posible así poner las bases para construir una sociedad abierta a la justicia y a la solidaridad, superando ese desequilibrio económico y cultural que todavía permanece en gran parte de nuestro planeta”.
El Papa ha concluido su homilía invitando a dar gracias al Dios por el don de la santidad y ha exhortando a seguir los ejemplos de los nuevos Santos: "Dejémonos atraer por sus ejemplos, dejémonos guiar por sus enseñanzas, para que también nuestra existencia se convierta en un canto de alabanza a Dios, siguiendo las huellas de Jesús, adorado con fe en el misterio eucarístico y servido con generosidad en nuestro prójimo”. (S.L) (Agencia Fides 27/4/2009)


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