EUROPA/FRANCIA - El Papa Benedicto XVI peregrino en Lourdes - Las apariciones de la Virgen a Bernadette

viernes, 12 septiembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Lourdes, capital de los Altos Pirineos, en la parte meridional de Francia, después de las apariciones de la Virgen Inmaculada a Bernadette Soubirous, que tuvieron lugar entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, se ha convertido en una de las metas más frecuentadas por las peregrinaciones internacionales. Es, en efecto, la peregrinación el evento que caracteriza a este lugar de oración. El Santo Padre Benedicto XVI será peregrino en Lourdes en ocasión del 150º aniversario de las Apariciones de la Virgen, desde la tarde del 13 hasta el 15 de septiembre (ver Agencia Fides 11/9/2008).
La vitalidad de Lourdes tiene su origen en las apariciones de la Virgen a la joven Bernadette Soubirous. Bernadette nació el 7 de enero de 1844. El padre, titular de un molino, a causa de graves problemas económicos se vio obligado a vagar de un lugar a otro para huir de sus acreedores, hasta el momento en que, durante una carestía, fue arrestado con la acusación de haber robado harina. La acusación se reveló completamente infundada y causada solo por el hecho de que la familia sufría de una gran pobreza.
El 11 de febrero de 1858 la primogénita de la familia Soubirous, Bernadette, acompañada por la hermana de una amiga, se dirigió a la malsana gruta de Massabielle, buscando leña para calentar su casa y algo para vender y sacar algún dinero para poder sobrevivir. Mientras Bernadette trataba de vencer la resistencia a entrar en un lugar tan malsano que, para ella, que sufría de asma, era muy nocivo, sintió el ruido de un viento muy fuerte y vio la cavidad de la gruta que se iluminaba. En la luz, Bernadette percibió una imagen femenina muy bella, vestida de blanco que le indicaba de acercarse. La muchacha, extasiada por tanta visión, tomó su corona del rosario y lo recitó ante la visión.
Bernadette, aunque con cierto temor, le contó lo que le había sucedido a su hermana, que a su vez lo refirió a su madre. Las reacciones fueron sumamente violentas, pero no le fue prohibido a Bernadette ir a la gruta de nuevo en compañía de las dos muchachas. Siguieron todavía dos visiones, el 14 y el 18 de febrero. Justamente durante esta última, la joven recibió la invitación a presentarse en aquel lugar por 15 días y le fue hecha una promesa: “No te prometo de hacerte feliz en este mundo, sino en el otro”.
Del 19 de febrero al 4 de marzo ocurrieron las quince apariciones. El 24 de febrero la Virgen repitió tres veces la palabra “Penitencia” y exhortó a rezar por los pecadores. El 25 de febrero la Virgen indica a Bernadette una nueva fuente de agua que surgió en el lugar. El 2 de marzo la joven recibe la orden de dirigirse al párroco para invitarlo a organizar una procesión de fieles y construir una capilla.
El 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, Bernadette se dirigió nuevamente a la gruta y pidió por cuatro veces a la Mujer de la visión quien fuese. La respuesta fue, en el dialecto local: “Que soy era Immaculada Concepciou” (“Yo soy la Inmaculada Concepción”). Siguieron luego las últimas apariciones, del 7 de abril y del 16 de julio de 1858.
La joven Soubirous fue la única testigo de aquello que le iba sucediendo y el testimonio de ello lo ofreció en condiciones humanas muy difíciles. En efecto Bernadette, sin instrucción, perteneciente a una familia que no gozaba de ninguna credibilidad y estima, de salud muy precaria, tuvo que sufrir una larga serie de interrogatorios por parte de las autoridades civiles y militares que en todo modo posible buscaban hacerla caer en contradicciones, para apoyar el sospecho de una presunta enfermedad de origen psíquica. Finalmente, en 1862, el Obispo de Tarbes, al final de una diligente investigación, firma una Carta pastoral que consagra Lourdes como Santuario mariano internacional.
La tarde del 7 de julio de 1866, Bernadette entró en la Casa Madre de las Hermanas de la Caridad en Nevers, para huir de la curiosidad morbosa de tantas personas, con la esperanza de vivir en el ocultamiento y poder ayudar en el servicio a los pobres y a los enfermos. Después de los primeros años en que se reveló una excelente enfermera, sus condiciones de salud, cada vez más precarias por causa de patologías pulmonares, la obligaron a abandonar su encargo y a vivir su “inutilidad” en la oración.
Su confesor dio este testimonio: “Sufría de asma crónico, laceración del pecho y consecuente vómito de sangre y esto durante dos años, sufrió de neurisma, de gastralgia, tumor en una rodilla, y en los últimos dos años de su vida se vio martirizada por caries en los huesos, de modo que su pobre cuerpo se convirtió en el receptáculo de todos los dolores. Además, se formaron accesos en el oído que le causaron una sordera parcial, la cual desapareció solamente un tiempo antes de las muerte”.
Además de los sufrimientos físicos, Bernadette tuvo también sufrimientos espirituales debido al temor de haberse engañado respecto a las visiones y de no haber correspondido adecuadamente a la gracia de Dios. Bernadette murió a la edad de 35 años, el 16 de abril de 1879, miércoles de Pascua. Su cuerpo incorrupto reposa en la iglesia de Nevers. Beatificada en 1925, el Papa Pío XI la proclamó Santa el 8 de diciembre de 1933, Solemnidad de la Inmaculada Concepción. (S.L.) (Agencia Fides 12/9/2008)


Compartir: