VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Paris y Lourdes (5) - “A todos los hombres de buena voluntad que me escuchan les repito las palabras de San Pablo: Huid del culto de los ídolos, no dejéis de hacer el bien”

lunes, 15 septiembre 2008

París (Agencia Fides) – Después de una breve visita al Institud de France de Paris, institución que reúne a representantes de todos los ámbitos del saber humano y que comprende cinco Academias, a las 10 de mañana del día sábado 13 de noviembre el Santo Padre presidió la Concelebración Eucarística en memoria de S. Juan Crisóstomo, en la Esplanade des Invalides. En la homilía el Papa se inspiró en la exhortación dirigida por San Pablo a los Corintios en la Primera Lectura de la Misa – “No tengáis que ver con la idolatría” (1 Co 10, 14) – haciendo notar que también el mundo de hoy se ha creado sus propios ídolos: “¿Acaso nuestro mundo contemporáneo no crea sus propios ídolos? ¿No imita, quizás sin saberlo, a los paganos de la antigüedad, desviando al hombre de su verdadero fin de vivir por siempre con Dios?... Es la tentación de idolatrar un pasado que ya no existe, olvidando sus carencias, o un futuro que aún no existe, creyendo que el ser humano hará llegar con sus propias fuerzas el reino de la felicidad eterna sobre la tierra... El dinero, el afán de tener, de poder e incluso de saber, ¿acaso no desvían al hombre de su verdadero fin, de su auténtica verdad?”
Benedicto XV recordó que “San Pablo condena severamente la idolatría”. Sin embargo esta condena “no es en modo alguno una condena de la persona del idólatra. Nunca hemos de confundir en nuestros juicios el pecado, que es inaceptable, y el pecador del que no podemos juzgar su estado de conciencia y que, en todo caso, siempre tiene la posibilidad de convertirse y ser perdonado”. Y prosiguió afirmando: “Dios nunca pide al hombre que sacrifique su razón. La razón nunca está en contradicción real con la fe. El único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ha creado la razón y nos da la fe, proponiendo a nuestra libertad que la reciba como un don precioso. Lo que desencamina al hombre de esta perspectiva es el culto a los ídolos, y la razón misma puede fabricar ídolos”.
Sin embargo el hombre puede llegar a Dios a través del sacramento a la Eucaristía, “Extraordinaria revelación que proviene de Cristo y que se nos ha transmitido por los Apóstoles y toda la Iglesia desde hace casi dos mil años”. Es por eso que el Santo Padre exhortaba a que “veneremos fervientemente el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor, el Santísimo Sacramento de la presencia real del Señor en su Iglesia y en toda la humanidad. Hagamos todo lo posible por mostrarle nuestro respeto y amor. Démosle nuestra mayor honra. Nunca permitamos que con nuestras palabras, silencios o gestos, quede desvaída en nosotros y en nuestro entorno la fe en Cristo resucitado presente en la Eucaristía”.
Prosiguiendo su homilía el Pontífice nos recordó que “la Misa nos invita también a huir de los ídolos... La Misa nos invita a discernir lo que en nosotros obedece al Espíritu de Dios y lo que en nosotros aún permanece a la escucha del espíritu del mal”. Para dar gracias al Señor por todo el bien que nos hace no tenemos otro modo sino responder con las mismas palabras del Salmista: “Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre” (Sal 116,13). “Alzar la copa de la salvación e invocar el nombre del Señor –explicó el Papa–, ¿no es precisamente la mejor manera de “no tener que ver con la idolatría”, como nos pide San Pablo? Cada vez que se celebra una Misa, cada vez que Cristo se hace sacramentalmente presente en su Iglesia, se realiza la obra de nuestra salvación... Ahora bien, queridos hermanos y hermanas, ¿quién puede alzar la copa de la salvación e invocar el nombre del Señor en nombre de todo el pueblo de Dios, sino el sacerdote ordenado para ello por el Obispo?”
Llegado a este punto de su homilía el Santo Padre lanzó un llamamiento a los jóvenes: “¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo de dar la vida a Cristo! Nada sustituirá jamás el ministerio de los sacerdotes en el corazón de la Iglesia. Nada suplirá una Misa por la salvación del mundo. Queridos jóvenes o no tan jóvenes que me escucháis, no dejéis sin respuesta la llamada de Cristo”.
En el Evangelio de la Misa es Cristo mismo quién “nos ha enseñado a huir de la idolatría y nos invita a construir nuestra casa “sobre roca” (Lc 6,48)” y, continuó el Santo Padre recordando que esta roca es Cristo mismo y que “La Iglesia, construida sobre la roca de Cristo, tiene las promesas de vida eterna, no porque sus miembros sean más santos que los demás, sino porque Cristo hizo esta promesa a Pedro... Con la inquebrantable esperanza de la presencia eterna de Dios en cada una de nuestras almas, con la alegría de saber que Cristo está con nosotros hasta el final de los tiempos, con la fuerza que el Espíritu ofrece a todos aquellos y aquellas que se dejan alcanzar por él, queridos cristianos de París y de Francia, os encomiendo a la acción poderosa del Dios de amor que ha muerto por nosotros en la Cruz y ha resucitado victoriosamente la mañana de Pascua. A todos los hombres de buena voluntad que me escuchan les repito las palabras de San Pablo: Huid del culto de los ídolos, no dejéis de hacer el bien”. (S.L.) (Agencia Fides 15/9/2008 líneas 58 palabras 935)


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