VATICANO - Papa Benedicto XVI en Cagliari (4) - “Familia, formación y fe. Queridos jóvenes de Cagliari y de toda la Cerdeña, yo también, como el Papa Juan Pablo II, os dejo estas tres palabras, tres palabras que tenéis que hacer vuestras con la luz y la fuerza del Espíritu de Cristo”

martes, 9 septiembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – El último encuentro de su visita pastoral a Cagliari ha sido reservado por el Santo Padre Benedicto XVI a los jóvenes sardos. En la plaza Yenne, después de los saludos de parte de dos representantes de los jóvenes, que han ilustrado los problemas y las esperanzas de sus coetáneos, el Santo Padre, después de haber expresado su alegría, dijo: “queridos muchachos y muchachas, vosotros constituís el futuro lleno de esperanza de esta Región, a pesar de las dificultades que todos conocemos. Conozco vuestro entusiasmo, los deseos que nutrís y el esfuerzo que ponéis para realizarlos. Y no ignoro las dificultades y los problemas que encontráis”. Entre éstos el Papa citó la plaga de la desocupación y de la precariedad del trabajo, la emigración, el éxodo de las fuerzas más frescas y emprendedoras, con el desarraigo del ambiente, que a veces implica daños psicológicos y morales, antes incluso que sociales.
“¿Qué decir además – prosiguió el Papa – del hecho de que en la actual sociedad consumista, la ganancia y el éxito se han convertido en nuevos ídolos frente a los cuales tantos se postran?… El poseer bienes materiales y el aplauso de la gente han sustituido aquel trabajo sobre sí mismos que sirve a templar el espíritu y a formar una personalidad auténtica. Se corre el riesgo de ser superficiales, de recorrer atajos peligrosos en búsqueda de éxito, entregando así la vida a experiencias que suscitan satisfacciones inmediatas, pero que son en sí mismas precarias y falaces”.
Benedicto XVI recordó asimismo el encuentro de su Predecesor, el Papa Juan Pablo II, con los jóvenes provenientes de toda Cerdeña, el 20 de octubre de 1985, durante el cual les propuso tres valores importantes para construir una sociedad fraterna y solidaria. “Son indicaciones hoy más actuales que nunca, que de buen grado retomo”, afirmó Benedicto XVI, evidenciando en primer lugar el valor de la familia. “Todos vosotros experimentáis la importancia de la familia, en cuanto hijos y hermanos – dijo Benedicto XVI –; pero la capacidad de formar una nueva no puede ser simplemente supuesta. Es necesario prepararse. En el pasado la sociedad tradicional ayudaba más a formar y custodiar una familia. Hoy ya no es así, o lo es ‘en el papel’, pero en los hechos domina una mentalidad diversa. Son admitidas otras formas de convivencia; a veces es usado el término ‘familia’ para uniones que, en realidad, no son familia. Sobre todo, en nuestro contexto, se ha reducido mucho la capacidad de los cónyuges de defender la unidad del núcleo familiar a costa incluso de grandes sacrificios”. El Santo Padre exhortó asimismo a los jóvenes a reapropiarse del valor de la familia: “amadla no sólo por tradición, sino también por una opción madura y consciente: amad vuestra familia de origen y preparaos a amar también aquella que con la ayuda de Dios vosotros mismos formaréis”.
El segundo valor está constituido por una seria formación intelectual y moral, indispensable para proyectar y construir el futuro personal y el de la sociedad. “Quien os hace ‘descuentos’ sobre esto no quiere vuestro bien”, afirmó el Papa, recordando que “la crisis de una sociedad inicia cuando ella ya no sabe transmitir su patrimonio cultural y sus valores fundamentales a las nuevas generaciones”. El Pontífice volvió luego sobre la “emergencia educativa” en acto, “que para ser afrontada necesita de padres y formadores capaces de compartir cuanto de bueno y de verdadero ellos han experimentado y profundizado en primera persona. Requiere de jóvenes interiormente abiertos, curiosos de aprender y de conducir todo a las originarias exigencias y evidencias del corazón”. “Sed verdaderamente libres, es decir apasionados de la verdad”, ha sido la exhortación del Pontífice, recordando que “el Señor Jesús ha dicho: ‘La verdad os hará libres’ (Jn 8,32). El nihilismo moderno en cambio predica lo contrario, es decir que es la libertad que or hace verdaderos. Existe incluso quien sostiene que no existe ninguna verdad, abriendo así el camino al vaciamiento de los conceptos de bien y de mal, haciéndolos incluso intercambiables”.
Finalmente el alimento del que se debe tener siempre hambre, del que uno se debe nutrir para el crecimiento personal y para el crecimiento de la familia y de la sociedad, - y el tercer gran valor – es una fe sincera y profunda. “Cuando se pierde el sentido de la presencia y de la realidad de Dios – explicó el Papa – todo se ‘rebaja’ y se reduce a una sola dimensión. Todo permanece ‘aplastado’ en el plano material. Cuando cada cosa es tomada en consideración solamente por su utilidad, ya no se capta la esencia de aquello que nos rodea, y sobre todo de las personas que encontramos. Perdido el misterio de Dios, desaparece también el misterio de todo lo que existe: las cosas y las personas me interesan en la medida en que satisfacen a mis necesidades, no en sí mismas. Todo esto constituye un hecho cultural, que se respira desde el nacimiento y que produce efectos interiores permanentes. La fe, en este sentido, antes de ser una creencia religiosa, es un modo de ver la realidad, un modo de pensar, una sensibilidad interior que enriquece al ser humano como tal”.
Finalmente el Santo Padre, citando la experiencia de San Agustín, manifestó su deseo de que cada uno pueda “descubrir a Dios como sentido y fundamento de toda criatura”, y exhortó a los jóvenes a ser dóciles a la fuerza del Espíritu: “Él os hará testigos de Cristo. No con palabras, sino con hechos, con un nuevo género de vida… y si habréis descubierto realmente a Dios en el rostro de Cristo, ya no pensaréis en la Iglesia como una institución externa a vosotros, sino como vuestra familia espiritual, como la vivimos ahora en este momento”.
Antes de llegar al aeropuerto de Cagliari-Elmas para su regreso a Roma, el Santo Padre terminó con esta consigna el encuentro con los jóvenes: “Familia, formación y fe. Queridos jóvenes de Cagliari y de toda la Cerdeña, yo también, como el Papa Juan Pablo II, os dejo estas tres palabras, tres palabras que tenéis que hacer vuestras con la luz y la fuerza del Espíritu de Cristo. Nuestra Señora de Bonaria, Patrona Máxima y dulce Reina de los Sardos, os guíe, os proteja y os acompañe siempre”. (S.L.) (Agencia Fides 9/9/2008)


Compartir: