VATICANO - Para la crisis financiera del 2009 prevén 150 millones más de pobres, concentrados en los países ya pobres: es necesario repensar el modelo de desarrollo económico y la finanza como instrumento al servicio de la economía real

viernes, 3 abril 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Los pobres son un recurso descuidado por los países ricos. Debemos decidir si salvar a los bancos o salvar a los pobres”. Es la provocadora conclusión del prof. Lorenzo Caselli, de la universidad de Génova, en el convenio “la crisis financiera internacional: combatir la pobreza, construir la paz”, realizado el 2 de abril en la Pontificia Universidad Urbaniana. “Se estima que hacia finales del 2009 habrá un aumento de 150 millones de pobres en el mundo, que estarán concentrados en los países ya pobres del sur del mundo”, afirmó el economista genovés al presentar algunos “efectos numéricos” de la crisis financiera internacional.
No está solamente el ya grave problema de las economías frágiles o fuertemente endeudadas. Se añade el riesgo real de que “estos países pobres, para pagar la deuda o para sobrevivir –explicó Caselli– comiencen a vender a países o empresas multinacionales extranjeros sus propios recursos internos: mineros, forestales, agrícolas, materia prima, etc.” privándose así del control de aquellas fuentes privilegiadas de ganancia, de productividad y de empleo: la crisis financiera iniciada en los Estados Unidos, se ha vuelto “una crisis económica que ha afectado la vida real, concreta de las personas. Ahora, –continuó el p. Caselli– está creciendo la crisis de empleo. En el 2008 se perdieron 7.200.000 puestos de trabajo. En el 2009 se calcula 25 millones de nuevos desempleados. En este sentido la crisis se puede convertir en un problema social o político, con efectos aún más dramáticos que los actuales”.
Como se ha destacado ya desde muchas voces autorizadas, la crisis internacional, además de ser financiera, es moral. Según el profesor Caselli, “el rol el consumo en los Estados Unidos es tan alto y radicado, que las personas se sientes tales sólo cuando consumen y se endeudan. El ahorro no es una virtud de los países anglosajones. La avidez de los institutos financieros ha sido la base sobre la cual se ha construido un castillo de naipes que ahora se ha derrumbado”. Frente a esta problemática situación Caselli plantea algunas reflexiones acerca del modelo económico, que debe ser repensado, y no puede ser el mismo que se ha venido utilizando. Además, se necesita una nueva “gobernance mundial” para regular el sistema internacional “inevitablemente interconectado en todos sus aspectos”. Es necesarios superar el camino de unas “finanzas de breve y brevísimo tiempo de vida”, que es lo que nos ha llevado a la situación actual. Y, no menos importante, “repensar las finanzas como instrumento al servicio de la economía real, no como un fin en sí mismo”.
Este tipo de finanzas ha llevado al naufragio del sistema internacional, pero sobre todo a tenido graves consecuencias en los países pobres. África pide una nueva mentalidad, un plan de ayuda económica, como sucedió con el “plan Marshall” para Europa a finales de la Segunda Guerra Mundial. Pero todo esto no es posible si no se sigue el camino de la “unidad y colaboración entre todos los estados africanos”. El destino de África debe regresar a manos de los africanos”.
Los numerosos estudiantes presentes en el Convenio, finalmente, escucharon el reto que les planteó Cecilia dell’Oglio, de la FOCSIV, federación que reúne a todas las asociaciones, ONG, realidades cristianas que trabajan en el tercer mundo: “Imagino que ahora regresaréis a vuestras tierras –afirmó la responsable nacional– y por ello os exhorto a llevar allí los nuevos instrumentos, la nueva mentalidad. A través de la educación podéis transmitir a las nuevas generaciones los valores, las ideas, la sensibilidad para construir un futuro distinto”. (M.T.) (Agencia Fides 3/4/2009; líneas 43, palabras 627)


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