VATICANO - "Para llevar a pleno cumplimiento la obra de la salvación, el Redentor continua asociando a si y a su misión a hombres y mujeres dispuestos a cargar con la cruz y seguirlo" recuerda Benedicto XVI en el ángelus y llama la atención sobre la emergencia de la emigración

lunes, 1 septiembre 2008

Castel Gandolfo (Agencia Fides) - Asomándose al balcón del Patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo para rezar la oración mariana del ángelus, el domingo 31 de agosto el Santo Padre Benedicto XVI ha comentado el Evangelio propuesto por la liturgia del día, en el que, una vez más, aparece en primera plana el apóstol Pedro. "Cuándo Jesús empieza a hablar abiertamente del destino que le espera en Jerusalén, esto es, que tendrá que sufrir mucho y ser matado para luego resucitar, Pedro protesta" ha recordado el Papa en su discurso, poniendo en evidencia como Pedro, "según una lógica humana, está convencido de que Dios no le permitiría nunca a su Hijo acabar su misión muriendo en la cruz. Jesús, por el contrario, sabe que el Padre, en su inmenso amor a los hombres, lo ha enviado para dar la vida por ellos, y que si ésta comporta la pasión y la cruz, es justo que así suceda”.
A continuación, Benedicto XVI ha subrayado que la muerte en cruz del Hijo de Dios no ocurrió ciertamente "por un diseño cruel del Padre celeste", sino debido a la gravedad "de la enfermedad de la que tenía que curarnos… Es en efecto con su muerte y resurrección, como Jesús derrota el pecado y la muerte restableciendo el señorío de Dios". Sin embargo, no podemos olvidar que "el mal existe y resiste en cada generación, también en nuestros días" ha advertido el Santo Padre citando "los horrores de la guerra, las violencias contra los inocentes, la miseria y la injusticia que se encarnizan sobre los débiles" e invitando a ha invitado a responder a tanta maldad "con la fuerza desarmada del amor que vence el odio, de la vida que no teme la muerte", siguiendo el ejemplo de Jesús.
"Para llevar a lleno cabo la obra de la salvación - ha continuado el Pontífice -, el Redentor continua asociando a si mismo y a su misión a hombres y mujeres dispuestos a tomar la cruz y seguirlo. Al igual que para Cristo, también para los cristianos no es algo facultativo llevar la cruz, sino que es una misión que hay que abrazar por amor. En nuestro mundo actual, donde parece que dominan las fuerzas que dividen y destruyen, Cristo no deja de proponer a todos su clara invitación: quien quiera ser mi discípulo, que renuncie a su propio egoísmo y lleve conmigo la cruz".
Después de la oración mariana, el Santo Padre se ha centrado en el fenómeno de la migración que se ha transformado en una emergencia en nuestros días, con estas palabras: "En estas últimas semanas se ha registrado un aumento de casos de inmigración irregular de África. No raramente, la travesía del Mediterráneo hacia el continente europeo, visto como una meta de esperanza para huir de situaciones adversas y con frecuencia insoportables, se transforma en tragedia; la que tuvo lugar hace unos días parece haber superado a las precedentes por el elevado número de víctimas. La inmigración es un fenómeno presente desde los albores de la historia de la humanidad, que desde siempre ha caracterizado las relaciones entre los pueblos y naciones. Ahora bien, el hecho de que en nuestros días se haya convertido en una emergencia nos interpela y, exigiendo nuestra solidaridad, impone al mismo tiempo respuestas políticas eficaces. Sé que muchas instancias regionales, nacionales e internacionales están trabajando en la cuestión de la migración irregular: a ellas va mi aplauso y mi estímulo, para que continúen su meritoria acción con sentido de responsabilidad y espíritu humanitario. Sentido de responsabilidad también tienen que mostrar los países de origen, no sólo porque se trata de sus conciudadanos, sino también para eliminar las causas de la inmigración irregular, así como para eliminar, en su raíz, todas las formas de criminalidad ligadas. Por su parte, los países europeos y los que son meta de inmigración están llamados entre otras cosas a desarrollar en común acuerdo iniciativas y estructuras cada vez más adecuadas a las necesidades de los inmigrantes irregulares. Estos últimos además, deben ser sensibilizados en el valor de la propia vida, que representa un bien único, siempre precioso, que se debe tutelar ante los graves riesgos a los que se exponen al buscar mejorar sus condiciones de vida, y en el deber de legalidad que es una obligación para todos. Cómo Padre común, siento el profundo deber de llamar la atención de todos sobre el problema y pedir la generosa colaboración de individuos e instituciones para afrontarlo y encontrar caminos de solución. ¡El Señor nos acompaña y haga fecundos nuestros esfuerzos!
Saludando a los peregrinos de lengua española, Benedicto XVI ha recordado en particular a los Pastores y fieles "de la querida nación cubana" que han iniciado solemnemente el trienio de preparación a las celebraciones por el 400° aniversario del hallazgo y la presencia de la imagen de Nuestra Señora del Caridad del Cobre. Asegurando Su cercanía en la oración, para que según el ejemplo de Maria, los hijos e hijas de la Iglesia cubana tengan una fe rica en obras de misericordia y amor, el Papa también los ha exhortado a acoger cada día en su corazón la Palabra de Dios, a meditarla y a llevarla a la práctica, para que "como auténticos hijos de Dios Padre, discípulos fieles de Cristo y, con la fuerza del Espíritu Santo, sean misioneros del Evangelio en cualquier circunstancia de la vida". (S.L) (Agencia Fides 1/9/2008,


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