EUROPA/ITALIA - “De una manera o de otra lo que nos esperaba era la muerte”: el libro de Wanda Poltawska, una de las últimas sobrevivientes vivas de los experimentos de los médicos Nacistas, presentado el día de la memoria

miércoles, 28 enero 2009

Roma (Agencia Fides) - El 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas entraron en la ciudad de Auschwitz descubriendo el campo de concentración, abatieron sus muros y liberaron a los sobrevivientes que quedaban, unos 7,000. Esa fecha ha sido escogida para celebrar el ‘Día de la memoria’, para recordar el fin de la Shoah – es decir el exterminio del pueblo hebreo en el que murieron cerca de seis millones de personas, además de los torturados y perseguidos – y por consiguiente el fin de las leyes raciales.
En este día, entre las muchas iniciativas en acto en todo el mundo, se presentó en Roma el libro “Y tengo miedo de mis sueños” (Edizioni dell’Orso) de la profesora Wanda Poltawska, polaca, laureada en Medicina, miembro de la Pontificia Academia “Pro Vida” y del Pontificio Consejo para la Familia. Wanda Poltawska, que por motivos de salud fue reemplazada por la hija Ania en la presentación, fue deportada en el campo de concentración de Ravensbruck a la edad de veinte años a causa de sus actividades en la resistencia polaca. No es la historia contada por una persona madura, pues sus recuerdos están envueltos en la niebla, sino el de una persona joven. De hecho, Wanda comenzó a escribir sus memorias apenas salió del campo de concentración, donde estuvo cerca de cuatro años. Escribir se volvió una necesidad urgente, pues el recuerdo del campo, tanto de día como de noche no la dejaba en paz. Logro finalmente dormir sin pesadillas sólo cuando termino su ‘diario’.
En esos cuatro años Wanda, como muchas otras mujeres que estaban en el campo con ella, fueron sometidas a tratamientos y a experimentos pseudo-científicos, que buscaban mutilar a las personas. Entre ellas, en referencia a su rol de conejillo de indias, se llamaban “conejitas” (y es un conejo efectivamente el que se puede ver en la carátula del libro). “De una manera o de otra lo que nos esperaba era la muerte”, escribe la Poltawska contándonos como la poesía, la belleza del paisaje – el cielo que se podía ver durante la convocatoria diaria– así como la solidariedad que nació entre las deportadas, eran los únicos motivos válidos para lograr sobrevivir al horror y llegar a describir el ‘campo’ como una escuela de vida. Precisamente en condiciones deshumanas como la suya, según Wanda, se llega a entender que se quiere llegar a ser y que camino seguir.
“Porque teníamos la certeza de no regresar más, hicimos una cosa extraña, escribimos el testamento legal”: en este testamento, reconstruido a memoria pues el original nunca se pudo encontrar, se disponía la fundación de un centro, que efectivamente surge hoy en Ravensbruck, donde los jóvenes pudieran encontrarse y no olvidar. Como recuerda a Fides la hija Ania, que leyó algunos pasajes del libros escogidos por la madre, “hasta la edición del libro mi madre no ha hablado mucho de la experiencia del campo, precisamente leyendo el libro he logrado acercarme a esa experiencia y a enterarme de muchos detalles”. Y agregó: “Ahora mi madre habla con más serenidad, aunque algunas cosas aún la fastidian, como las canciones de Navidad que le traen a la memoria esos momentos para nada felices”.
La cercanía con la muerte y el dolor han hecho de Wanda Poltawska una paladina de la vida, como muestra su constante compromiso contra el aborto; una mujer de gran fe y cercana a la Iglesia, como testimonia su profunda amistad con Juan Pablo II. La conciencia de aquellas atrocidades no se puede perder, y porque el horror no se olvide o sea escandalosamente negado, es necesario trasmitir la memoria a las generaciones más jóvenes. Este es el mensaje que podemos descubrir en el objetivo de este libro, ya traducido también al inglés y al alemán.
(P.C.) (Agencia Fides 28/1/2009; líneas 45, palabras 663)


Compartir: