VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - Todos los santos y fieles difuntos

viernes, 31 octubre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El recogimiento y la oración de estos días, dedicados a la Solemnidad de todos los Santos, imprescindiblemente vinculada a la conmemoración, muchas veces dolorosa y melancólica, de los fieles difuntos, se ven violentamente interrumpidas, a veces incluso aplastadas, por el “carnaval” de Halloween, auténtica mentira pagana impuesta con violencia por la así llamada “cultura moderna” (que descubrimos terriblemente prerracional), con meros fines consumistas.
Ante la cuestión del sentido último de la existencia, y por lo tanto del destino de nuestra vida después de la muerte, no hay alternativas: o la fe en Cristo resucitado o la nada. El hombre, sin embargo, no logra estar ante la nada, porque no está hecho para la nada y siente que la nada no le corresponde, y por lo tanto sin la fe debe “disfrazarse de muerte” para exorcizar aquello que, inevitablemente, teme.
Es con todo verdaderamente impresionante como nuestras sociedades, que quieren ser hipertecnológicas, rechazan toda forma de autoridad de la verdad y, cediendo al relativismo más desenfrenado, demuestran, luego, toda su fragilidad cultural, humana, afectiva y de juicio, justamente ante los problemas últimos de la existencia. Como recordó el Santo Padre Benedicto XVI, en la Encíclica Spe salvi: “debemos […]preguntarnos ahora de manera explícita: la fe cristiana ¿es también para nosotros ahora una esperanza que transforma y sostiene nuestra vida? ¿Es para nosotros ‘performativa’, un mensaje que plasma de modo nuevo la vida misma, o es ya sólo ‘información’ que, mientras tanto, hemos dejado arrinconada y nos parece superada por informaciones más recientes?” (n. 10).
El cristiano no puede ceder a tales chantajes culturales y consumistas. No tiene sentido pasar la noche en discoteca, “bailando en honor a las brujas” de halloween, e ir (quizás después) a Misa en la mañana, conmemorando a los difuntos, sin advertir la contradicción intrínseca de todo esto. Y no tanto porque sea un pecado en sí divertirse en el baile (aunque el Cura de Ars pensaba lo contrario), sino por todas las consecuencias culturales que dicha práctica “carnavalesca” expresa y lleva consigo.
En las parroquias, por ejemplo, ¡no se pueden organizar fiestas de oratorio dedicadas a halloween! ¡Ni siquiera para tranquilizar a los padres moralistas que creen que es mejor halloween en parroquia que en discoteca! (También porque no es mejor, es sólo más deprimente). En las parroquias, y entre cristianos, también jóvenes, se rece la tarde de todos los Santos, en sufragio auténtico de los fieles difuntos, que nos han precedido hacia un destino que nos toca a todos y en el que se revelarán los secretos de los corazones y cada uno vivirá en el gozo o en el dolor eternos.
Continua el Papa: “Tal vez muchas personas rechazan hoy la fe simplemente porque la vida eterna no les parece algo deseable. En modo alguno quieren la vida eterna, sino la presente y, para esto, la fe en la vida eterna les parece más bien un obstáculo. Seguir viviendo para siempre –sin fin– parece más una condena que un don. Ciertamente, se querría aplazar la muerte lo más posible. Pero vivir siempre, sin un término, sólo sería a fin de cuentas aburrido y al final insoportable” (Ibidem) “Entonces, ¿qué es realmente lo que queremos? Esta paradoja de nuestra propia actitud suscita una pregunta más profunda: ¿qué es realmente la ‘vida’? Y ¿qué significa verdaderamente ‘eternidad’? Hay momentos en que de repente percibimos algo: sí, esto sería precisamente la verdadera ‘vida’, así debería ser. En contraste con ello, lo que cotidianamente llamamos ‘vida’, en verdad no lo es” (Spe salvi n. 11).
Evitar las preguntas no ayuda a encontrar las respuestas. En ningún campo del conocimiento, menos todavía en el ámbito existencial, que es el más importante para cada uno. Vivamos estos días de meditación y de recogimiento para hacer surgir las auténticas preguntas del corazón, y mendigando al Misterio de la vida el encontrar una respuesta real, convincente, racional y encarnada. (Agencia Fides 31/10/2008; líneas 47 palabras 653)


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