VATICANO - El Mensaje de Benedetto XVI para la 17 Jornada Mundial del Enfermo: "nuestra atención se dirige particularmente a los niños, las criaturas más débiles e indefensas y, entre estos, a los niños enfermos y sufrientes… De todos estos niños se eleva un silencioso grito de dolor que interpela a nuestra conciencia de hombres y de creyentes”

lunes, 9 febrero 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Se inspira en el Año Paulino, invitando a meditar con el apóstol Pablo en el hecho de " “así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación” (2 Cor 1,5) y sobre la "unión espiritual con Lourdes", el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI con ocasión de la 17 Jornada Mundial del Enfermo, el 11 de febrero de 2009, que será celebrada a nivel diocesano.
“Este año nuestra atención se dirige particularmente a los niños, las criaturas más débiles e indefensas y, entre estos, a los niños enfermos y sufrientes- escribe el Pontífice -. Hay pequeños seres humanos que llevan en su cuerpo las consecuencias de enfermedades invalidantes, y otros que luchan con males hoy aún incurables a pesar del progreso de la medicina y la asistencia de buenos investigadores y profesionales de la salud. Hay niños heridos en su cuerpo y en su alma cono consecuencia de conflictos y guerras, y otros víctimas del odio de personas adultas insensatas. Hay “niños de la calle”, privados del calor de una familia y abandonados a sí mismos, y de menores profanados por gente abyecta que viola su inocencia, provocando en ellos una herida psicológica que les marcará para el resto de sus vidas. No podemos tampoco olvidar el incalculable número de menores que mueren a causa de la sed, del hambre, de la carencia de asistencia sanitaria, como también los pequeños exiliados y prófugos de su propia tierra con sus padres en búsqueda de mejores condiciones de vida. De todos estos niños se eleva un silencioso grito de dolor que interpela a nuestra conciencia de hombres y de creyentes”.
El Papa se dirige a continuación a la comunidad cristiana, "que no puede permanecer indiferente ante tan dramáticas situaciones", deseando que "también la Jornada Mundial del Enfermo brinde la oportunidad a las comunidades parroquiales y diocesanas de tomar cada vez más conciencia de ser 'familia de Dios', y las anime a hacer perceptible en los pueblos, en los barrios y en las ciudades el amor del Señor”. Desde sus orígenes "el testimonio de la caridad forma parte de la vida misma de cada comunidad cristiana", y hoy, continúa el Mensaje, "dadas las nuevas situaciones de la asistencia sanitaria, se advierte la necesidad de una más estrecha colaboración entre los profesionales de la salud que trabajan en las distintas instituciones sanitarias y las comunidades eclesiales presentes en su territorio. En esta perspectiva se confirma en todo su valor una institución relacionada con la Santa Sede, como es el Hospital Pediátrico Niño Jesús, que celebra este año sus 140 años de vida". El Pontífice exhorta a continuación a ayudar no sólo a los pequeños enfermos sino a "los núcleos familiares que sufren por la enfermedad de un hijo o una hija", ofreciéndoles “el apoyo de una concreta solidaridad", creando " un clima de serenidad y esperanza, y haciendo sentir a su alrededor una familia más vasta de hermanos y hermanas en Cristo”.
En su Mensaje Benedicto XVI reafirma firmemente "la absoluta y suprema dignidad de toda vida humana" y la enseñanza de la Iglesia, que continuamente proclama: " la vida humana es bella y debe vivirse en plenitud también cuando es débil y está envuelta en el misterio del sufrimiento. Es a Jesús crucificado a quien debemos dirigir nuestra mirada: muriendo en la cruz Él ha querido compartir el dolor de toda la humanidad. En su sufrimiento por amor entrevemos una suprema coparticipación en las penas de los niños enfermos y de sus padres”.
En la parte final, el Pontífice expresa "aprecio y estímulo a las Organizaciones internacionales y nacionales que cuidan de los niños enfermos, particularmente en los Países pobres", apelándose a los responsables de las Naciones "para que se potencien leyes y reglamentos a favor de los niños enfermos y de sus familias". A continuación expresa a su cercanía espiritual a todos los hermanos y hermanas que padecen alguna enfermedad, y dirige un cariñoso saludo a cuantos los asisten. Por último, se dirige a los pequeños enfermos: " Un saludo muy especial para vosotros, queridos niños enfermos y sufrientes: el Papa os abraza con afecto paterno junto con vuestros padres y familiares, y os asegura un especial recuerdo en la oración, invitándoos a confiar en la ayuda maternal de la Inmaculada Virgen María, que en la pasada Navidad hemos contemplado una vez más mientras abraza con alegría entre los brazos al Hijo de Dios hecho niño”. (S.L) (Agencia Fides 9/2/2009)


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