VATICANO - "Hagamos nuestro el anhelo de san Pablo, que ha dedicado su vida enteramente por el único Señor y por la unidad de su Cuerpo místico, la Iglesia, dando, con el martirio, un supremo testimonio de fidelidad y de amor a Cristo": la catequesis del Papa dedicada a la Semana de oración por la unidad de los Cristianos

jueves, 22 enero 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Por cuatro veces Jesús pidió Jesús en la oración que dirigió al Padre en el Cenáculo, antes de su Pasión, que sus discípulos fueran "una cosa sola", y por dos veces, además, Jesús añadió como objetivo de esta unidad: para que el mundo crea. "La unidad plena está conectada por tanto con la vida y la misión misma de la Iglesia en el mundo- ha afirmado Benedicto XVI durante la audiencia general del 21 de enero -. Ésta debe vivir una unidad que sólo puede derivar de su unidad con Cristo, con su trascendencia, como signo de que Cristo es la verdad. Esta es nuestra responsabilidad: que sea visible para el mundo el don de una unidad en virtud de la cual se haga creíble nuestra fe". El Santo Padre ha dedicado su catequesis durante la audiencia general del miércoles 21 de enero al tema de la Semana de Oración por la unidad de los Cristianos, que comenzó el 18 de enero y que concluirá el domingo 25, fiesta de la Conversión de San Paolo Apóstol.
"Sabiendo que la unidad es ante todo "don" del Señor – ha subrayado el Papa - es importante al mismo tiempo implorarla con oración incansable y confiada. Sólo saliendo de nosotros mismos y yendo hacia Cristo, sólo en la relación con Él podemos llegar a estar realmente unidos entre nosotros. Esta es la invitación que, con la presente "Semana", se nos dirige a los creyentes en Cristo de toda Iglesia y Comunidad eclesial; a él, queridos hermanos y hermanas, debemos responder con generosidad”.
La Semana de oración este año tiene por tema un versículo del libro del profeta Ezequiel: "Qué formen una cosa sola en tu mano" (37,17) propuesto por un grupo ecuménico de Corea. "En el pasaje del libro del profeta Ezequiel, del que se ha sacado el tema- ha explicado Benedicto XVI -, el Señor ordena al profeta que tome dos maderas, una como símbolo de Judá y sus tribus y la otra como símbolo de José y de toda la casa de Israel unida a él, y les pide que los "acerque", de modo que formen una sola madera, "una sola cosa" en su mano. Es transparente la parábola de la unidad. … La mano del profeta, que acerca los dos leños, se considera como la mano del mismo Dios que recoge y unifica a su pueblo y finalmente a la humanidad entera. Podemos aplicar las palabras del profeta a los cristianos, como una exhortación a rezar, a trabajar haciendo todo lo posible para que se cumpla la unidad de todos los discípulos de Cristo, a trabajar para que nuestra mano sea instrumento de la mano unificadora de Dios. Esta exhortación resulta particularmente conmovedora y apremiante en las palabras de Jesús tras la Última Cena”.
En la segunda parte de la lectura bíblica se recuerda que en la dispersión entre las gentes, "los Israelitas habían conocido cultos erróneos, habían asimilado concepciones de vida equivocadas, habían asumido costumbres ajenas a la ley divina". El Señor entonces recuerda la necesidad de liberarlos del pecado, de purificar su corazón, para una renovación interior que es el presupuesto necesario para la unidad. Por lo demás, todo el movimiento ecuménico, ha subrayado el Papa, "pone en claro la exigencia imprescindible de una renovación interior auténtica en todos los componentes del Pueblo de Dios que sólo el Señor puede realizar. A esta renovación debemos estar abiertos también nosotros, porque también nosotros, desperdigados entre los pueblos del mundo, hemos aprendido costumbres muy alejadas de la Palabra de Dios". El Pontífice ha citado a continuación el Decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II: "El ecumenismo verdadero --añade-- no existe sin la conversión interior, porque el deseo de la unidad nace y madura de la renovación de la mente, de la abnegación de sí mismo y del ejercicio pleno de la caridad” (UR, 7).
La “Semana de oración por la unidad” es por tanto para todo nosotros "en estímulo a una conversión sincera y a una escucha cada vez más dócil a la Palabra de Dios, a una fe cada vez más profunda", Es además "ocasión propicia para agradecer al Señor por cuanto nos ha concedido hacer hasta ahora "para acercar" unos a otros, los cristianos divididos, y las propias Iglesias y comunidades eclesiales". Benedicto XVI ha citado a continuación las diversas etapas del camino ecuménico recorridas con “firme convicción y arraigada esperanza" de la Iglesia católica en el año que acaba de pasar, comprometiéndose por no decaer nunca en “el empeño de realizar todos los esfuerzos para la recomposición de la unidad plena”. En particular el Papa ha recordado los " signos de convergencias espirituales alentadoras" en las relaciones entre las Iglesias y en el ámbito de los diálogos teológicos; los encuentros en el Vaticano y en los viajes apostólicos, con "cristianos procedentes de todos los horizontes"; las tres visitas en el Vaticano del Patriarca Ecuménico Su Santidad Bartolomè I; la acogida a los dos Catholicoi de la Iglesia Apostólica Armenia: Su Santidad Karekin II de Etchmiazin y Su Santidad Aram I de Antelias; el dolor compartido con el Patriarcado de Moscú por el fallecimiento del Patriarca Su Santidad Alejo II. Además en los encuentros con los representantes de las diversas Comuniones cristianas de Occidente "prosigue el diálogo sobre el importante testimonio que los cristianos deben dar hoy de forma concorde, en un mundo cada vez más dividido y enfrentado a tantos desafíos de carácter cultural, social, económico y ético”.
En la parte conclusiva de su catequesis, el Santo Padre ha recordado, en el contexto del año Paulino, "cuanto el Apóstol Pablo nos dejó escrito a propósito de la unidad de la Iglesia", y ha exhortado: "Hagamos nuestro el anhelo de san Pablo, que ha dedicado su vida enteramente por el único Señor y por la unidad de su Cuerpo místico, la Iglesia, dando, con el martirio, un supremo testimonio de fidelidad y de amor a Cristo. Siguiendo su ejemplo y contando con su intercesión, que cada comunidad crezca en el empeño de la unidad, gracias a las diversas iniciativas espirituales y pastorales y a las asambleas de oración común, que suelen hacerse más numerosas e intensas en esta "Semana", haciéndonos ya pregustar , en un cierto modo, el gozo de la unidad plena. Oremos para que entre las Iglesias y las Comunidades eclesiales continúe en diálogo de la verdad, indispensable para dirimir las divergencias, y el de la caridad, que condiciona el mismo diálogo teológico y ayuda a vivir unidos para un testimonio común". (S.L) (Agencia Fides 22/1/2009; rayas 65, palabras 990,


Compartir: