ASIA/CHINA - Hace un año se publicó la "Carta del Santo Padre Benedicto XVI a los Obispos, presbiterios, personas consagradas y fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China"

lunes, 30 junio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - A un año de la publicación de la Carta del Santo Padre a los Católicos chinos (30 de junio de 2007), resulta imposible hacer un balance para enumerar los resultados. Para un documento definido, desde diversas partes, como "histórico", se necesita un periodo de tiempo mayor para poder valorar su incidencia en la vida de la comunidad católica china. Además los mejores frutos que se esperan de la Carta son de orden espiritual, y por lo tanto no son fácilmente registrables por la crónica. Después de un primer período de entusiasmo, de gratitud al Santo Padre y también de aprehensión, especialmente a nivel político, durante el cual las alabanzas a la Carta han sido realmente lisonjeras (bonita, clara, equilibrada, afectuosa, paternal...) ahora parece aumentar el interés por intentar escuchar el mensaje pontificio. ¿Qué dice el Santo Padre, Benedicto XVI? ¿Qué pide a los católicos chinos y, dirigiéndose a ellos, también a la Iglesia universal?
Un primer mensaje, que parece que todos perciben, es que las cosas han cambiado, no podemos continuar como antes. O sea, la toma de conciencia de una situación radicalmente cambiada, sea dentro de la comunidad católica, sea respecto al Gobierno, como respecto a la sociedad civil china e internacional.
Después de la clara afirmación del Santo Padre de que la Iglesia en China es una, y de que las divergencias dentro eran y son, fruto de presiones externas, los católicos chinos están redescubriendo a los hermanos. La Iglesia en China es una, porque casi todos los Obispos están en comunión con el Papa. Una sola Iglesia pues, aunque su estructura es todavía, por así decir, anómala. No estamos todavía en presencia de una unidad perfecta y realizada, pero la dirección indicada por Benedicto XVI está clara. Si bien una unificación no se verifica de la noche a la mañana.
Sería demasiado largo enumerar los pasos realizados a diversos niveles, de que los que hemos tenido noticia, que aseguran como está creciendo un movimiento hacia la reconciliación y la unidad. La Carta del Papa ha tenido claramente sus efectos en las relaciones entre los fieles de la comunidad reconocidos por el gobierno y aquellos de la comunidad no reconocida, incluso en aquellas zonas dónde las divergencias interiores eran muy fuertes. Entre estos acontecimientos citamos la felicitación y los regalos navideños que los fieles de la comunidad reconocida han intercambiado con los de la comunidad no reconocida; el aumento, a veces significativo, del número de fieles miembros de una comunidad en las celebraciones eucarísticas del otro grupo; los retiros espirituales hechas juntos; catequesis para neófitos no reconocidos han sido confiados a los fieles de la Iglesia reconocida; en diversas partes de la nación se han tenido sesiones conjuntas de estudio y profundización, ejercicios espirituales sobre la Carta del Papa, con el fin de descubrir - en un clima de oración - el exacto.
También los funerales se han convertido en ocasión de reconciliación. Fieles no reconocidos han ido a confesarse y han participado en la Eucaristía presidida por sacerdotes reconocidos por el gobierno. En un caso más de 500 fieles concluyeron un Congreso de estudio sobre la formación de los cristianos para la evangelización, con una procesión y la celebración de la Eucaristía.
No han faltado contactos regulares entre sacerdotes y Obispos de las dos comunidades para la programación de la celebración de la Pascua: similares contactos o iniciativas no existían antes de la publicación de la Carta.
Sacerdotes o religiosas de un grupo que han dirigido retiros espirituales para los fieles del otro grupo. Han desaparecido, para la mayor parte, las acusaciones de que los Sacramentos de un grupo no eran validos e incluso inútiles, se han registrado juntos casos de fieles de las dos comunidades unidas para la oración de la mañana y de la tarde.
En algunas diócesis el tema de la reconciliación se ha convertido en el motivo base de toda la pastoral. En cinco aldeas de Mongolia las religiosas no reconocidas por el gobierno han sido invitadas a conducir y animar las celebraciones litúrgicas de la comunidad reconocidas por el gobierno.
Junto a todos estos aspectos positivos, no han faltado resistencias y dificultades hacia la Carta del Papa, como demuestran tantas preguntas de explicación que han llegado a Roma. Pero se puede decir que en todo caso la Carta del Santo Padre haya marcado un cambio histórico en la vida de la comunidad católica.
También los dos grandes acontecimientos, el del terremoto y el de la Jornada de oración por la Iglesia en China del 24 de mayo, con todas las dificultades creadas por las autoridades, han unido a los cristianos de varias formas, sea con la oración, sea con iniciativas pastorales.
En Roma, por primera vez, más de 500 fiel chinos, del Continente, de Taiwán y de Hong Kong, procedentes de los dos grupos, han participado en la solemne Concelebración Eucarística presidida por el Card. Iván Dias, Prefecto de la Congregación para la evangelización de los Pueblos.
Registrando estos hechos, y releyendo la Carta del San Padre, vienen a la mente las palabras con las que San Agustín comentó el salmo 126 (Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles): "Nosotros hablamos al exterior, Dios construye interiormente. Me doy cuenta que me oís: lo que luego penséis solo El lo conoce, él que ve vuestros pensamientos. Él edifica, Él reprocha, Él infunde temor, Él abre la mente, Él os hace sensibles a la fe". (Agencia Fides 30/6/2008)


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