VATICANO - Benedicto XVI habla en la audiencia general de Ambrosio Autperto: "supo entender que con la simple búsqueda teológica Dios no puede ser conocido realmente como es. Sólo el amor lo alcanza”

jueves, 23 abril 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Hablando desde hace tiempo en las catequesis del miércoles "de personas de las que podemos aprender qué es la Iglesia", el Santo Padre Benedicto XVI se ha centrado durante la audiencia general del 22 de abril, en la figura de Ambrosio Autperto, un autor más bien desconocido del que tenemos pocas noticias ciertas, sin embargo "la atenta lectura de las obras de las que poco a poco la crítica ha ido reconociendo su paternidad – ha explicado el Papa - permite sin embargo descubrir en su enseñanza un tesoro teológico y espiritual precioso también para nuestros tiempos.
Nacido en Provenza, Ambrosio Autperto fue a la corte del rey franco Pipino il Breve, donde desarrolló el cargo de preceptor del futuro emperador Carlo Magno. Vuelto a Italia, visitó la famosa abadía benedictina de san Vicente, en las fuentes del Volturno, en el ducado de Benevento y poco después decidió abrazar la vida religiosa y entró en dicho monasterio, dónde pudo formarse sobre todo en el campo de la teología y la espiritualidad. Alrededor del año 761 fue ordenado sacerdote y el 4 octubre del 777 fue elegido abad con el apoyo de los monjes francos, mientras le eran contrarios los longobardos, favorables al longobardo Potone. La tensión de trasfondo nacionalista no se calmó en los meses sucesivos, con la consecuencia de que Auperto el año después, en el 778, pensó en dimitir y marcharse con algunos monjes francos a Spoleto. Algún año después, cuando a la muerte del abad que sucedió a Auperto fue elegido precisamente Poton (hacia el 782), el conflicto volvió a encenderse y se llegó a la denuncia del nuevo abad ante Carlomagno. Éste envió a los contendientes al tribunal del Pontífice, el cual los convocó en Roma. Llamó también como testigo a Auperto, que sin embargo durante el viaje murió repentinamente, quizás asesinado, el 30 de enero del 784.
"Ambrosio Auperto fue monje y abad en una época marcada por fuertes tensiones políticas, que repercutían también en la vida interna de los monasterios. De ello tenemos frecuentes y preocupados ecos en sus escritos.- ha continuado Benedicto XVI -. Él denuncia, por ejemplo, la contradicción entre la apariencia espléndida de los monasterios y la tibieza de los monjes”. Con sus obras, en particular un pequeño tratado ascético sobre el conflicto entre vicios y virtudes, "Ambrosio Autperto quiere enseñar a los monjes de modo concreto sobre como afrontar día tras día" el combate espiritual. Él contrapone a la codicia, el desprecio del mundo, que no "es un desprecio de la creación, de la belleza y de la bondad de la creación y el Creador, sino un desprecio de la falsa visión del mundo que nos presenta e insinúa precisamente la codicia… Autperto observa luego que la avidez de renta de los ricos y potentes en la sociedad de su tiempo también existe en el interior de las almas de los monjes y escribe por tanto un tratado titulado De cupiditate, en el que, con el apóstol Pablo, denuncia desde el principio la codicia como la raíz de todos los males". El Papa ha subrayado la actualidad de esta enseñanza "a la luz de la presente crisis económica mundial… precisamente de esta raíz de la codicia ha nacido tal crisis". También para el hombre que vive en este mundo, también para el rico y no sólo para el monje, "vale el deber de combatir contra la codicia, contra el deseo de poseer, de aparecer, contra el falso concepto de libertad como facultad de disponer de todo según el propio arbitrio. También el rico debe encontrar el auténtico camino de la verdad, del amor y así de la vida recta”.
La obra más importante de Ambrosio Autperto es su comentario en diez libros al Apocalipsis, fruto de un trabajo de muchos años. "Auperto no se interesa tanto por la segunda venida de Cristo al final de los tiempos - ha explicado el Pontífice -, sino a las consecuencias que se derivan de su primera venida para la Iglesia del presente, la encarnación en el seno de la Virgen María. Y nos dice una palabra muy importante: en realidad Cristo "debe en nosotros, que somos su Cuerpo, cotidianamente nacer, morir y resucitar". En el contexto de la dimensión mística que pertenece a todo cristiano, él mira a María como modelo de la Iglesia, modelo para todos nosotros, porque también en nosotros y entre nosotros debe nacer Cristo… Su gran veneración y su profundo amor por la Madre de Dios le inspiran a veces formulaciones que de alguna forma anticipan las de san Bernardo y de la mística franciscana, sin desviarse sin embargo a formas discutibles de sentimentalismo, porque él no separa nunca a María del misterio de la Iglesia”.
Concluyendo su catequesis el Santo Padre ha puesto en evidencia que Ambrosio Autperto vivió "en un tiempo de fuerte manipulación política de la Iglesia, en la que el nacionalismo y el tribalismo habían desfigurado el rostro de la Iglesia. Pero él, en medio de todas estas dificultades que conocemos también nosotros, supo descubrir el verdadero rostro de la Iglesia en María, en los Santos. Y supo así entender qué quiere decir ser católico, ser cristiano, vivir de la Palabra de Dios, entrar en este abismo y así vivir el misterio de la Madre de Dios: dar de nuevo vida a la Palabra de Dios, ofrecer a la Palabra de Dios la propia carne en el tiempo presente. Y con todo su conocimiento teológico, la profundidad de su ciencia, Auperto supo entender que con la simple búsqueda teológica Dios no puede ser conocido realmente como es. Sólo el amor lo alcanza. Escuchemos este mensaje y oremos al Señor para que nos ayude a vivir el misterio de la Iglesia hoy, en este nuestro tiempo”.
Al término de los saludos a los peregrinos en diversas lenguas, el Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes del Centro Internacional Juvenil San Lorenzo, en el 25° aniversario de la entrega de la cruz del año Santo los jóvenes del mundo de parte por parte del Papa Juan Pablo II. “Desde entonces, la cruz fue acogida en el Centro Internacional juvenil San Lorenzo- ha recordado Benedicto XVI -, y desde allí comenzó a viajar por los continentes, abriendo los corazones de tantos chicos y chicas al amor redentor de Cristo… Queridos amigos, os confío de nuevo esta cruz. Continuad llevándola a todo lugar de la tierra, para que también las próximas generaciones descubran la Misericordia de Dios y reaviven en sus corazones la esperanza de Cristo crucificado y resucitado”. (S.L) (Agencia Fides 23/4/2009)


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