VATICANO - El encuentro del Papa con el clero de la Diócesis de Roma (1) - Papel y formación de los presbiterios, los criterios imprescindibles de la evangelización

martes, 3 marzo 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Como es usual al inicio de la Cuaresma, el jueves 26 de febrero el Santo Padre Benedicto XVI se reunió en el aula de las Bendiciones en el Vaticano, con los párrocos y el clero de la Diócesis de Roma. El encuentro se realizó en forma de diálogo entre el Santo Padre y los participantes, introducidos por el saludo del Cardenal Vicario, Agostino Vallini. Reconducimos a continuación algunos extractos de las respuestas del Papa sobre las temáticas afrontadas.

Papel y formación de los presbiterios en la misión evangelizadora de la Iglesia
"… no basta con predicar o hacer pastoral con el valioso equipaje adquirido con los estudios de teología. Esto es importante y es fundamental, pero se debe personalizar: el conocimiento académico, que hemos aprendido y también meditado, en visión personal de mi vida, debe llegar a las otras personas. En este sentido quisiera recordar que es importante, por una parte, concretar con nuestra experiencia personal de la fe, en el encuentro con nuestros feligreses, la gran palabra de la fe, pero también no perder su sencillez. Naturalmente palabras grandes de la tradición - como sacrificio de expiación, redención del sacrificio del Cristo, pecado original – son en la actualidad incomprensibles como tales. No podemos sencillamente trabajar con fórmulas grandes, verdaderas, pero que no viene concretadas en el mundo de hoy. Debemos, a través del estudio y de lo que nos dicen los maestros de la teología y nuestra experiencia personal con Dios, concretar, traducir estas grandes palabras, de modo que entren en el anuncio de Dios al hombre de hoy.
… Y también debemos tener presente, sin falsas simplificaciones, que los doce apóstoles eran pescadores, artesanos, de esta provincia, Galilea, sin particular preparación, sin conocimiento del gran mundo griego y latino. Sin embargo fueron por todas las partes del Imperio y también fuera el imperio, hasta la India, y anunciaron a Cristo con sencillez y con la fuerza de la sencillez de lo que es verdadero. Creo que esto es importante: no perdamos la sencillez de la verdad. Dios existe y Dios no es un ser hipotético, lejano, sino que está cercano, habla con nosotros, habla conmigo…
Y luego para concretar en la cultura romana - que es absolutamente necesaria – yo diría que la primera ayuda es nuestra experiencia personal. No vivimos en la luna. Seré un hombre de mi tiempo si vivo sinceramente mi fe en la cultura de hoy, siendo uno que vive con los medios de comunicación de hoy, con los diálogos, con las realidades de la economía, con todo, si yo mismo tomo en serio mi experiencia y trato de personalizar en mí esta realidad. De este modo estaremos en el camino justo para que los demás puedan comprendernos… realmente me parece importante estar atento al mundo de hoy, pero también estar atentos al Señor en mí: ser un hombre de este tiempo y al mismo tiempo un creyente de Cristo, que transforma el mensaje eterno en mensaje actual en si.
¿Y quién conoce mejor los hombres de hoy que el párroco? La casa parroquial no está en el mundo, está por el contrario en la parroquia. Y aquí, vienen con frecuencia los hombres para encontrarse con el párroco, normalmente, sin máscaras, sin otras pretensiones, sino con situaciones de sufrimiento, enfermedad, muerte, problemas familiares. Acuden al confesionario sin máscaras, con su mismo ser. No existe otra profesión, a mi parecer, que de esta posibilidad de conocer al hombre como es en su humanidad y no según el papel que tiene en la sociedad. En este sentido, podemos realmente estudiar como es el hombre en su profundidad, y también aprender nosotros mismos el ser humano, el ser humano siempre en la escuela de Cristo"

