OCEANÍA/NUEVA CALEDONIA - Desde hace más de 150 años, la contribución de los Maristas a la Evangelización de Nueva Caledonia

lunes, 28 julio 2008

Noumea (Agencia Fides) – En Nueva Caledonia la comunidad Marista ostenta más de 150 años de presencia. La primera llegada de un sacerdote de la Sociedad de María se remonta a 1843 en Mahamate. En aquella época Oceanía estaba dividida en tres Vicariatos Apostólicos y el Papa Gregorio XVI, en 1836, había confiado el Vicariato Apostólico de Oceanía Occidental a la Sociedad de María.
Entre 1853 y 1863 fueron fundadas unas 10 misiones gracias a la actividad de los sacerdotes Maristas y de los hermanos laicos, no pocas veces decisiva para la obra de inculturación en el seno de la naciente comunidad. En efecto, los laicos apoyaban el trabajo de los sacerdotes y se dedicaban de manera especial a enseñar el catecismo. “Sin ellos –escribió el padre François Grossin SM, autor de un estudio sobre los orígenes de la Iglesia en Oceanía– la evangelización de Nueva Caledonia no hubiera sido la misma”. En el arco de una década las misiones llegaron a cubrir las tres actuales provincias del territorio.
El nacimiento de un clero autóctono, a diferencia de otras misiones en Polinesia, fue, sin embargo un proceso lento, en parte a causa de la presencia colonial y de la rivalidad entre la población blanca (Caldoches) y la nativa (Kanaka). Se deberá esperar hasta 1946 para la ordenación de dos sacerdotes originarios de Melanesia. Después de 1968 el seminario de Nouméa fue clausurado y los estudiantes fueron transferidos a las Islas Fiji.
Nueva Caledonia, hoy tiene una población de cerca de 224 mil habitantes, de los cuales 114 mil son católicos. Existen 29 parroquias y otros 131 lugares de culto. Hay 14 sacerdotes diocesanos, 14 religiosos, y 11 diáconos permanentes, 22 sacerdotes diocesanos y 100 religiosas. Hay además 199 catequistas. La vida de las grandes ciudades corre en paralelo a aquella de los pueblos rurales, donde la práctica religiosa es más alta y la fe es vivida de manera más comunitaria. Uno de los signos alentadores para la vida de la Iglesia local es el aumento constante, desde hace algunos años, de las vocaciones para el diaconado permanente. (A.M.) (Agencia Fides 28/7/2008)


Compartir: