EUROPA/ITALIA - Contribución de un sacerdote para la Agencia Fides sobre "el día de la memoria"

viernes, 6 febrero 2009

Roma (Agencia Fides) - En este día de la memoria la mente, el corazón y el alma experimentan una extrema necesidad de silencio. Silencio para recordar. Silencio para buscar darle un sentido a la memoria que regresa impetuosa. Silencio porque no existen palabras suficientemente fuertes para deplorar la terrible tragedia de la Shoah.
Es necesario homenajear a los millones de hebreos que, privados de todo, sobre todo de su dignidad humana, fueron asesinados en el Holocausto. Ha pasado más de medio siglo pero la memoria debe permanecer. En Auschwitz, como en muchos otros lugares en Europa, se siente el eco de los lamentos de tantas personas. Hombres, mujeres, niños, se dirigen a nosotros con gritos desde los abismos del horror que conocieron. ¿Cómo podemos no escuchar este grito? Nadie puede olvidar o ignorar lo que sucedió. Nadie puede disminuir su dimensión. Queremos recordar. Queremos recordar con un objetivo, para asegurar que el mal nunca más vencerá, como en cambio sucedió para millones de víctimas inocentes del Nazismo.
¿Cómo puede un hombre despreciar de este modo al hombre? Porque se llegó al punto de despreciar a Dios. Solo una ideología sin Dios podía programar y llevar a cabo el exterminio de todo un pueblo.
Hebreos y Cristianos comparten un inmenso patrimonio espiritual que deriva de la auto revelación de Dios. Nuestra religión y nuestras experiencias espirituales nos exigen que venzamos al mal con el bien. Recordamos sin ningún tipo de sentimiento de venganza ni como incentivo al odio. Para nosotros recordar significa rezar por la paz y la justicia y empeñarnos por su causa. Solo un mundo en paz, con justicia para todos, podrá evitar la repetición de los errores y de los terribles crímenes del pasado.
La Iglesia Católica, motivada por la ley evangélica de la verdad y del amor y no por consideraciones políticas, está profundamente entristecida por el odio, las persecuciones y las manifestaciones de antisemitismo contra los Hebreos de todo tiempo y de todo lugar. La Iglesia rechaza toda forma de racismo como una negación de la imagen del Creador intrínseca a cada ser humano.
Oremos para que la tragedia que padeció el pueblo hebreo en el siglo XX conduzca a una vida serena y respetuosa. Construyamos un futuro nuevo en el que no existan más sentimientos anti judíos sino amor y concordia entre todos los hombres de buena voluntad. (W.T.) (Agencia Fides 6/2/2009; 32 líneas, 408 palabras)


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