Los criterios imprescindibles de la evangelización
"Estoy contento de oír que realmente se hace este primer anuncio, que se va más allá de los límites de la comunidad fiel, de la parroquia, a la búsqueda de las llamadas ovejas perdidas; qué se busca ir hacia el hombre de hoy que vive sin Cristo, que ha olvidado a Cristo, para anunciarle el Evangelio. Y estoy feliz de oír que no sólo se hace esto, sino que se consiguen también éxitos numéricamente confortantes. Veo, por lo tanto, que vosotros sois capaces de hablar a aquellas personas en las que se debe refundar, o incluso fundar, la fe. No puedo dar recetas para este trabajo concreto, porque son diferentes los caminos a seguir, según las personas, sus profesiones, las diversas situaciones. El catecismo indica la esencia de lo que se debe anunciar. Pero es quien conoce las situaciones quien debe aplicar las indicaciones, encontrar un método para abrir los corazones e invitar a ponerse en camino con el Señor y con la Iglesia…
La comunidad de fieles es algo precioso y no debemos infravalorarla – aún viendo a tantos que están lejos - la realidad positiva y hermosa que constituyen estos fieles, los que dicen sí al Señor en la Iglesia, tratan de vivir la fe, tratan de seguir las huellas del Señor. Debemos ayudar a estos fieles, como ya hemos dicho antes, al responder a la primera pregunta, a ver la presencia de la fe, a entender que no es una cosa del pasado, sino que muestra el camino, enseña a vivir como hombre. Es muy importante que ellos encuentren realmente en su párroco al pastor que los ama y que los ayuda a escuchar hoy la Palabra de Dios; a entender que es una Palabra para ellos y no sólo para personas del pasado o del futuro; que les ayuda, en la vida sacramental, en la experiencia de la oración, en la escucha de la Palabra de Dios y en la vida de la justicia y caridad, porque los cristianos deben ser fermento en nuestra sociedad con tantos problemas y peligros y también tanta corrupción como existe.
De este modo creo que ellos también pueden interpretar un papel misionero "sin palabras", ya que se trata de personas que realmente viven una vida justa. Y así ofrecen un testimonio de como es posible vivir bien según el camino indicado por el Señor. Nuestra sociedad necesita precisamente de estas comunidades, capaces de vivir hoy no sólo la justicia para si mismos sino también para los otros….
Y vengo a una segunda reflexión. Para el anuncio necesitamos dos elementos: la Palabra y el testimonio. Es necesario, como sabemos por el mismo Señor, la Palabra que nos dice lo que El nos ha dicho, que hace aparecer la verdad de Dios, la presencia de Dios en Cristo, el camino que se abre delante… Es una cosa absolutamente indispensable, fundamental, dar credibilidad a esta Palabra, con el testimonio, para que no parezca sólo como una bonita filosofía, o como una hermosa utopía, sino ante todo como realidad… Con la Palabra debemos abrir lugares de experiencia de la fe a los que buscan a Dios. Así ha hecho la Iglesia antigua con el catecumenato, que no era sencillamente una catequesis, algo doctrinal sino un lugar de progresiva experiencia de la vida de la fe, en el que luego se entreabre también la Palabra, que se hace comprensible sólo si viene interpretara para la vida, realizada para la vida.
Por tanto, me parece importante, junto con la Palabra, la presencia de un lugar de hospitalidad de la fe, un lugar en el que se haga una progresiva experiencia de fe. Y aquí también veo una de las tareas de la parroquia: hospitalidad para los que no conocen esta vida típica de la comunidad parroquial. No debemos ser un círculo cerrado en nosotros mismos. Tenemos nuestras costumbres, pero tenemos que abrirnos y tratar de crear espacios de acercamiento… Por tanto debemos intentar crear, con la ayuda de la Palabra, aquello que la Iglesia antigua creó con los catecúmenos: espacios en los que empezar a vivir la Palabra, seguir la Palabra, hacerla comprensible y realista, que correspondan a formas de experiencia real…
Me parece que en teoría se puede decir poco, pero la experiencia concreta mostrará el camino a seguir. Y naturalmente - criterio siempre importante de seguir – es necesario estar en la gran comunión de la Iglesia, aunque quizás en un espacio todavía un poco lejano: y es decir en comunión con el Obispo, con el Papa, en comunión así con el gran pasado y con el gran futuro de la Iglesia. Ser en la Iglesia católica, en efecto, no implica solamente estar en un gran camino que nos precede, sino que significa estar en perspectiva de una gran apertura al futuro". (1 – continua) (S.L, (Agencia Fides 3/3/2009)


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