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Dacca (Agencia Fides) – En un arduo y accidentado recorrido el del respeto de los derechos humanos en Bangladesh: en numerosos campos existe aún una verdadera emergencia, lejana de los estándares aceptables. Es cuanto afirma detalladamente el “Reporte sobre Derechos Humanos 2008”, publicado por la Organización no Gubernamental bengalí “Odhikar” (que en idioma bengalí significa “Derechos”), nacida en 1994 por iniciativa de un grupo de activistas, abogados, políticos, representantes de grupos y movimientos sociales, que tiene como misión la promoción y la tutela de los derechos humanos en Bangladesh.
El Reporte abarca diversos temas y analiza el proceder de la vida política y social en el país, narrando las violaciones y abusos realizados en el periodo en el que estuvo en vigor el “estado de emergencia”, estado que se concluyó en diciembre del 2008.
Capítulos especiales abordan la tortura y la violencia contra mujeres, se toca también los asesinatos extrajudiciales, derechos de minorías, intimidaciones sufridas por los activistas de derechos humanos, abusos y explotación de trabajadores y campesinos. El Reporte nota en modo alarmante que la práctica de la tortura se ha vuelto usual: esto se da a causa de la impunidad que acompaña a quien la realiza. La tortura es usada regularmente por la policía para extorsionar una confesión y, lo que es más grave, es considerada casi una rutina. En la legislación de Bangladesh, esta no es considerada como un crimen, si bien el país es signatario de la Convención internacional contra la Tortura.
Un fenómeno tristemente digno de nota es, además, el de los arrestos arbitrarios que, durante el periodo del estado de emergencia, fueron innumerables: en junio del 2008 fueron arrestadas más de 50 mil personas, afiliadas a partidos políticos, sin seguir procedimientos estándares.
La alarma de “Odhikar” toca también casos de violencia contra las mujeres, muy extendidos en Bangladesh. El número de mujeres que sufre violencia, dice el Reporte –incluyendo violación, violencia por dote, golpes, torturas y asesinatos- es particularmente alto en las franjas más pobres de la sociedad, sobre todo entre mujeres que viven en áreas rurales, tanto dentro como fuera de la casa. Entre las razones de tal violencia están la dificultad de acceder al sistema judiciario, la corrupción de la policía, la mala administración, la ignorancia de la ley y la escasa asistencia médica.
Si bien son una exigua minoría en un país musulmán, las Iglesias cristianas en Bangladesh durante los últimos dos años se han manifestado más de una vez en defensa de los derechos humanos y del respeto de la dignidad de toda persona. (PA) (Agencia Fides 31/3/2009; líneas 33, palabras 445)
