VATICANO - El Papa Benedicto XVI en París y Lourdes (4) - "no olvidéis los dos tesoros que el Papa os ha presentado esta noche: el Espíritu Santo y la Cruz"

lunes, 15 septiembre 2008

París (Agencia Fides) - Después de la celebración de las Vísperas en la Catedral de Notre Dame, la tarde del 12 de septiembre, el Papa Benedicto XVI se ha reunido con los jóvenes numerosos en la Catedral. "Esta tarde, quisiera hablaros de dos temas profundamente vinculados el uno al otro, que constituyen un auténtico tesoro en donde podéis poner vuestro corazón" ha dicho el Papa a los jóvenes. El primero está relacionado con el tema de la reciente Jornada Mundial de la Juventud: "Sidney hizo redescubrir a muchos jóvenes la importancia del Espíritu Santo en la vida del cristiano. - ha recordado el Papa -. Todos buscáis amar y ser amados. Tenéis que volver a Dios para aprender a amar y para tener la fuerza de amar. El Espíritu, que es Amor, puede abrir vuestros corazones para recibir el don del amor auténtico. Todos buscáis la verdad y queréis vivir de ella. Cristo es esta verdad. Él es el único Camino, la única Verdad y la verdadera Vida”.
El Pontífice ha invitado a continuación a los jóvenes a meditar sobre el Sacramento de la Confirmación recibido que los ha introducido en una vida de fe adulta. "El Espíritu Santo os acerca al misterio de Dios y os hace comprender quién es Dios.… Al revelaros quién es Cristo muerto y resucitado por nosotros, nos impulsa a dar testimonio de Él. Estáis en la edad de la generosidad. Es urgente hablar de Cristo a vuestro alrededor, a vuestras familias y amigos, en vuestros lugares de estudio, de trabajo o de ocio". A continuación Benedicto XVI ha animado a los jóvenes a no tener miedo de anunciar a Dios: "Llevad la Buena Noticia a los jóvenes de vuestra edad y también a los otros… Dad testimonio de Dios, porque, en cuanto jóvenes, formáis parte plenamente de la comunidad católica en virtud de vuestro Bautismo y por la común profesión de fe. Quiero deciros que la Iglesia confía en vosotros”.
Para entregar a los jóvenes el "segundo tesoro", el Papa ha recordado que este era al centro de la vida del apóstol Pablo: se trata del misterio de la Cruz. " Muchos de vosotros lleváis colgada del cuello una cadena con una cruz - ha dicho Benedicto XVI -. También yo llevo a uno de ello como todos los Obispos por lo demás. También yo llevo una, como por otra parte todos los Obispos. No es un adorno ni una joya. Es el precioso símbolo de nuestra fe, el signo visible y material de la vinculación a Cristo". Después de haber explicado lo que San Pablo entiende hablando de la Cruz al inicio de su Primera Carta a los Corintios, el Papa ha continuado: " El Espíritu abre a la inteligencia humana nuevos horizontes que la superan y le hace comprender que la única sabiduría verdadera reside en la grandeza de Cristo. Para los cristianos, la Cruz simboliza la sabiduría de Dios y su amor infinito revelado en el don redentor de Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo, en particular, para la vida de cada uno. Que este descubrimiento impresionante de un Dios que se ha hecho hombre por amor os aliente a respetar y venerar la Cruz. Que no es sólo el signo de vuestra vida en Dios y de vuestra salvación, sino también –lo sabéis- el testigo mudo de los padecimientos de los hombres y, al mismo tiempo, la expresión única y preciosa de todas sus esperanzas. Queridos jóvenes, sé que venerar la Cruz a veces también lleva consigo el escarnio e incluso la persecución”.
Luego Benedicto XVI ha concluido: "Esta tarde os confío la Cruz de Cristo. El Espíritu Santo os hará comprender su misterio de amor y podréis exclamar con San Pablo: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo” (Gál 6,14). Pablo había entendido la palabra de Jesús –aparentemente paradójica- según la cual sólo entregando (“perdiendo”) la propia vida se puede encontrarla (cf. Mc 8,35; Jn 12,24) y de ello había sacado la conclusión de que la Cruz manifiesta la ley fundamental del amor, la fórmula perfecta de la vida verdadera. Que a algunos la profundización en el misterio de la Cruz os permita descubrir la llamada a servir a Cristo de manera más total en la vida sacerdotal o religiosa”. (S.L) (Agencia Fides 15/9/2008)


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