VATICANO - Benedicto XVI a la plenaria de la Pontificia Comisión Bíblica: “sólo el contexto eclesial permite a la Sagrada Escritura ser entendida como auténtica Palabra de Dios, que se convierte en guía, norma y regla para la vida de la Iglesia y en crecimiento espiritual de los creyentes”

viernes, 24 abril 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La vida y la misión de la Iglesia necesariamente se basan en la Palabra de Dios, la cual es el alma de la teología y, al mismo tiempo inspiradora de toda existencia cristiana" ha subrayado el Santo Padre Benedicto XVI recibiendo en audiencia, el 23 de abril, a los participantes en la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión Bíblica, que se ha centrado en profundizar en la inspiración y la verdad de la Biblia. Este tema responde a una preocupación que preocupa particularmente al Santo Padre, como ha precisado durante la audiencia, "ya que la interpretación de la Sagrada Escritura es de importancia capital para la fe cristiana y para la vida de la Iglesia."
Después de haber recordado "el vivo impulso dado a los estudios bíblicos" por los Sumos Pontífices León XIII y Pío XII, posteriormente desarrollado en el Concilio Vaticano II, en particular con la Constitución conciliar "Dei Verbum" que "ilumina aún hoy la obra de los exegetas católicos e invita a pastores y fieles a alimentarse más asiduamente en la mesa de la Palabra de Dios", el Papa ha evidenciado que "de la correcta impostación del concepto de divina inspiración y verdad de la Sagrada Escritura derivan algunas normas que conciernen directamente a su interpretación". Dado que la misma Constitución Dei Verbum afirma que Dios es el autor de la Biblia y en la Sagrada Escritura Dios habla al hombre a la manera humana, Benedicto XVI ha subrayado que "para una recta interpretación de la Sagrada Escritura es necesario por tanto investigar con atención qué han querido afirmar verdaderamente los hagiógrafos y qué ha querido manifestar Dios a partir de las palabras humanas”.
El Santo Padre ha citado a continuación los tres criterios indicados por el Concilio Vaticano II, que son "siempre válidos para una interpretación de la Sagrada Escritura conforme al Espíritu que la ha inspirado". "Ante todo es necesario prestar gran atención al contenido y a la unidad de toda la Escritura… En segundo lugar es necesario leer la Escritura en el contexto de la tradición viva de toda la Iglesia… De hecho la Iglesia lleva en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios y es el Espíritu Santo quien le da la interpretación de ella según su sentido espiritual. Como tercer criterio es necesario prestar atención a la analogía de la fe, es decir, a la cohesión de las verdades de fe individuales entre ellas y con el plano completo de la Revelación y de la plenitud de la economía divina contenida en ella”.
Hablando posteriormente sobre la tarea de los investigadores que estudian con diversos métodos la Sagrada Escritura, Benedicto XVI ha afirmado: " El estudio científico de los textos sagrados es importante, pero no es por sí sólo suficiente, pues tendría en cuenta sólo la dimensión humana. Para respetar la coherencia de la fe de la Iglesia el exegeta católico tiene que estar atento a percibir la Palabra de Dios en estos textos, dentro de la misma fe de la Iglesia. Ante la falta de este imprescindible punto de referencia, la investigación exegética quedaría incompleta, perdiendo de vista su finalidad principal, con el peligro de quedar reducida a una letra meramente literaria, en la que el verdadero Autor, Dios, deja de aparecer. Además, la interpretación de las Sagradas Escrituras no puede ser sólo un esfuerzo científico individual, sino que debe confrontarse siempre, ser integrada y autentificada por la tradición viva de la Iglesia. Esta norma es decisiva para precisar la relación correcta y recíproca entre exégesis y magisterio de la Iglesia. El exegeta católico no se siente sólo miembro de la comunidad científica, sino también y sobre todo miembro de la comunidad de los creyentes de todos los tiempos…Los textos inspirados por Dios han sido encomendados en primer lugar a la comunidad de los creyentes, a la Iglesia de Cristo, para alimentar la vida de fe y para guiar la vida de caridad. El respeto de esta finalidad condiciona la validez y la eficacia hermenéutica bíblica”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Pontífice ha subrayado "la inseparable unidad entre Sagrada Escritura y Tradición, ya que ambas provienen de una misma fuente" y "sólo el contexto eclesial permite a la Sagrada Escritura ser entendida como auténtica Palabra de Dios, que se convierte en guía, norma y regla para la vida de la Iglesia y en crecimiento espiritual de los creyentes. Esto, como ya he dicho, no impide de ninguna manera una interpretación seria, científica, pero abre además el acceso a las dimensiones ulteriores de Cristo, inaccesibles a un análisis sólo literario, que es incapaz de acoger en sí el sentido global que a través de los siglos ha guiado a la Tradición de todo el Pueblo de Dios” (S.L) (Agencia Fides 24/4/2009)


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