ASIA/CHINA - En el 2010 China e Italia recordarán juntos al misionero jesuita P. Matteo Ricci "chino entre los chinos”, a 400 años de su muerte

jueves, 25 septiembre 2008

Roma (Agencia Fides) – “Primer ciudadano mundial de la tierra", "Pionero del cambio cultural", "El chino entre los chinos", "Xi tai - maestro occidental", "Xi ru - sabio occidental", "mandarín", "el primer hombre que inició las relaciones culturales entre Europa y China"…. Son solos algunas de las muchas definiciones atribuidas al gran misionero jesuita P. Matteo Ricci. Además de misionero fue también en efecto humanista, filósofo, literato, geógrafo, astrólogo…. Por no hablar de las obras que dejó. No sólo los católicos chinos, sino también los chinos en general y el pueblo italiano siempre han demostrado gratitud y consideración hacia él. Para conmemorar los 400 años de su muerte, que tendrá lugar en el 2010, China e Italia recordarán juntos a este "hijo" excelente, bajo el lema "Mateo Ricci - un europeo en China". Se tendrán dos conferencias respectivamente en mayo y octubre del 2009 en Roma y Pekín. Además habrá muchas iniciativas para redescubrir el espíritu de este gran hombre que conquistó a la gente común y los intelectuales chinos, y en definitiva a todo el mundo chino, anunciando el Cristianismo.
P. Matteo Ricci nació en Macerata (Italia) el 6 de octubre de 1552; inició sus estudios en una escuela de los Jesuitas en 1561. En 1568 se trasladó a Roma para estudiar jurisprudencia. Entró en la Compañía de Jesús en 1571. Mientras tanto maduró su vocación misionera. En 1577 se trasladó a Coimbra (Portugal) para prepararse al paso a Asia. En 1578 partió de Lisboa para Goa, en la costa indiana. Ordenado sacerdote en 1582, partió para China - por la precisión Macao – que era el objetivo misionero de los jesuitas desde la fundación de la orden, en 1534. En 1589 se trasladó a Shao Zhou, en la provincia del Guang Dong. Después de haber conquistado con gran fatiga la misión china y mil tentativas fallidas, el P. Ricci consiguió por fin trasladarse a Pekín el 24 de enero de 1601 para presentarse a la Corte Imperial del Ming, al emperador Wan Li. Construyó la famosa iglesia que todavía hoy es la Catedral de Pekín, dedicado a la Inmaculada Concepción. El 11 de mayo de 1610 murió en Pekín. Para rendir homenaje a este gran hombre que vino de lejos, el emperador Wan Li donó personalmente un terreno para enterrarlo, en el centro de Pekín. (NZ) (Agencia Fides 25/09/2008)


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