EUROPA/ITALIA - Un año record en desastres ambientales y climáticos que afectan sobre todo a los países más pobres; es necesario un decidido esfuerzo común para salvaguardar el medio ambiente

martes, 16 diciembre 2008

Roma (Agencia Fides) – La emergencia climática ligada a la cuestión ambiental sigue perfilándose como uno de los grandes problemas del planeta, corroborado por las recientes cumbres de las Naciones Unidas, en Poznan, Polonia y de la Unión Europea en Bruselas, sin contar los repetidos llamados de la Santa Sede a la comunidad internacional a fin de multiplicar los esfuerzos a favor de la salvaguardia del medio ambiente.
Los datos más recientes difundidos por las agencias de la ONU confirman la complejidad de la situación y ponen en relieve, entre otros aspectos, el impacto de la agricultura sobre la actual crisis ecológica. Las emisiones de gas sierra producidas por los bosques y por la agricultura, en efecto, representan más del 30% del total por año de las emisiones producidas actualmente (deforestación y degrado forestal 17.4%, agricultura 13.5%). La agricultura es responsable del 50% del metano (producción zootécnica y resabios) y de más del 75% del protóxido de nitrógeno (principalmente por el empleo de fertilizantes), emitidos por la actividad humana.
En este sentido la Organización de las Naciones Unidas subraya que el cambio climático tendrá fuertes consecuencias sobre las condiciones de vida de los agricultores, así como de los pescadores y de todos aquellos que dependen de los recursos forestales de los países en vías de desarrollo, muchos de los cuales tienen ya dificultad para lograr ganar lo necesario para vivir y dar de comer a sus propias familias. Se debe tener presente en dicho contexto que el 40% de la biomasa terrestre es manejada directa o indirectamente por los agricultores, agentes forestales o criadores de ganado.
En relación al clima —que tiene una influencia directa sobre la marcha de la agricultura y la ganadería, de manera específica en los países más pobres o en vías de desarrollo de África y del Asia— se registra una creciente emergencia. En base a una investigación realizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (Unep), desde 1980 los fenómenos de peligro ligados al clima, como inundaciones más fuertes, han aumentado en un 340%, y aquellas que derivan de los temporales de viento se han duplicado.
Según una investigación sobre costos e impacto de algunas catástrofes naturales, el 2008 se mostró en diversos casos como un año record. El evento que causó más daños en términos de pérdida económica fue el terremoto de China en mayo. Pero el mayor número de desastres significativos estuvo ligado al clima, en 9 casos sobre 10, con el ciclón Nargis que afectó Myanmar provocando cerca de 84,500 víctimas. Este último fue el fenómeno que más víctimas causó en el 2008. También China sufrió dos grandes desastres ligados al clima, el peor de los cuales sucedió en enero, en un invierno particularmente duro que causó pérdidas por dos mil millones en daños. Otros problemas en diversas partes del mundo fueron causados por sequías prolongadas o violentos aluviones que destruyeron las cosechas y han contribuido con la crisis alimentaria mundial.
La Conferencia de Poznan, en la que participaron 190 países, tuvo como su mayor resultado la aprobación de un plan de trabajo que debería llevar de aquí a dentro de un año —es decir para diciembre del 2009— a la Conferencia sobre el ambiente de Copenhagen con un texto base relativo a los cambios climáticos, sobre el cual comenzar las negociaciones entre todos los países involucrados.
Entre las respuestas urgentes que hay que dar a los problemas conectados con la relación agricultura-ambiente, están: el empleo de una variedad de cultivos más productivos, un mayor control de los incendios forestales, una mejor gestión de los recursos naturales, la captura del biogas proveniente del estiércol de animales, la regeneración del terreno mediante el control de los pastos, la gestión orgánica del suelo, prácticas de agricultura conservativa y sistemas agro-forestales integrados, son las medidas que van en la justa dirección y que deberían ser promovidas con mayor vigor para reducir las emisiones creadas por el sector agrícola y forestal y mejorar la adaptación y el cambio climático.
Una situación particularmente delicada y frágil ha sido, por otra parte, señalada por la FAO en relación con los países insulares del Pacífico. El recalentamiento de los océanos, la mayor frecuencia de ciclones tropicales, de inundaciones y de periodos de sequedad, ponen en riesgo de tener efectos devastadores sobre la producción alimentaria de esta región. Las catástrofes vinculadas con el cambio climático ya están poniendo a prueba el desarrollo de estos pequeños estados insulares, que parecen atravesar una constante situación de reconstrucción post-desastre. En varias ocasiones Benedicto XVI ha intervenido para reafirmar la urgencia de la defensa del ambiente —entendido como salvaguardia de la creación— en nuestra época: “no podemos hacer uso y abusar del mundo y de la materia como simple objeto de nuestros deseos y nuestro quehacer; debemos considerar la creación como un don confiado a nosotros no para su destrucción, sino para que se convierta en el jardín de Dios y también en el jardín del hombre” (3 de junio de 2006). (Mtp) (Agencia Fides 16/12/2008; líneas 58 palabras 832).


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